Marta García gana el bronce en la prueba de los 5.000 metros en el Europeo de Atletismo

La atleta castellanoleonesa consigue la primera presea para la delegación española en el campeonato continental

Marta García celebra el bronce en la prueba de los 5.000 metros.Aleksandra Szmigiel (REUTERS)

¿Cuánto dura la vida? ¿Qué distancia hay entre el todo y la nada? ¿100 metros, quizás? ¿16, 43s en una recta azul azzurro y al fondo una figura de naranja que corre rápido pero que poco a poco, como un muñeco mecánico al que se le acaba la cuerda, se va parando, parando, y, al contrario, quien le persigue, también de naranja, y un poco de amarillo, casan tan bien los dos colores, parece que después de cada paso veloz recibe más energía, de la pista, de las zapatillas o de su espíritu, que se niega a no alcanzar la sombra que huye? Son los 5.000m de Marta García, la atleta castellanoleonesa, que en la última vuelta de los 5.000m, cuando parecía que debía rendirse, pues poco a poco se había ido quedando atrás, resurge, renace, y acelera, y la enorme coleta que llega hasta el fin de su espalda se agita, olas, y después de adelantar a la finlandesa Nathalie Blomqvist, que unos metros antes la había dado por muerta tras superarla, persigue desesperada a la neerlandesa Maureen Koster, y, más allá de toda esperanza, la supera en los últimos metros. Marta García, de 26 años, médica y atleta profesional en Sankt Moritz, es medallista de bronce y, de paso, con sus 14m 44,04s, bate el récord de España, el 14m 44,96s, que estaba en poder de la fenomenal atleta gallega, una adelantada a sus tiempos, Julia Vaquero, desde 1996.

“A falta de dos vueltas estaba tan mal que dejé de pensar en las medallas por un momento, pero en la recta final la he visto ahí y he dicho, tío, todo lo que estás sacrificando y ahora no vas a hacer un miniesfuerzo más, esto no es nada comparado con lo que llevas haciendo en los dos últimos años, y he sacado fuerza de no sé dónde. No lo veía para nada cerca, pero he pensado, Marta, está ahí, inténtalo, inténtalo, y han corrido las piernas. Empuja, empuja, empuja, empuja”, dice, sudorosa y emocionada. “Y me alegro de haberle echado cojones, porque a falta de dos vueltas estaba sufriendo, pero bueno, mi novio me dice que piense que todas sufren igual que yo, y verdad era”.

Por delante de la pelea de la española por el bronce, en la lucha por la victoria, la italiana Nadia Battocletti (14m 35,29s, récord de los campeonatos) atacó y derrotó en la última vuelta a la noruega Karoline Grovdal (14m 38,62s), quien, en admirable emulación de la británica Paula Radcliffe se puso al frente de las 22 finalistas desde la primera vuelta, y con su ritmo sostenido de 2m 57s el kilómetro, colocó a todas en fila india tras ella y a todas, una a una fue agotando. Pudo con todas salvo con la italiana, quien, como las etíopes y las kenianas con la británica, esperó su momento para cambiar y ganar, y un último mil de 2m 42s (56s el último 400m, y 100m en 13,37s).

“Esto llega porque ella ahora es la primera vez que entrena como una atleta profesional”, explica su entrenador, el alemán Thomas Dreissigacker. “Porque antes, cuando estudiaba, no tenía el apoyo que tiene ahora. Ella vino al grupo y en realidad ya era una buena atleta. Y estaba, con su antiguo entrenador, con Uriel Reguero, bien preparada. Hizo un buen trabajo, creo, porque estaba estudiando medicina y fueron años duros. La prepararon muy bien en muchas áreas diferentes como el trabajo en el gimnasio, el trabajo en la pista, el trabajo de resistencia. Estaba preparada para dar el siguiente paso y entrenar más, independientemente de si lo hago yo con ella o lo hace otra persona. Estaba preparada para dar el paso de ser una atleta profesional. No siempre es una vida fácil. Es dura. Tienes que quedarte aquí, en la montaña. No puedes quedarte siempre en casa. Tienes que estar por el mundo y esas cosas”.

El bronce de Marta García --nacida en León, crecida en Palencia, estudiante en Valladolid-- es la primera medalla del atletismo español en los Europeos de Roma en un primer día marcado por el cuarto puesto torpe y doloroso de Laura García-Caro y el magnífico quinto de la lanzadora de peso gallega Belén Toimil. Es también el triunfo de una decisión, pasional y meditada a la vez, y de un sacrificio. Después de graduarse en Medicina en la Universidad de Valladolid, Marta García decidió que en vez de hacer el MIR intentaría la aventura del atletismo profesional. Escribió a la gente del equipo OAC, el de las zapatillas On y el salmantino Mario García Romo, que la admitió, y le dijo, para ser atleta 24 horas tienes que olvidarte de tu vida, de tu pareja, de tu conciliación, entrenarte en invierno en Sudáfrica y en primavera en Sankt Moritz, vida de monja en apartamento y aburrimiento, salvo para entrenar. “Es sacrificio, sí”, dice. “Pero yo creo que un que sarna con gusto no pica y es algo que quería hacer y que no me podía quedar con las ganas y esa fue mi mentalidad cuando decidí tomar el camino de ser deportista profesional y apartar la medicina así que creo que nunca me voy a poder arrepentir de haber intentado llegar a lo máximo que mi cuerpo me permite. Mentalmente, es muy cansado, pero eso es la vida, está llena de emociones. Hay muchas personas, seguro, preguntándose qué habría pasado si en su momento se hubieran atrevido a dar un paso arriesgado, y es algo que llevarán siempre dentro, y yo no quería que me pasara eso a mí”.

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