El Barcelona, un campeón vencido por la Real Sociedad
Los azulgrana celebran el título de Liga con la primera derrota en su estadio esta temporada ante un equipo donostiarra que consolida sus aspiraciones de jugar la Champions
La Real necesita que el Barça sea campeón para ganar en el Camp Nou. Los donostiarras, sometidos en las últimas 27 visitas, acabaron con la imbatibilidad local el día en que el barcelonismo festejaba el título alcanzado en Cornellà-El Prat y 31 años después de la conquista de Wembley. La última vez que los blanquiazules habían cantado victoria en el estadio fue el 18 de mayo de 1991 cuando el Dream Team de Cruyff acababa de conquistar también el título de Liga. Nadie discutió anoche el triunfo anunciado por el pálpito de Imanol. Apremiada por los resultados en su carrera por alcanzar la...
La Real necesita que el Barça sea campeón para ganar en el Camp Nou. Los donostiarras, sometidos en las últimas 27 visitas, acabaron con la imbatibilidad local el día en que el barcelonismo festejaba el título alcanzado en Cornellà-El Prat y 31 años después de la conquista de Wembley. La última vez que los blanquiazules habían cantado victoria en el estadio fue el 18 de mayo de 1991 cuando el Dream Team de Cruyff acababa de conquistar también el título de Liga. Nadie discutió anoche el triunfo anunciado por el pálpito de Imanol. Apremiada por los resultados en su carrera por alcanzar la Champions, la Real jugó para ganar mientras el Barcelona hacía tiempo para recibir el trofeo de campeón de Liga.
Atacaron mal los azulgrana, faltos de la luz de Pedri, y defendieron mucho peor, sorprendentemente vulnerables sin Araujo. No hubo juego colectivo y el resultado de las causas individuales fue diverso: se reivindicó el pichichi Lewandowski (22) con un gol y, en cambio, el Zamora Ter Stegen encajó dos más, cuatro en los dos últimos encuentros, y ya suma 15. Zubimendi, por su parte, tuvo más peso en el encuentro que Busquets. El realista, candidato a sustituir al capitán azulgrana, estuvo mucho más puesto y serio en el festivo Camp Nou. Los cambios tampoco ayudaron a mejorar al raro equipo de Xavi.
El técnico formó con dos laterales zurdos —Balde a la derecha y Alba a la izquierda— y dos extremos a los que les gusta partir desde la derecha como Dembélé y Raphinha. El brasileño se quedó el costado bueno y el francés atacó desde la izquierda por delante de Alba. Dembélé perdió la pelota nada más salir al campo y poco después Koundé se venció ante Sorloth. El noruego ganó el cuerpo a cuerpo con el francés y habilitó a Mikel Merino para que superara a Ter Stegen, irritado desde el 2-4 de Cornellà-El Prat cuando el Barça ya se sentía campeón de Liga.
Los cánticos de “campeones, campeones” no cesaban en la grada de animació mientras en el estadio, llegado el minuto 10, se invocaba a coro el nombre de Messi. El entretenimiento y la fiesta de la hinchada contrastaban con la falta de tensión competitiva de los jugadores de Xavi. Hasta que se activó De Jong con sus conducciones, apareció el pie de seda de Christensen y Dembélé se puso a correr, a regatear y a rematar con el pie y la cabeza ante el seguro Remiro. Kessié dispuso de dos tiros de gol que no encontraron la portería porque fueron interceptados por los zagueros de la Real y Lewandowski no acertó a cabecear una asistencia de Raphinha.
Las ocasiones eran tan frecuentes como sus concesiones por la vulnerabilidad de Koundé y la precipitación de delanteros convertidos en defensas como Raphinha. Las piernas de Ter Stegen fueron más fiables que las de Barrenetxea. El delantero marró dos chuts en un partido muy abierto y con los jugadores impacientes en las áreas del Camp Nou. Nadie simbolizaba mejor el momento azulgrana que Dembélé. No varió su repertorio artístico desde la derecha, siempre desconcertante por su capacidad para acabar mal lo que comenzaba bien, un solista contra la portería de Remiro. Dembélé es al mismo tiempo Coyote y Correcaminos.
El partido empeoró con el paso del tiempo, muy especialmente después del descanso, hasta el punto que la rueda de cambios se precipitó en los dos bandos, sobre todo en el Barça. Xavi acabó por atacar con cuatro delanteros después de la entrada de Ferran y Ansu. Las mejores oportunidades, sin embargo, las tuvo Sorloth, fallón en una y resolutivo en la segunda, después de ser habilitado por Zubimendi.
El Barça solo tocó a la carga en el tramo final, cuando se acercaba el instante de recibir el trofeo de la Liga, y marcó Lewandowski. No evitó que los azulgrana perdieran su primer partido en casa el día en que celebraban la Liga ni fastidió a la Real en su fiesta por buscar la Champions. Todos contentos en el Camp Nou.
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