¿Qué tiene el Madrid contra la estadística? Así extiende su brutal racha en Champions
Desde 1998, ha jugado nueve finales para ganarlas todas, logrando un pleno que representa una anormalidad probabilística: solo debía pasar una de trescientas veces
Tenemos que hablar de lo que el Real Madrid le está haciendo a la estadística. Su racha de victorias en las finales de Champions —este sábado logró la 15ª copa de Europa— es un dato alucinante, una secuencia improbable que deja sin palabras a los que, como yo, creemos en el poder de los números para explicar fenómenos naturales. Desde 1998, los blancos han jugado nueve finales y las han ganado todas, en una secuencia que amenaza a la probabilidad.
El Madrid ha convertido ...
Tenemos que hablar de lo que el Real Madrid le está haciendo a la estadística. Su racha de victorias en las finales de Champions —este sábado logró la 15ª copa de Europa— es un dato alucinante, una secuencia improbable que deja sin palabras a los que, como yo, creemos en el poder de los números para explicar fenómenos naturales. Desde 1998, los blancos han jugado nueve finales y las han ganado todas, en una secuencia que amenaza a la probabilidad.
El Madrid ha convertido en norma algo anormal: ganar siempre. Lo digo después de hacer los cálculos. En el gráfico muestro la probabilidad que tenía de ganar cada final —una vez alcanzada—, y la de encadenar toda la secuencia de victorias. Conclusión: ganar las nueve finales era un suceso de probabilidad 1 en 300.
Para estimar las probabilidades he usado la puntuación Elo. La métrica, original del ajedrez, mantiene una valoración de cada equipo según sus resultados. Tras cada partido, los rivales se intercambian puntos en función del resultado y su nivel. Además, las puntuaciones se pueden traducir en probabilidades. Por ejemplo, cuando se enfrentan dos equipos separados por 108 puntos Elo, como Real Madrid (1988) y Borussia Dortmund (1879 puntos), el método dice que el primero es favorito y debería ganar dos de tres veces.
La secuencia triunfal del Madrid también sorprende al mercado de apuestas. Si alguien hubiese apostado por el Madrid en las últimas cinco finales, habría multiplicado su dinero 25 veces.
La estadística decía que el Madrid podía perder. No era un pronóstico alocado, porque cualquier que viese el partido entiende que —en lógica— podría haber sido derrotado. Una final se parece a lanzar una moneda al aire, aunque no esté perfectamente calibrada, siempre hay opciones para dos equipos. ¿Qué es lo extraño con el Real Madrid? Que llevan tirando monedas desde 1998, contando ya nueve lanzadas, y en todas salió cara. Como si hubiesen hackeado las finales de Champions.
¿Otra señal de que la racha es rarísima? Van tres veces que escribo este artículo. La secuencia de victorias ya era improbable en 2018, más en 2022 y más ahora. Aquí seguimos.
El camino a la final: nada fácil
En 2022, el Madrid también hizo tiritar a la estadística durante toda la fase de eliminatorias, imponiéndose a Chelsea, City y Liverpool cuando no era (en teoría) superior. En este año ha sido diferente.
Según el modelo estadístico de Opta Analyst, los blancos eran el segundo mejor equipo en octavos, con un 15% de opciones de ganar el trofeo, solo por detrás del City, que ganaba con probabilidad 32%.
Estos números elevan el mito del Madrid porque nos recuerdan que ganar un torneo por eliminación exige exponerse a la suerte. Por eso, aunque City y Real Madrid eran los favoritos en octavos, la mitad de las veces ganaría otro club. Aunque seas favorito en casi cada cruce, el riesgo de tropezar existe y se acumula.
En realidad, la anormalidad de los blancos es doble: evita la mala suerte cuando enfrenta a equipos teóricamente inferiores; e invoca a la fortuna cuando se enfrenta a otros favoritos.
¿Cómo se puede explicar el éxito del Madrid en Champions? Los escépticos podemos esgrimir tímidos argumentos. Por ejemplo, es lógico pensar que los favoritos ganarán más finales, porque es cuando sacan a relucir su nivel. Pero eso no basta. Las victorias del Madrid hay que atribuirlas a la suerte, que es una tesis cada día menos convincente, o explicarlas por una miríada de detalles que lo hagan especial.
Algún día haremos un profundo análisis para tratar de entender.
Mientras tanto, me quedo con la hipótesis de la profecía autocumplida. La magia madridista no existe, pero es natural que crean en ella sus jugadores y sus rivales. Aunque sea un poco, entre dudas, por un instante. En esos minutos especiales, en mitad de un partido mítico, con el corazón bombeando, cuando los segundos se escurren y es imposible pensar con claridad. Y en ese momento, ¿no será más fácil remontar si sientes que la fortuna os ayuda? Y al revés: si fallas una ocasión clara, y enfrente está el Real Madrid, ¿no es inevitable dudar? Quizás la leyenda del Madrid se ha gestado por azar —como un golpe de viento que levanta la arena para darle forma de castillo—, pero esa leyenda es ahora una realidad, y como todo relato, tendrá consecuencias también reales.
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