Messi sigue los pasos de Beckham
Miami le ofrece al astro argentino una vía para enfocar su futuro cuando cuelgue las botas tal y como lo enfocó el inglés, que ha maximizado ganancias con su alianza con la MLS
En el verano de 2007, David Beckham completó la mudanza desde Madrid a Los Ángeles. Había recibido, según explicó en un comunicado, una oferta de renovación con el club blanco por dos años, pero con 32 años decidió comprometerse con LA Galaxy, una de las diez franquicias que fundaron en 1996 la Major League Soccer, una iniciativa germinada como parte del compromiso adquirido por los federativos norteamericanos para albergar el Mundial dos años antes. El fútbol nunca lo tuvo fácil en Estados Unidos. La MLS llegó para cubri...
En el verano de 2007, David Beckham completó la mudanza desde Madrid a Los Ángeles. Había recibido, según explicó en un comunicado, una oferta de renovación con el club blanco por dos años, pero con 32 años decidió comprometerse con LA Galaxy, una de las diez franquicias que fundaron en 1996 la Major League Soccer, una iniciativa germinada como parte del compromiso adquirido por los federativos norteamericanos para albergar el Mundial dos años antes. El fútbol nunca lo tuvo fácil en Estados Unidos. La MLS llegó para cubrir un ominoso vacío de una década sin liga nacional, pero en 2007, once años después de echar a rodar el balón, apenas había logrado captar tres franquicias más. En 2013, cuando Beckham colgó las botas, ya eran 19. Hace un par de semanas se anunció la llegada de la número 30, San Diego, el cuarto equipo radicado en California. La llegada de Lionel Messi a la liga se entiende ahora en un contexto de consolidación y con otro Mundial por medio, el que se disputará en 2026 con Miami como una de las sedes. El astro argentino tendría entonces 39 años y en ese momento acabaría el vínculo con su nuevo club, en el que, con todo, tendrá cláusulas liberatorias al final de cada temporada.
Una mirada superficial sobre aquel contrato que firmó Beckham en 2007 alertaba sobre la disminución de sus ingresos respecto a lo que le pagaba el Real Madrid. “Beckham se va a Hollywood para convertirse en un medio actor”, resolvió Ramón Calderón, entonces presidente del club blanco. Pero había más. El futbolista se llevaba un porcentaje por entradas, merchandising e incluso de los ingresos por ventas en días de partido, de manera que cada vez que alguien se comía un perrito caliente en la grada del estadio de los Galaxy estaba nutriendo la cuenta corriente de la estrella del equipo. A mayores, una cláusula del vínculo de Beckham con los Galaxy y con la MLS le abría la posibilidad de optar a crear una nueva franquicia para la Liga por un precio de 25 millones de euros, una ganga si se considera que los propietarios de San Diego acaban de desembolsar 463 millones de euros por obtener el derecho a participar en la Liga. Forbes apunta que el valor de una franquicia como Los Ángeles Football Club, que se estrenó hace cinco años, se dispara al billón de euros.
En octubre de 2013, la BBC informó de que Beckham estaba a punto de instalarse como dueño de un equipo en Miami y que manejaba ofertas de hasta doce grupos de inversión dispuestos a asociarse, entre ellos uno integrado por LeBron James, entonces emblema de Miami Heat, en la NBA. Beckham se define a sí mismo como “obstinado y paciente”. La construcción del equipo se demoró cuatro años desde que en febrero de 2014 se confirmó que iba a ejercer su opción hasta que se le concedió la franquicia en Miami. Y a partir de ahí hubo que esperar dos temporadas más antes de que el nuevo equipo saltase al campo. El 30 de enero de 2018 Lionel Messi lanzó una publicación en Instagram para saludar la llegada del proyecto, felicitar a Beckham, desearle mucha suerte y dejar un guiño: “Quien sabe si en unos añitos puedes hacerme un llamadito…”.
El teléfono le sonó a Messi en mitad de la cuarta temporada de la corta historia del Inter Miami, construido a partir de la alianza de Beckham con los hermanos Mas, Jorge y José, empresarios de origen cubano asociados a Amber Capital, un fondo de inversión que hace un año adquirió la mayoría accionarial del Zaragoza y se ha instalado también en la liga francesa para llevar al Lens a la Liga de Campeones. El Padova italiano y el histórico Millonarios colombiano completan su inversión en el fútbol. Amber es también accionista de PRISA, grupo editor de EL PAÍS.
En ese escenario no parece complicado imaginar que Messi recorra un camino similar al de Beckham para tratar de orientar su futuro cuando no corra detrás de un balón. Esta semana, The Athletic aludió a varias fuentes que confirman que la opción de acceder al porcentaje de un equipo de la Liga estaba sobre la mesa de negociaciones. O quizás pilotar un desembarco en Las Vegas, destino anhelado por la MLS. Al margen de ese recorrido por hacer, las opciones para conformar alianzas y obtener ingresos se han multiplicado respecto a hace 16 años. Los contextos cambian. Así, si Beckham cobraba por cada perrito o hamburguesa, el astro argentino lo hará por cada acceso televisivo en virtud del acuerdo que acaba de firmar la MLS con la plataforma de streaming de Apple por diez años y casi 3.000 millones de euros. También Messi ha pactado con Miami y la liga norteamericana un porcentaje de las ventas de Adidas, que viste a todos los equipos de la competición en virtud de un contrato que finaliza en 2030. Extrapolado a España, y en un hipotético escenario similar, sería complicado imaginar que hace unos años cualquier aficionado del Real Madrid que comprase una camiseta de su equipo le estuviese dando dinero a la estrella del Barcelona. Pero eso es América.
Al final también está el fútbol. Porque Messi todavía se viste de corto. Este verano llegará a un equipo en problemas, último en la Conferencia Este, la competición se divide en dos, cuando la campaña está en su ecuador. El Inter Miami apenas suma cinco triunfos en 16 partidos y Beckham, al que en la web del club se describe como propietario y presidente de operaciones, acaba de firmar la destitución de su amigo Phil Neville. En el banquillo ejerce un interino, el argentino Javier Morales, que los albores del club se había integrado en su academia.
El devenir del nuevo equipo de Messi no conoce una línea recta. El 1 de marzo de 2020 jugó el primer partido de su historia en Los Ángeles, el segundo fue en Washington y la pandemia le impidió estrenarse en casa. Esa primera campaña se cerró en una burbuja, con el equipo apeado en la eliminatoria previa de acceso a los play-off y, además, con una severa sanción que vence a finales de este año y que lastra su inversión en futbolistas que no sean los tres que la MLS permite al margen del tope salarial. El Inter obvió esa norma en la contratación del campeón del mundo Blaise Matuidi, que apenas jugó 16 partidos con el equipo. A esta altura, el equipo juega en una sede provisional, Fort Lauderdale, a 40 kilómetros de Miami, donde se aguarda que en dos años esté levantado un nuevo coliseo, el Freedom Park, con un aforo inicial para 25.000 espectadores, el doble del promedio de seguidores que siguen al equipo a día de hoy. En Miami fracasó un primer proyecto en la MLS, los Fusion, que contrataron al colombiano Carlos Valderrama como señuelo para la afición, apenas duraron cuatro años y, entre deudas, echaron el cierre en 2001 tras ganar su conferencia y caer en las semifinales de la competición.
Messi llegará a tiempo para tratar de alzar al equipo en la MLS y ayudarle en la US Open Cup, una competición del K.O. que otorga una plaza en la Liga de Campeones de la Concacaf y en la que el Inter Miami se ha colado en semifinales tras eliminar a rivales de categorías menores. A finales de agosto se medirá a Cincinatti, el líder de su conferencia en la competición liguera. Necesitará refuerzos para un plantel en el que destaca la experiencia de sus dos centrales, el mundialista canadiense Kamal Miller y el ucranio Sergiy Kryvtsov, presente en la última Eurocopa. Josef Martínez, un venezolano con efímero pasado en el Torino, es la referencia en ataque de un equipo que ni se acerca al nivel actual de Messi, que acaba de cerrar la temporada en el PSG con 21 goles y 20 asistencias en 41 partidos, y que podría estar acompañado de algún excompañero. Sergio Busquets, Luis Suárez o Jordi Alba están en el punto de mira.
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