El Barcelona se da un último paseo por el Camp Nou antes de las reformas
El campeón de Liga se despide este domingo de su viejo estadio, inaugurado en 1957, antes del traslado a Montjuïc
“¿Quién les habría dicho que no?”
Hubo un tiempo en que por el Camp Nou andaba un sereno que con la ayuda de un perro cuidaba del estadio y al que se acercaban los personajes más diversos de la noche barcelonesa, como por ejemplo un matrimonio de recién casados que pidió festejar la boda en el área del Gol Sur. La cópula se celebró en la intimidad a cambio de una buena propina para que el vigilante franqueara la barrera, hiciera la vista gorda y no contara la historia hasta pasados unos años cuando algún periodista se h...
“¿Quién les habría dicho que no?”
Hubo un tiempo en que por el Camp Nou andaba un sereno que con la ayuda de un perro cuidaba del estadio y al que se acercaban los personajes más diversos de la noche barcelonesa, como por ejemplo un matrimonio de recién casados que pidió festejar la boda en el área del Gol Sur. La cópula se celebró en la intimidad a cambio de una buena propina para que el vigilante franqueara la barrera, hiciera la vista gorda y no contara la historia hasta pasados unos años cuando algún periodista se hiciera el encontradizo y le preguntara por las anécdotas vividas en el Camp Nou.
“Una vez una pareja me pidió que les dejara entrar y no me pude negar porque los dos todavía iban con el traje puesto y parecían recién salidos del banquete después de pasar por el altar”, contaba aquel hombre que custodiaba el estadio cuando no había móviles, se imponía la tradición oral y las cosas se contaban –sin saber si serían verdad o mentira– para satisfacción de un aprendiz del oficio que a principio de los ochenta soñaba con hacer carrera a partir de la vida del Camp Nou. Aquella familiaridad todavía perdura de alguna manera en las entrañas del campo del Barça.
Al barcelonismo le costará mucho llegar hasta Montjuïc por distante, porque es un estadio olímpico más que de fútbol, por incómodo y frío y sobre todo por la pereza que da tener que abandonar temporalmente el Camp Nou y no el Nou Camp. No es un detalle menor para la comunidad culé que presume precisamente de que su catedral, inaugurada el 24 de septiembre de 1957, festividad de la Mercè, no haya sido bautizada ni personificada –aunque sí comercializada con el nombre de Spotify– después de prohibirse que llevara el nombre del fundador Gamper.
Mejor Camp Nou, al igual que antes Les Corts o ahora el Palau Blaugrana, como punto de encuentro de la familia azulgrana en consonancia con el espíritu del Cant del Barça y el grito de “Barça, Barça, Barça”. La musicalidad y la grandilocuencia se imponen a la intimidación y a la fuerza en un estadio de una visibilidad única para el espectador y que no se acaba para el futbolista cuando se pone a mirar a la grada desde el césped antes del sorteo de campo en el que el capitán azulgrana pedirá, siempre que gane, atacar en la segunda parte hacia el Gol Nord.
El suplente Sergi Roberto marcó el sexto gol contra el PSG en la portería de la Diagonal, que es la opuesta a la de Travessera de Les Corts, donde ya se derribó la tercera gradería del Camp Nou. La levitación de Messi en aquel fondo quedó inmortalizada por la cámara de Santiago Garcés en 2017. Las remontadas europeas son especialmente recordadas desde aquel 3-0 que Zuviría le marcó al Anderlecht (1979) o el triplete de Pichi Alonso al Goteborg (1986). Igual de inesperado fue 2-1 del Manchester United contra el Bayern de Múnich en la final de la Champions de 1999.
El estadio ha sido escenario también de la inauguración del Mundial 1982 o de la final olímpica ganada por España en 1992. Las mejores figuras del fútbol han acudido al campo del Barça con sus equipos o selecciones como es el caso de Pelé. Ya es sabido que Di Stéfano vistió la camiseta azulgrana antes de fichar por el Madrid y que Maradona, Cruyff y Messi han protagonizado partidos únicos en el Camp Nou. Nadie olvidó el escorzo del Flaco ante Reina en 1973, ni el cabezazo de Evaristo en 1960 que eliminó por vez primera al Madrid de la Copa de Europa.
Asombrosos eran los gestos técnicos de Kubala cuando se jugaba a cámara lenta y diabólicos resultaban los cambios de ritmo del as volador Cruyff desde que el fútbol cogió velocidad con la Naranja Mecánica. Nadie aceleraba y frenaba como Maradona –abatido en la Mercè de 1983–, ni recorta como Messi desde aquella jugada maradoniana contra el Getafe. Hay una generación hipnotizada por Ronaldinho y también se cuentan los que reivindican los goles y la chilena de Rivaldo, las colas de vaca de Romario, el golpeo de Koeman, la bola de fuego que era Ronaldo o la fiereza de Stoichkov. Muchos delanteros revolucionarios triunfaron en el Camp Nou.
Los goles se recuerdan siempre, igual que los errores o las lágrimas de los porteros acostumbraban a estar más presentes que sus paradas –Vitor Baía se puso a llorar en aquel 5-4 de Copa contra el Atlético– , por más que se tengan muy presentes a Víctor Valdés, Urruti o Zubizarreta. El Camp Nou ha sido un estadio muy exquisito, capaz de aplaudir la intención antes que la ejecución de los pases de Lo Pelat y excesivamente pasional cuando se ha sentido traicionado por Figo. Queda como recuerdo una cabeza de cerdo que todavía ruboriza a mucha gente del Barça.
También se armó la de Dios es Cristo cuando Guruceta sancionó como penalti una falta fuera del área de Rife a Velázquez en 1970. La afición receló históricamente de los árbitros y de la administración deportiva hasta el extremo de que en el año 2000 no se jugó un partido de Copa contra el Atlético porque el equipo azulgrana compareció con solo 10 jugadores como protesta por la decisión de la Federación de no suspender la cita a pesar de coincidir con partidos de las selecciones en fecha FIFA. Incluso se disputó un partido a puerta cerrada por decisión del propio Barça.
Ocurrió en pleno Procés, el 1 de octubre de 2017, fecha del referéndum anticonstitucional catalán, cuando el Barça se enfrentó a Las Palmas en un encuentro de Liga. Aunque el acuerdo de la directiva acordó su suspensión, al final se celebró sin público después de que el presidente Bartomeu se reuniera con los jugadores en el vestuario del Camp Nou. Había temor por una parte a una invasión del terreno de juego y por otra a las sanciones de la Liga. El presidente azulgrana tiró por el camino de en medio y el equipo de Valverde ganó por 3-0.
La condición de “més que un club”, y su vínculo con las instituciones catalanas, siempre pesó en el Camp Nou. Los actos del 75 aniversario evidenciaron que el Barça era una entidad comprometida con la recuperación de la democracia del país y con la defensa de la catalanidad (1974). La carga simbólica y la incorporación de la población inmigrada fueron capitales para entender la dimensión del Barcelona. El Camp Nou se estremecía en un Barça-Madrid y también sabía guardar silencio en actos solemnes como fue la misa de Juan Pablo II en 1982.
Las últimas emociones se han vivido con los éxitos del equipo femenino, que reunió la cifra récord de 91.648 espectadores en su encuentro de marzo del año pasado contra el Wolfsburgo, 95 más que en el anteriormente disputado contra el Real Madrid –la máxima asistencia se registró en 1986 con 120.000 aficionados en un encuentro de la Copa de Europa contra la Juventus. Las alegrías han sido muchas –pocas comparables a los 5-0 contra el Madrid, a las ligas del Dream Team y a los partidos del equipo de Guardiola– frente a las decepciones: inolvidable resultó también la eliminación europea frente al Leeds en 1975.
Mucho más doloroso fue socialmente el minuto de silencio que los Boixos Nois impusieron en 1997 en un partido contra el Atlético por la muerte de uno sus miembros ante Atlético y sorprendente resultó la invasión de la hinchada del Eintracht en la cita de la Liga Europa en abril de 2022 cuando más de 30.000 alemanes tomaron el Camp Nou ante la impotencia de unos cuantos miles de seguidores del Barça. La política de abonos y de venta de entradas precisa de ajustes como se ha visto también con los precios previstos para la próxima temporada en Montjuïc.
El Barça aspira a regresar al nuevo Camp Nou en noviembre de 2024. Al viejo estadio le duelen las paredes y las taquillas ya no responden a las necesidades comerciales que precisa un club como el Barcelona. Hoy se necesitan más asientos para espectadores de pago y muchos palcos iluminados para que los adinerados puedan celebrar ostentosos banquetes que nada tienen que ver con aquellas bodas que se culminaban de forma furtiva en el Gol Sur después de sobornar al sereno a sueldo del Barça. Un lujoso plató de televisión ha sustituido aquella emocionante oscuridad del Camp Nou.
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