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Jordan Díaz se lesiona en el cuádriceps en el primer salto y se retira del Mundial de atletismo

El campeón olímpico y europeo llegaba como favorito a Tokio a pesar de haber hecho un solo salto en competición desde los Juegos de París

Allá va Jordan Díaz, piernas lujosamente tapeadas de azul, talonando firme, aparentemente, en el pasillo. Allá clava el pie derecho y empieza a elevarse, y allí, en el aire, apenas iniciado el vuelo, aborta el despegue, su cara es dolor y rabia, no salta, corretea hasta el foso de arena hasta frenarse y regresa. Andando cabizbajo, se acerca a la banda derecha de la pista y apoyado en la valla habla con su entrenador, Iván Pedroso, que está sentado en la primera fila de las gradas. La conversación dura 10 minutos. Pedroso no hace ningún gesto técnico, medio pie para atrás, mete cadera y esas cosas de los técnicos de salto. Tampoco se levanta. Escucha y responde sin moverse. Díaz, el mayor talento mundial del triple salto, el más fuerte y el más delicado, más frágil, ensaya la movilidad de la rodilla derecha pedaleando en el aire, se levanta la malla y se palpa el muslo. El cuádriceps, el músculo alrededor del que todo gira. Dolor. Terminada la conversación, sin levantar aún la cabeza, se dirige a un juez y le dice que le borre, que no sigue.

En el banquillo, con desesperante lentitud y tristeza, el campeón olímpico de París 24 se vuelve a enfundar el chándal, se quita los clavos, se calza las zapatillas de paseo y lentamente siempre, apesadumbrado, el espectacular campeón de Europa en Roma en junio pasado, cuando su mejor marca de 18,18m, el mejor salto mundial en los últimos 10 años, abandona la pista y el Mundial sin haber efectuado ni un solo salto en la serie de calificación.

“Son unas molestias en el cuádriceps derecho totalmente inesperadas porque no tenía nada, llevaba sin tener molestias allí como tres años. Siempre era la rodilla lo que me molestaba”, explicó luego el líder de la selección nacional. “Me sentía física y mentalmente preparado para la competición porque no me molestaba nada. Esto pasa en el deporte cuando llevas el cuerpo al límite”.

La víspera, en conferencia de prensa, Díaz dijo que se sentía bien, que siempre tendría molestias en la rodilla y por eso se pondría esparadrapos de colores, por pura preocupación, pero que había hecho lo necesario para llegar competitivo a Tokio después de haber pasado un periodo de resaca olímpica de 13 meses en el que solo hizo un salto en competición, un intento de 17,16m que le valió el 3 de agosto para proclamarse campeón de España. También en la rueda de prensa recordó la dureza de su especialidad, la necesidad de ser rapidísimo y de aguantar al aterrizar el primer impulso sobre la misma pierna de batida una fuerza de unos 1.000 kilos puestos sobre la balanza, 13 veces su propio peso.

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