Mucho sudor y poco juego en el triunfo del Barcelona sobre Osasuna

El equipo azulgrana se adelantó en el último minuto de la primera parte, vio cómo Chimy empataba y sumó los tres puntos con un penalti

Lewandowski marca el penalti que le vale el triunfo al Barcelona.EFE/Jesus Diges (EFE)

Al Barcelona le costó más de lo esperado llevarse los tres puntos de Pamplona. Frente a un Osasuna deprimido que fue cogiendo color con el paso de los minutos, tuvo que ser Lewandowski, de penalti, el ejecutor del equipo navarro después de que Chimy Ávila neutralizara el tanto en la primera parte de Koundé. No tuvo fluidez el Barça durante muchos minutos y le costó interpretar a su rival cuando los rojillos se lanzaron al abordaje.

Xavi tuvo que dar minu...

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Al Barcelona le costó más de lo esperado llevarse los tres puntos de Pamplona. Frente a un Osasuna deprimido que fue cogiendo color con el paso de los minutos, tuvo que ser Lewandowski, de penalti, el ejecutor del equipo navarro después de que Chimy Ávila neutralizara el tanto en la primera parte de Koundé. No tuvo fluidez el Barça durante muchos minutos y le costó interpretar a su rival cuando los rojillos se lanzaron al abordaje.

Xavi tuvo que dar minutos, como consecuencia de lo que estaba pasando en el campo, a todo el fondo de armario que ha acumulado con las inscripciones de la última semana. Cancelo, Joao Félix e Iñigo Martínez saltaron al terreno durante el choque; el primero para mantener el orden, el segundo para intentar el asalto y el tercero para defender el fuerte. No hubo tormenta en Pamplona como en gran parte del país, sino una temperatura suave, ni el vendaval barcelonista que se podía prever con un equipo local herido después de la eliminación europea. Convivían las aficiones en los alrededores de El Sadar, una zona de Pamplona en la que poco más que convivir en las tabernas de las esquinas del campo se puede hacer, y luego irse al otro lado del estadio a recibir a los autobuses de los equipos, un clásico en el estadio rojillo que calibra el ambiente, suave como el tiempo esta vez.

Resacoso Osasuna después del palo en la Conference, Arrasate cambió el equipo de arriba a abajo; desde la portería hasta la delantera. De los once de Brujas solo repitieron dos, una apuesta que casi sale mal desde el primer minuto, cuando en el acercamiento inicial del Barça, los jugadores de Xavi dispusieron de una oportunidad triple, pero ni a la primera Gündogan, que remató de cabeza hacia fuera en vez de enfocar la portería, ni a la segunda De Jong, que estrelló su remate en el poste, ni a la tercera Lewandowski, con toda la zaga vencida, pudieron celebrar un gol que parecía hecho.

Era la primera declaración de intenciones de un Barcelona en el que Gavi recibía con comodidad en la zona ancha y De Jong encontraba espacio suficiente para girarse y enfilar camino del área. Fueron unos minutos iniciales en los que parecía que el Barça podría imponer sus ideas incluso por aplastamiento. Tenía la pelota, la manejaba, y hacía correr a los jugadores de Osasuna de lado a lado. Pero a los rojillos no les faltaba energía. Fueron ajustando las marcas, atornillaron a los creadores azulgrana y dejaron seco al fenómeno Yamal, que aislado en la derecha, demasiado pegado a la banda, apenas intervenía en el juego de su equipo. Osasuna empezó a creer que podía dar algo más después de que Arnaiz recibiera un balón casi sin ángulo que obligó a Ter Stegen a reaccionar metiendo la mano.

El equipo local encontró la tecla y durante algunos minutos empujó al Barcelona a su campo, mientras le obligaba a pensar demasiado para encontrar los caminos que llevaban a Aitor. A la media hora, los rojillos pudieron adelantarse en una pared que culminó Areso con un pase atrás a Aimar Oroz, que golpeó demasiado suave, dándole tiempo a reaccionar a Ter Stegen, que sacó el remate.

No daba más de sí el Barça, al que se le había apagado la luz de posición. Llevaba el mando, como corresponde a un equipo con su jerarquía pero sin percutir como al principio, en el área de Osasuna. Y cuando languidecía la primera parte, en una acción más práctica que brillante, es decir, en un lanzamiento de esquina, Koundé acertó a enganchar de cabeza el centro preciso de Gündogan desde la derecha. No dio tiempo ni a sacar de centro. Pedía falta el equipo local, pero fue más un ejercicio de frustración que otra cosa.

Reseteó Osasuna en el comienzo de la segunda parte, mientras el Barça se entregaba al dolce far niente, confiado al marcador y a la calidad de sus futbolistas, que siempre asustan en sus aproximaciones al área local, pero menos en un segundo capítulo que comenzó sin ideas. Xavi quiso darle una vuelta de tuerca al asunto y le dio minutos a Ferrán y la primera aparición con el escudo azulgrana a Joao Cancelo. Sentó a Sergi Roberto y a Yamal, que no había enviado señales de actividad tras el descanso.

Osasuna se puso en modo 5G y se dispuso a quemar las naves. Salió al campo Chimy Ávila, al que solo le hace falta una chispa para encenderse, y su equipo le respaldó arrinconando al Barcelona, hasta que en el minuto 75, recibió un balón en las cercanías del área, se buscó espacio corriendo en paralelo a la frontal, como tantas veces ha hecho su compatriota Messi, y cuando encontró el momento, disparó pegado al palo con Ter Stegen haciendo la estatua. Las gradas de El Sadar se encendieron, mientras Xavi intentaba mantener la sangre fría en ese momento en el que todo comenzaba de cero. Hizo debutar a Joao Félix para alimentar la caldera, pero fue Lewandowski quien devolvió las cosas al sitio que quería su equipo. Recibió un balón en la frontal del área, se dio la vuelta para enfilar hacia Aitor y Catena le agarró del brazo. Fue penalti, que transformó el artillero polaco, y expulsión. Con uno menos, no cejó Osasuna, que lo intentó de todas las maneras y obligó al Barça a su tercer estreno de la noche, el de Iñigo Martínez, para reforzar la zaga en los minutos de descuento. Con el partido roto, resolvieron los barcelonistas con solvencia ante un equipo local demasiado cansado para que fluyeran las ideas.

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