El Sevilla se redime ante el Mallorca
El cuadro andaluz se aleja del descenso tras un convincente triunfo frente a un rival destensado
El Sevilla obtuvo un convincente triunfo en su estadio que le aleja del descenso. Tres puntos importantes ante el Mallorca (2-0) que, también, permiten la redención de un equipo que no dio señales de vida contra el Barcelona en la pasada jornada. El Sevilla cuajó un primer tiempo soberbio frente a un Mallorca algo destensado, que se vio sorprendido por el empuje de un grupo renacido de la mano de tres fichajes de invierno, Badé, Gueye y Bryan Gil, y del eterno recu...
El Sevilla obtuvo un convincente triunfo en su estadio que le aleja del descenso. Tres puntos importantes ante el Mallorca (2-0) que, también, permiten la redención de un equipo que no dio señales de vida contra el Barcelona en la pasada jornada. El Sevilla cuajó un primer tiempo soberbio frente a un Mallorca algo destensado, que se vio sorprendido por el empuje de un grupo renacido de la mano de tres fichajes de invierno, Badé, Gueye y Bryan Gil, y del eterno recurso de Navas, muy bien secundado por En-Nesyri. Respira el Sevilla, presionado por el triunfo del Cádiz contra el Girona, y afronta ahora más tranquilo el regreso de la competición europea ante el PSV el próximo jueves. “Este Sevilla ha competido muy bien. Hemos hecho dos goles rápidos y hemos encarrilado el partido”, admitía Bryan Gil el día que cumplía 22 años. El Sevilla acumula cuatro victorias seguidas en su estadio, que vuelve a retomar esa vieja sensación de fortaleza, tan desconocida en una temporada bastante aciaga en su primera vuelta. “Este Sevilla me recordó al de mi primera etapa. Ojalá sigamos así”, aclaró el propio Jorge Sampaoli.
Cuando menos se esperaba, después del fiasco del Camp Nou, apareció el mejor Sevilla que se recuerda. Un equipo potente, rápido y vertical, que no dudó en someter a un asedio constante a un Mallorca sorprendido, incapaz de mantenerse a flote ante el temporal que se le vino encima. Como si el tiempo se hubiese detenido, el Sevilla se movió al ritmo del equipo que lo hizo temible, en especial en su campo, el territorio sagrado del Sánchez Pizjuán. Ahí donde al abrigo de los suyos se siente intocable.
El Sevilla fue un ciclón. Un grupo que apretó la salida de balón del Mallorca y que encontró un filón en dos bandas con dos canteranos de mucho tronío, Jesús Navas y Bryan Gil. Un equipo bien remodelado por Sampaoli, que dejó en el banquillo a Rakitic y Jordán para que el Sevilla soltara amarras y fuera a degüello a por el rival. Todo lo hizo el equipo andaluz en una primera parte espectacular. Siempre se jugó en el campo del Mallorca y fue Rajkovic el que mantuvo el cero a cero ante el bombardeo del Sevilla. Un equipo donde recién llegados como Pape Gueye dibujan pases de ensueño. Lo aprovechó En-Nesyri con un control prodigioso y un remate de peor factura. La pifia del fiable Rajkovic propició el gol del delantero marroquí, otro renacido. El propio En-Nesyri fue la piedra angular del segundo tanto del Sevilla, que nació en su curso alto en la propia área local. Una magnífica serie de paredes con el delantero de protagonista hasta que el balón le llegó a Navas. El centro del extremo lo remató en la boca de gol el otro extremo, Bryan Gil. El Sevilla, sin duda, supo usar sus alas.
El repaso del Sevilla había sido monumental ante un Mallorca que no comparecía en el Pizjuán. Mientras, los datos le hacían un guiño al valiente planteamiento de Sampaoli: 10 remates del Sevilla (seis a puerta) por dos del Mallorca (ninguno a la puerta de Bono) al descanso.
El segundo tiempo estuvo muy marcado por el desarrollo del primero. El Mallorca, muy flojo lejos de su estadio, apenas tuvo recursos para hacerle peligro al Sevilla, seguro con su ventaja de dos goles y con menos ambición también después de la salida del terreno de juego de elementos como Navas o En-Nesyri. Solo un agarrón de Badé a Muriqi cuando el delantero del Mallorca se iba solo pudo crearle problemas al Sevilla. “Ha sido muy poquito”, se le leyó al colegiado Iglesias Villanueva cuando se dirigió a Raíllo, capitán del Mallorca. Todo había quedado resuelto en el estupendo primer tiempo del Sevilla, al que se le dibujó una enorme sonrisa en su rostro.
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