Jenni Hermoso encaja la última pieza del ‘caso Rubiales’
La futbolista está citada este martes en la Audiencia Nacional para declarar por el beso “no consentido” del expresidente de la Federación y las supuestas coacciones. El juez Francisco de Jorge prevé que su interrogatorio sea el “último”
La vida de Jenni Hermoso entró en una vertiginosa montaña rusa el pasado 20 de agosto, cuando el entonces presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, agarró con ambas manos la cabeza de la jugadora y le propinó un beso en la boca durante la entrega de medallas del Mundial. La delantera acababa de ganar la primera estrella para la selección femenina, pero ese momento provocado por el máximo directivo (captado por las cámaras de televisión) lo eclipsó todo. Y y...
La vida de Jenni Hermoso entró en una vertiginosa montaña rusa el pasado 20 de agosto, cuando el entonces presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, agarró con ambas manos la cabeza de la jugadora y le propinó un beso en la boca durante la entrega de medallas del Mundial. La delantera acababa de ganar la primera estrella para la selección femenina, pero ese momento provocado por el máximo directivo (captado por las cámaras de televisión) lo eclipsó todo. Y ya nada iba a ser lo mismo. Bajo el lema “Se acabó”, las internacionales se levantaron contra un mandatario que se aferraba al cargo de una federación que supuraba machismo y, acompañadas por una ola de solidaridad que traspasó fronteras, pusieron patas arribas el sistema. Ahora, más de cuatro meses después de aquel instante, Hermoso se dispone a encajar la última pieza del puzle en la investigación judicial que se abrió de forma paralela.
Francisco de Jorge, magistrado de la Audiencia Nacional, ha citado a las 10.00 de este martes a Jenni Hermoso para tomarle declaración. El juez, que abrió el caso Rubiales a principios de septiembre tras recibir una querella de la Fiscalía, considera que sus pesquisas se encuentran “prácticamente” finalizadas y que, si no se producen sorpresas de última hora, este interrogatorio será previsiblemente el “último”. Después, el instructor deberá decidir si cuenta con indicios suficientes para proponer que se juzgue al expresidente de la RFEF o a alguno de los otros tres imputados (Albert Luque, Jorge Vilda y Rubén Rivera).
El origen. A finales de agosto, cuando el escándalo copaba los medios de comunicación, en la Fiscalía no tenían todas consigo de que pudiera prosperar la vía penal contra Rubiales con los elementos que entonces tenían sobre la mesa. El ministerio público había recibido varias denuncias de particulares y asociaciones, pero no abrió diligencias hasta que la jugadora emitió un comunicado en el que denunciaba que se sintió “vulnerable” y “víctima de una agresión”. Fue un primer paso, al que le siguió una contundente declaración de Hermoso en la sede de la Fiscalía General del Estado. Allí, a puerta cerrada y ante Marta Durántez, teniente fiscal de la Audiencia Nacional, la futbolista describió una historia que iba más allá del beso “no consentido” y que incluía toda una batería de presiones desplegadas en el seno de la federación para que la delantera saliera en público a “justificar” la acción del presidente.
El relato de la jugadora se convirtió en el principal sostén de la querella de la Fiscalía —“Yo no busqué ese momento ni hice nada para que se llevase a cabo este acto”, dijo— y servirá de base para su interrogatorio de este martes, al que acude como víctima. Sus palabras, además, se han visto reforzadas en este tiempo por cerca de una decena de testigos, que han respaldado su versión: entre ellas, cuatro compañeras de selección (Alexia Putellas, Irene Paredes, Misa Rodríguez y Laia Codina).
Dos delitos. El magistrado De Jorge ha centrado sus pesquisas en los dos delitos que se le pusieron sobre la mesa en la querella inicial. Al estudiar el primero, uno de agresión sexual por el beso en la boca, el juez se ha topado con dos versiones opuestas. Hermoso niega que diera su consentimiento —como, según han subrayado varios testigos al juez, ella misma les contó en las horas y días posteriores—. Por su parte, durante su declaración como imputado, de la que salió con una orden de alejamiento de 200 metros, Rubiales afirmó que la deportista le había dado luz verde para el “piquito” y que, incluso, “se fue muerta de risa” de la entrega de medallas. Para reforzar su tesis, la defensa pidió la comparecencia de dos expertos en lectura labial; quienes, sin embargo, no pudieron confirmar que la presunta víctima consintiera, ya que las cámaras la captaron de espaldas.
El sumario ha ahondado en un segundo delito de coacciones, por las supuestas presiones desplegadas en las horas y jornadas posteriores contra la deportista y su entorno para que salieran en público a restar importancia a la acción de Rubiales, que se encontraba cada vez más acorralado. En este punto entran en juego los otros tres imputados: Jorge Vilda, quien sería después destituido de su puesto de seleccionador del combinado femenino; Albert Luque, director de la selección (masculina); y Rubén Rivera, responsable de marketing de la federación.
Presiones. La credibilidad de Vilda se encuentra cuestionada. El entrenador negó que participara en cualquier tipo de coacción a Hermoso siguiendo directrices del presidente de la RFEF y aseguró, incluso, que se dirigió a la familia de la jugadora para interesarse por ella porque la apreciaba. Otros testigos le contradicen. Rafael del Amo, presidente del Comité Nacional del Fútbol Femenino, explicó al juez que vio cómo Rubiales le decía al seleccionador que fuera a hablar con el hermano de la delantera durante el vuelo de regreso a España desde Sídney (Australia). Y el hermano, así como un amigo presente en esa conversación mantenida en el avión, añadieron que Vilda les presionó y dijo que pensaran en las “consecuencias personales y profesionales” que podía sufrir la deportista.
Con el mismo supuesto objetivo, a Luque y a Rivera se les sitúa en Ibiza, donde las futbolistas celebraron el título. Luque, muy próximo a Rubiales, reconoció que intentó hablar con Hermoso en plena polémica (cuando ella había optado por aislarse lo máximo posible); pero se justificó en que solo buscaba darle la enhorabuena por el éxito en el torneo. Su versión choca con un mensaje de móvil que envío a una amiga de la jugadora y que rezaba así: “Me parece tan injusto lo que se le está haciendo a Luis. Me parece de tanta bajeza humana la actitud de Jenni... Tan poca empatía y humanidad... Un simple gesto: quitarle a una persona [el] marrón más grande de su vida. Sabiendo ella que hay mala fe cero, subiéndose al carro de matarlo... Tan injusto [...] ¿No recibir al director deportivo de la RFEF y amigo dos minutos? Solo le deseo en la vida, que le devuelva lo que le está haciendo pagar a una persona injustamente”. Por su parte, Rivera alegó que se encontraba en la isla porque, como trabajador de la federación, había organizado el viaje y ejercía como una especie de conseguidor para las campeonas del mundo.
Causa blindada. La expectación para este martes es máxima. Se prevé que, tras unos meses de calma, la declaración de Hermoso devuelva el caso Rubiales al ojo del huracán. La repercusión ya fue mayúscula en septiembre y fuentes de uno de los Juzgados Centrales de Instrucción aseguran que, en los últimos meses, han detectado un aumento de las denuncias presentadas por presuntos delitos de agresión sexual cometidos en el extranjero, sobre los que tiene competencia la Audiencia Nacional. Igualmente, el magistrado De Jorge, que lleva menos de un año en este tribunal y que vio cómo estas pesquisas se convertían en su primera gran causa mediática, ha tratado de blindar el sumario para evitar filtraciones. El juez ha dejado de facilitar a las partes el audio y vídeo de los interrogatorios, y advirtió a los abogados de que se podrían estar cometiendo delitos con esas divulgaciones: sobre todo, después de que se difundiese el testimonio en la Fiscalía de la futbolista, que ostenta la condición de víctima de un presunto delito de agresión sexual y que ya pidió “protección“ al instructor para preservar su intimidad.
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