Final de la Copa del América: Una alianza con las olas para vencer al Team New Zealand

Ineos Britannia confía en que la mayor altura del oleaje prevista este miércoles reduzca las diferencias con el intratable equipo neozelandés, que vence 4 a 0

El AC75 del Ineos Britannia, por delante del Team New Zealand en un momento de la cuarta regata de la final de la Copa del América de Barcelona, el lunes.Albert Gea (REUTERS)

Bleddyn Mon (Bangor, Gales, 32 años) es el hombre de las dos caras. Diseña y navega al mismo tiempo en un caso único en la Copa del América. Ingeniero aeroespacial de formación, es analista de rendimiento del Ineos Britannia y uno de los controladores de vuelo (los conocidos trimmers que dominan los foils) a bordo del AC75 en la final de la Copa del América. Todo en uno. Este miércoles volverá a zarpar en la cuarta jornada del Match contra el intratable ...

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Bleddyn Mon (Bangor, Gales, 32 años) es el hombre de las dos caras. Diseña y navega al mismo tiempo en un caso único en la Copa del América. Ingeniero aeroespacial de formación, es analista de rendimiento del Ineos Britannia y uno de los controladores de vuelo (los conocidos trimmers que dominan los foils) a bordo del AC75 en la final de la Copa del América. Todo en uno. Este miércoles volverá a zarpar en la cuarta jornada del Match contra el intratable Team New Zealand, que ha ganado los cuatro duelos anteriores y solo necesita tres triunfos más para alzar la Jarra de las Cien Guineas. Para revertir la situación, Mon cuenta con un aliado inesperado: el oleaje de Barcelona.

Las previsiones señalan que las olas del campo de regatas de Barcelona tendrán una altura de aproximadamente un metro, la mayor altura registrada en la ronda definitiva. Y en una situación desesperada, el regatista observa las previsiones como una oportunidad. “Tendremos olas más altas que en otros días y estos barcos se comportan de manera ligeramente diferente dependiendo de las condiciones. Revisaremos las carreras que hemos competido así porque tuvimos un buen rendimiento”, avisa. Los resultados verifican su análisis: de las cuatro regatas disputadas con un oleaje tan alto en la final de la Louis Vuitton Cup (la competición que tuvieron que ganar al Luna Rossa italiano para desafiar al Defensor neozelandés), ganaron tres.

Mon compite en la Copa del América porque de pequeño pasaba las vacaciones en una playa de la isla de Anglesey (Gales) donde había un club náutico. Su padre había navegado alguna vez de pequeño y animó a sus hijos a probarlo. Al pequeño Bleddyn le gustó y siguió los pasos de sus hermanos, que empezaron a competir con el paso de los años. “Nos compramos una furgoneta Volkswagen y recorríamos el país con las barcas en el remolque”, explica en una entrevista a los medios del equipo. “Fue una pesadilla logística porque mis padres no tenían experiencia en competiciones de vela, pero lo aceptaron”, ríe.

Entró en el circuito olímpico para los Juegos Olímpicos de 2012 y 2016, pero los resultados no llegaron y se centró en sus estudios universitarios. Rápidamente llamó la atención de las mejores empresas y apareció antes en la BBC por sus méritos académicos que por sus resultados deportivos. Ganó un premio por haber diseñado un simulador de barco en tierra firme que se balanceaba como en el mar y que era capaz de simular el viento. Lo mejor, sin embargo, fue trabajar un año en el equipo Red Bull de Fórmula 1, aunque la experiencia agudizó su amor por el mar. “Conseguí un trabajo en el equipo de aerodinámica durante un año. Aprendí muchísimo, pero lo mío era la vela”, prosigue.

No fue hasta 2015 cuando no hizo el salto en la Copa del América de la mano del Ben Ainslie Racing, el equipo del cuatro veces campeón olímpico y actual patrón de Ineos Britannia, de cara a la edición de 2017 en Bermuda. Comenzó centrado en el equipo de diseño pero poco a poco empezó a navegar más. “Éramos un equipo nuevo y desarrollamos mucho el diseño y el rendimiento del barco”, recuerda.

Como analista y regatista, Mon es la bisagra perfecta para trasladar las necesidades de a bordo a las datos de los analistas y viceversa, una comunicación que no siempre es fácil porque a menudo el deportista y el ingeniero hablan idiomas distintos. No es el caso de Mon, que conoce ambos mundos de primera mano y que señala las virtudes del Team New Zealand en la Copa del América de Barcelona. “Cuando los kiwis se adelantan, es muy difícil adelantarles. Son muy buenos controlando la situación y poniendo su barco en una posición que nos hace difícil avanzar”, señala.

Por ello señala la importancia de las presalidas. Ineos ha detectado que los neozelandeses adoptan diversas tácticas, a diferencia del Luna Rossa italiano. “Las presalidas están siendo más cambiantes. [En la Louis Vuitton Cup] vimos que Luna Rossa tenía un patrón de lo que les gustaba hacer; pero el Team New Zealand y nosotros estamos cambiando más los planteamientos iniciales. Será importante el inicio”, señala.

En las cuatro regatas disputadas, los expertos señalan que el Team New Zealand apenas ha cometido errores. Y con un paquete de nuevos complementos tecnológicos, su rendimiento está siendo excelente con vientos cambiantes. Pero su respuesta con un oleaje alto no está tan claro. La falta de precedentes abre un interrogante porque a mayor altura de la ola, más difícil es la navegación al aumentar el riesgo de que los foils queden fuera del agua y que la embarcación pierda su punto de apoyo. En las Round Robin (las fase previa) y en la regata preliminar de agosto (sin impacto competitivo) solo hubo un día en que el oleaje superó un metro de altura y el Team New Zealand perdió contra American Magic (Estados Unidos). Mon señala las olas. Y el Ineos atisba esperanza.

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