La conexión española de Zeljko Obradovic
El catalán Josep Maria Izquierdo, ayudante de Zeljko en el Partizán, cuenta cómo es trabajar junto al mito
La sombra de Zeljko Obradovic habla español. Junto al volcánico entrenador serbio, en el banquillo del Partizán se mueve un badalonés de 55 años que es mucho más que su ayudante. Josep Maria Izquierdo fue el hombre que acudió a buscar a Obradovic al aeropuerto cuando el técnico serbio fichó por el Joventut en 1993. “Recuerdo perfectamente ese día. Venía con su mujer y su hija. Aunque no hablaba español, ya me pareció alguien lleno de energía y entrañable”, revive hoy el preparador catalán, segundo de Zeljko en el conju...
La sombra de Zeljko Obradovic habla español. Junto al volcánico entrenador serbio, en el banquillo del Partizán se mueve un badalonés de 55 años que es mucho más que su ayudante. Josep Maria Izquierdo fue el hombre que acudió a buscar a Obradovic al aeropuerto cuando el técnico serbio fichó por el Joventut en 1993. “Recuerdo perfectamente ese día. Venía con su mujer y su hija. Aunque no hablaba español, ya me pareció alguien lleno de energía y entrañable”, revive hoy el preparador catalán, segundo de Zeljko en el conjunto de Belgrado que este miércoles (21.00, Dazn) se juega ante el Madrid el billete para la Final Four de la Euroliga (2-2 en los cuartos).
Izquierdo había dado el salto al primer equipo del Joventut en 1988 como ayudante de Alfred Julbe, “con 22 añitos”, y ese curso del desembarco de Obradovic en España marcó el inicio de una amistad que perdura hasta ahora. Después de ganar la Copa de Europa en 1994, Obradovic fichó por el Madrid y el badalonés voló por su cuenta: primer entrenador del Joventut, mano derecha de Javier Imbroda en el banquillo blanco, equipos en LEB Oro, Plata y Bronce y una etapa trabajando en el área de Deportes del Ayuntamiento de Badalona. De la oficina le sacó una llamada del maestro para devolverle a la pista. Entre 2013 y 2020, el dúo se reunió para conquistar 11 títulos (una Euroliga incluida) con el Fenerbahçe. La pandemia les condujo a un año sabático hasta que el curso pasado se reencontraron en el Partizán.
“En Belgrado estoy de fábula. Son muy hospitalarios y Zeljko me cuida como un hermano. El Partizán es un club multideportivo pero el baloncesto es el número uno. Cuando firmamos por tres temporadas dije que haríamos algo serio. El año pasado fue difícil. Cuando llegamos había jugadores ya con contrato y no tuvimos mucho tiempo para fichar. Tampoco el Partizán es un club con las posibilidades económicas de Madrid, Barça, CSKA o Fenerbahçe. Fue una temporada dura y ahora estamos recogiendo los frutos, luchando por meternos en la Final Four”, cuenta Izquierdo.
La figura de Obradovic, ganador de nueve Copas de Europa, lo empapa todo. El catalán se rinde a un entrenador que mezcla el látigo con el paternalismo. “En este mundo, si no tienes carácter, si ven debilidad en ti, te comen. Zeljko es duro, pero muy justo, justísimo, le gusta cuidar a los demás. Por eso los jugadores le quieren, le aman. Fuera de la pista es muy normal. A mí desde el primer momento me ha tratado con mucho respeto, exigiéndome mucho. Es el mejor entrenador de la historia del baloncesto europeo, el primero de la fila, el que llega antes, el que se va el último, el que más trabaja. Al talento innato se une la pasión y el trabajo. Le da igual el primer entrenamiento de pretemporada o la Final Four. Siempre exige lo mismo”.
Izquierdo se descubre también ante la habilidad de Obradovic para cambiar el rumbo de los encuentros cuando se empinan. Donde otros se nublan, él ve la luz. “Muchas veces anticipa lo que va a pasar en el partido. Va un paso por delante de los demás, analiza muy rápidamente. Tantos años después, todavía me sigue sorprendiendo. Y claro, son 30 años de experiencia. Junto a él he aprendido que tener memoria es muy importante para un entrenador. Zeljko te puede hablar de cuando jugamos en Ourense en la temporada 93-94 y nos plantearon un dos contra uno… ‘¿En serio me estás diciendo esto? No me lo creo’, le digo. Solo él da con la tecla”.
El Partizán necesitará todo el catálogo del gran tótem para tumbar al Madrid en territorio minado. Aunque Izquierdo considera que precisamente eso puede jugar a su favor: “La lectura que transmitimos a nuestros jugadores es que estamos donde queríamos estar a principio de temporada, jugando para clasificarnos para la Final Four. Hemos demostrado que podemos ganar en Madrid. Lo vamos a pelear hasta el final y los que más tienen que perder no somos nosotros. Hemos cumplido con las expectativas después de tantos años sin jugar la Euroliga… Lo que estamos haciendo es extraordinario y nos falta la guinda. Los que tienen presión ahora no somos nosotros”. Enfrente, el gigante Tavares, “el jugador más determinante de Europa, en ataque y en defensa”, según el español; “no solo por sus 2,20m, sino por lo bien que juega. Mete los tiros libres, corre, termina el contraataque, hace el balance defensivo, pone tapones, en el poste bajo si no ayudas mete canasta… Pero nosotros tenemos nuestras armas”.
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