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Baloncesto para todos los públicos

Antonio y Nil Pacheco firman un divertido libro sobre el deporte de la canasta

Si a usted le preguntaran cuál es el deporte de equipo en cuyo primer partido las reglas decían, entre otras cosas, que se utilizaría un balón de fútbol; que si el balón salía del campo lo volvería a poner en juego la primera persona en tocarlo; que no estaba permitido avanzar con la pelota en las manos; que si un conjunto cometía tres faltas en un periodo en el que el rival no hubiera cometido ninguna, se le castigaría con un tanto en contra; o que se prohibía golpear al adversario con los hombros, sujetarle, empujarle o ponerle la zancadilla; ¿de qué deporte diría que se trata? Venga, otra p...

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Si a usted le preguntaran cuál es el deporte de equipo en cuyo primer partido las reglas decían, entre otras cosas, que se utilizaría un balón de fútbol; que si el balón salía del campo lo volvería a poner en juego la primera persona en tocarlo; que no estaba permitido avanzar con la pelota en las manos; que si un conjunto cometía tres faltas en un periodo en el que el rival no hubiera cometido ninguna, se le castigaría con un tanto en contra; o que se prohibía golpear al adversario con los hombros, sujetarle, empujarle o ponerle la zancadilla; ¿de qué deporte diría que se trata? Venga, otra pista: el resultado fue de uno a cero. Y la definitiva: dos cestas —o cestos— para guardar melocotones hicieron las veces de objetivo para anotar los puntos. Efectivamente, es el baloncesto. Y se inventó en Estados Unidos, donde parece que están haciendo marketing incluso cuando solo están describiendo las cosas como son.

Esa estrategia —la de hablar de las cosas como son— también suele funcionar en la literatura. Si un libro es divertido, cuenta cosas interesantes y te lleva de una página a otra con naturalidad es bastante probable que sus autores sepan de lo que hablan, se lo hayan pasado bien escribiéndolo y tengan ese punto de pasión tan necesaria para transmitir mensajes. En El básquet es para listos (geoPlaneta) se perciben todas esas virtudes. Las han puesto al servicio de la causa el publicista Antonio Pacheco y su hijo Nil, que han contado con las ilustraciones de Fernando del Hambre para construir un volumen en el que comparten 133 historias “para saber más que los mayores”. Pero es, en realidad, un libro destinado a todas las edades. Porque está escrito desde el cariño al baloncesto, la curiosidad, el conocimiento y, sobre todo, porque se nota en cada palabra el respeto hacia sus lectores —a los pequeños y a los grandes—. La primera frase, que arranca una sonrisa —incluso una carcajada— marca el tono de un volumen cuya lectura se puede compartir y que parece un partido de baloncesto: suceden tantas cosas que es imposible no disfrutarlo.

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