El mérito desafía al casino del fútbol
En clubes como el Nápoles, el Lens, el Villarreal o el Atalanta destaca la confianza en modelos estables y eficaces
El mercado de fichajes de enero, que se cierra este martes en la mayoría de las Ligas europeas, resalta de nuevo la dialéctica entre el gasto, el rendimiento del gasto y las respuestas de algunos clubes para lidiar con los opulentos. En el ecuador de la temporada, algunos equipos de escasos recursos y excelentes ideas han encontrado fórmulas para sobrevivir en el gran casino del fútbol.
En Italia, el Nápoles, que en el pasado verano traspasó a Koulibaly al ...
El mercado de fichajes de enero, que se cierra este martes en la mayoría de las Ligas europeas, resalta de nuevo la dialéctica entre el gasto, el rendimiento del gasto y las respuestas de algunos clubes para lidiar con los opulentos. En el ecuador de la temporada, algunos equipos de escasos recursos y excelentes ideas han encontrado fórmulas para sobrevivir en el gran casino del fútbol.
En Italia, el Nápoles, que en el pasado verano traspasó a Koulibaly al Chelsea (40 millones), Fabián Ruiz al PSG (23 millones) y perdió a Lorenzo Insigne, encabeza la clasificación con 13 puntos de ventaja sobre el segundo. El modestísimo Unión Berlín, no hace mucho integrante de las ligas regionales, ocupa el segundo puesto en la Bundesliga. Todavía habitado por el recuerdo de un decenio de derroches y fracasos, el Arsenal, al que no le falta dinero, vuela hacia al título con un puñado de jóvenes. El Lens, orgullo del fútbol minero en el noroeste francés, persigue de cerca al PSG de Mbappé, Messi y Neymar.
Suceda lo que suceda esta temporada, ninguno de estos clubes estaba destinado a sus posiciones actuales. Cundió la alarma en el Nápoles tras la marcha de tres grandes referentes, se consideró circunstancial la clasificación de Unión Berlín para la Europa League y se discutían los méritos de Arteta en el Arsenal. Le apuraban tres años de ausencia en la Copa de Europa. Del Lens no se acordaba nadie.
En estos clubes, y en otros como la Real Sociedad, Villarreal, Brighton o Atalanta, destaca la confianza en modelos estables y eficaces, aunque cueste incluir en este reparto a Aurelio de Laurentiis, presidente del Nápoles, entre los directivos de temperamento sosegado y mirada larga. Pero algo hay. Primero con Maurizio Sarri y ahora con Luciano Spalleti, el Nápoles se ha establecido como uno de los equipos más atractivos de Europa.
La evidencia de lo sustanciales que significan estos clubes no impedirá la imparable deriva del fútbol, que se dirige a toda máquina hacia un escenario donde el mérito no cuenta. En el mensaje dominante, el mérito es cosa antigua, sin valor moral ni económico, patraña de un tiempo predigital, destinado a desaparecer en el paraíso prometido por una brigadilla de privilegiados.
Esta clase de pensamiento discriminatorio se resume en una memorable declaración de Gianni Agnelli, el ex jerarca de la Juve recientemente inhabilitado por su participación en el caso de fraude plusvalías que ha supuesto la quita de 15 puntos al equipo en la Serie A. “Le tengo mucho respeto al Atalanta, pero ha accedido a la Champions sin historia internacional y con una única gran temporada”, manifestó en 2019, cuando el equipo de Bérgamo terminó entre los cuatro primeros y saboreó los réditos económicos de la Copa de Europa.
Desde entonces, el Atalanta ha disputado tres ediciones de la Champions y figura en la cuarta posición de la Liga italiana, mientras la Juve se enfrenta al abismo deportivo y económico de sus lamentables decisiones. No es muy distinto de lo que le sucede al Barça, ahogado de deudas. Son vértigos transitorios. Al rescate de la Juve y del Barça —de todos los que pagaron más de 100 millones de euros por Coutinho, Dembélé, Pogba, João Félix, Grealish, Hazard Lukaku y Bale, siete de los 11 jugadores que han traspasado la barrera del sonido en el mercado— acudirá un sistema que presume de moderno, pero tiene una visión semi feudal del fútbol: beneficio exclusivo para una pequeña casta, supervivencia para el resto. Por si acaso, un ejemplo. En este enero que termina, el Chelsea, propiedad de un consorcio estadounidense en la actualidad, se ha gastado 200 millones como quien lava. Por lo demás, es décimo en la Premier League.
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