Eterno retorno a Jalisco
El escritor mexicano Juan Pablo Villalobos ofrece una original y divertida historia que nace en el mundial de 1970
Hay momentos en la vida en los que a uno le gustaría quedarse a vivir para siempre. El problema es que no se puede. Y, como no se puede —por motivos obvios— el ser humano intenta, primero, retenerlos —a través de la fotografía o del vídeo, por ejemplo—. Cuando se da cuenta de que no es lo mismo revivir aquella experiencia a través de una pantalla que haberla vivido realmente, emprende una búsqueda constante de sensaciones que le trasladen a aquel momento. Y esa búsqueda puede durar toda la vida. Intentará reproducir todos los detalles que recuerde de aquel instante, como si intuyera que hay un...
Hay momentos en la vida en los que a uno le gustaría quedarse a vivir para siempre. El problema es que no se puede. Y, como no se puede —por motivos obvios— el ser humano intenta, primero, retenerlos —a través de la fotografía o del vídeo, por ejemplo—. Cuando se da cuenta de que no es lo mismo revivir aquella experiencia a través de una pantalla que haberla vivido realmente, emprende una búsqueda constante de sensaciones que le trasladen a aquel momento. Y esa búsqueda puede durar toda la vida. Intentará reproducir todos los detalles que recuerde de aquel instante, como si intuyera que hay una única fórmula para alcanzar la verdadera felicidad. Tratará de explicar con palabras todo lo que sintió, en un esfuerzo inútil de involucrar sentimentalmente a personas que no estuvieron allí. Quizás vaya un paso más lejos y convierta aquel instante en su razón vital. Sin adentrarse en materia filosófica, estará peleando por una especie de eterno retorno. ¿Cómo se sentiría si su vida fuera una repetición eterna? En algunos casos, fantásticamente bien.
A algo así aspira el protagonista de Al estilo Jalisco (Panenka), un libro escrito por el mexicano Juan Pablo Villalobos e ilustrado por Julio César Pérez en el que el personaje principal es un hincha que, con siete años, asiste a las gradas del estadio Jalisco en su Guadalajara natal para ver los partidos de Brasil en su camino hacia la final del mundial de 1970. Saldrá enamorado de aquel equipo en el que estaban Pelé, Jairzinho, Rivelino o Gérson hasta el punto de que, una vez cumplidos los 18 y las ideas poco claras, se irá a vivir a Río de Janeiro. Ya instalado en la ciudad, después de algunos trabajos y un par de amores, se le vendrá a la cabeza una idea que, en el fondo, surge para dar respuesta a su inquietud interior: recrear lo vivido en las gradas de aquel estadio. Empezará entonces una original, peligrosa y divertida aventura que lo llevará de vuelta a México, al frente de un extraño espectáculo teatral-futbolístico que le hará constatar que no estaba tan solo en esa intención de instalarse para siempre en el momento en el que fue más puramente feliz.