Djokovic, o cuando la historia depende de un muslo

El serbio, ya sin la oposición de Nadal en Melbourne y presente en la 3ª ronda, acusa una lesión que le impide entrenarse y reconoce sentirse “preocupado”

Djokovic se duele del muslo durante el partido contra Couacaud en la central de Melbourne.LOREN ELLIOTT (REUTERS)

Ya es de madrugada en Melbourne y aunque haya ganado (6-1, 6-7(5), 6-2 y 6-0 a Enzo Couacaud) y progresado a la tercera ronda, descontando así otra estación hacia el título que tanto anhela, Novak Djokovic comparece ante los periodistas como si hubiera perdido. Está tristón, dolorido y resignado. “Estoy preocupado, no puedo decir que no lo esté. Tengo una razón para estarlo”, admite el serbio, que desde la semana pasada arrastra una lesión en el muslo derecho –producida mientras competía en Adelaida– y no termina de verlo nada claro. ...

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Ya es de madrugada en Melbourne y aunque haya ganado (6-1, 6-7(5), 6-2 y 6-0 a Enzo Couacaud) y progresado a la tercera ronda, descontando así otra estación hacia el título que tanto anhela, Novak Djokovic comparece ante los periodistas como si hubiera perdido. Está tristón, dolorido y resignado. “Estoy preocupado, no puedo decir que no lo esté. Tengo una razón para estarlo”, admite el serbio, que desde la semana pasada arrastra una lesión en el muslo derecho –producida mientras competía en Adelaida– y no termina de verlo nada claro. Tiene la oportunidad de igualar los 22 grandes de Rafael Nadal, también magullado y fuera de combate ya, pero las cinco escalas que restan para dar con el trofeo se le antojan más que complicadas y tuerce el gesto al hablar, como si de alguna manera supiera que en un momento u otro, la musculatura dañada se va a quebrar.

“Mi situación no es la ideal y me gustaría que las cosas fueran diferentes, pero es la que es y debo afrontarla día a día. Lo bueno de los Grand Slams es que hay un día de descanso entre un partido y otro, así que hay algo de tiempo para recuperarse”, se consuela el de Belgrado, feliz pero no tanto. Feliz porque ha vuelto a Australia después de lo sucedido hace un año, de la detención y la deportación del país previo juicio, pero incompleto porque su físico le ha fallado justo cuando iba emprender el abordaje más decidido de su carrera. Posee nueve títulos australianos y le falta espacio en las vitrinas para amontonar todo el metal, pero nunca había tenido un deseo tan profundo como el actual a la hora de cazar una nueva recompensa. Aspira Nole al 22, pero ante todo quiere sellar la herida abierta hace un año en la aduana.

El martes, día de su debut, su seriedad a lo largo de toda la velada fue llamativa y este jueves, todavía más. Si la tarde anterior Nadal se cayó del torneo en un desplazamiento, ahora es él el que recoge la pierna y activa todas las alarmas en un cambio de dirección. El fisio le examina en el banquillo y vuela la duda: ¿Hasta dónde llega la lesión? De momento, no hay pistas. Se sabe que en la antesala del torneo suspendió un entrenamiento y finalmente se ejercitó, aunque a medio gas y sin que la sesión superara la hora de duración. Ahora ni eso, dice.

“Básicamente, no estoy entrenándome”, confirma a los periodistas el tenista, citado en la siguiente ronda con el búlgaro Grigor Dimitrov, un “Balcan Brother (hermano de los Balcanes)” de capa caída pero que, no obstante, le exigirá subir el listón. Esto es, forzar más. Peligro.

“Trataremos de buscar soluciones para poder jugar todos los partidos. Hay dos opciones, abandonar o continuar, y yo sigo. Sé que va a ir haciéndose más duro conforme avancen los días, pero hace dos años”, recuerda en referencia al recorrido triunfal que completó pese a competir con una rotura en el abdomen, “tuve unas circunstancias similares aquí, con un músculo diferente, y tuve que lidiar con ello. De algún modo lo superé y gané el torneo”. Entonces cedió cuatro sets por el camino, aunque en la final inclinó a Daniil Medvedev con autoridad.

Mientras habla, Djokovic dibuja varias muecas de disgusto y no puede esconder la inquietud. Hace cuatro años, en 2019, un contratiempo en el hombro izquierdo le obligó a retirarse mientras competía en los octavos del US Open con Stanislas Wawrinka, después de días de elucubraciones, sospechas e incluso acusaciones de que fingía. “¿Pero no te ibas a retirar?”, le recriminó un aficionado neoyorquino. “Te voy a encontrar”, le replicó el balcánico al encararse.

Protesta por un aficionado

Esta vez, en Melbourne, el que le saca de quicio es un hombre que intenta desconcentrarle y le grita desde el graderío. “El tipo estaba borracho hasta la saciedad”, alega tras batir al 190º del mundo con más apuros de los esperados. “¡Desde el primer punto ha estado provocándome!”, protesta al juez de silla para que este intervenga y ordene que lo expulsen, encontrándose con una negativa.

“No ha venido para ver tenis, solo quería meterse en mi cabeza. Me insultaba y me provocaba, sin ningún respeto, y he dicho basta porque tengo un límite que él ha cruzado, por eso le he preguntado al árbitro si iba a hacer algo o no”, expone el hombre que acapara casi todas las miradas en el cuadro masculino, del que ha desaparecido ya el noruego Casper Ruud, el tercer jugador que aspiraba a asaltar el número uno de Carlos Alcaraz junto con Nole y Stefanos Tsitsipas.

Para conseguirlo, el serbio tendría que lograr su décimo trofeo en Melbourne, donde Roberto Bautista queda como único representante masculino español. El castellonense venció por 4-6, 2-6, 6-3, 6-2 y 6-2 al estadounidense Brandon Holt y se enfrentará a Andy Murray, mientras que Pablo Carreño sucumbió a las 4h 11m de juego ante el francés Benjamin Bonzi (4-6, 4-6, 7-6(5), 6-1 y 7-6(4). También perdió Alejandro Davidovich (6-2, 2-6, 6-7 (4), 6-3 y 6-4 para Tommy Paul). Esta madrugada, la cántabra Cristina Bucsa retará a la número uno del mundo, la polaca Iga Swiatek.

REMONTADA HISTÓRICA DE MURRAY EN EL TERCER PARTIDO MÁS TARDÍO: 4.06

A. C. | Melbourne

A sus 35 años y con una cadera de titanio, Andy Murray sigue desafiándose y desafiando a toda lógica. El escocés, de 35 años, logró remontar el duelo con el local Thanasi Kokkinakis después de 5h 45m, en el que se convirtió en el segundo partido más extenso en la historia del torneo. El británico ganó por 4-7, 6-7(4), 7-6(5), 6-3 y 7-5 al australiano, por lo que se medirá el sábado con Roberto Bautista.

Hasta hoy, el duelo más dilatado en el grande australiano es la final disputada en 2012 entre Nadal y Djokovic, decantada a favor del serbio después 5h 53m; se trata, además, de la final más larga de un Grand Slam.

El duelo disputado en la Margaret Court Arena –la segunda pista del torneo– finalizó a las 4.06 de la madrugada en Melbourne y quedó registrado como el tercero más tardío de la historia; solo superan el trasnoche el que protagonizaron Alexander Zverev y Jenson Brooksby el curso pasado en Acapulco, sellado a las 4.54, y el Lleyton Hewitt-Marcos Baghdatis de 2008 en Australia, concluido a las 4.34.

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