Muguruza y la magia que se hace de rogar

La ex número uno, finalista en 2020 en Melbourne, compite con su ‘ranking’ más bajo (73ª), pero confiada en su capacidad para “volver de repente y dar la sorpresa”

Garbiñe Muguruza, durante un entrenamiento en las instalaciones de Melbourne Park.WILLIAM WEST (AFP)

Desde hace un tiempo, exactamente desde que logró a finales de 2021 un hito único al convertirse en la primera mujer española en ganar la Copa de Maestras, Garbiñe Muguruza transita por el circuito de puntillas, como aquella que desea abandonar la habitación con la voluntad de no ser vista. Es decir, Garbiñe no es Garbiñe, o al menos no del todo, no aquella jugadora que iba pisando fuerte por todos lados y todavía más en los grandes escenarios, donde se crecía y caía como una b...

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Desde hace un tiempo, exactamente desde que logró a finales de 2021 un hito único al convertirse en la primera mujer española en ganar la Copa de Maestras, Garbiñe Muguruza transita por el circuito de puntillas, como aquella que desea abandonar la habitación con la voluntad de no ser vista. Es decir, Garbiñe no es Garbiñe, o al menos no del todo, no aquella jugadora que iba pisando fuerte por todos lados y todavía más en los grandes escenarios, donde se crecía y caía como una bomba de racimo. Primero la final de Wimbledon (2015), después el cielo de Roland Garros (2016), luego el de Londres (2017) y hace un par de inviernos, cuando no entraba en las quinielas pese a haberse clasificado para el Masters, la gloria encontrada en Guadalajara (México). Allí, de repente, ¡boom!, otra vez.

“No he sido la jugadora más estable ni tampoco quiero serlo. Eso me ha demostrado que tengo una magia; no quiero depender de ella, pero a veces suele salir y tengo el talento para hacerlo posible”, decía hace medio año en Wimbledon, después del último extravío. Aquel día trataba de consolarse después de haber cedido un 6-0 contra la 88ª del mundo, en 18 minutos. Se añadía el borrón al deficiente rendimiento del resto de la temporada y que perdura hasta hoy, porque la tercera ronda lograda en el último US Open sabe a demasiado poco para una tenista de su categoría. Se busca a sí misma Muguruza, de nuevo confiada en que un momento u otro, esa magia reaparecerá.

“Ir de favorita a veces no ayuda, por la presión. Ahora no lo soy, pero creo que tengo opciones de avanzar. Estoy muy animada para que esta temporada vaya mejor que la anterior. Creo que soy buena en volver de repente y dar la sorpresa”, dice en Melbourne, donde la próxima madrugada (1.00, Eurosport) debutará contra la belga Elise Mertens, la 32ª en el ranking.

Objetivamente, nadie espera un bombazo o un gran arrebato de Muguruza en este Open, y menos aún después de las dos derrotas firmadas en la antesala del torneo, contra Bianca Andreescu y Belinda Bencic en el doble ensayo de Adelaida. Pero, objetivamente también, pocos se atreverían a descartarla por completo. No era sencillo divisarla en la final de hace tres años, pero sacó la varita y ahí estuvo, cerca, muy cerca de lograr su tercer grande, hasta que se bloqueó durante el desenlace y se quedó a un tris de hollar también la cima australiana. Triunfó la estadounidense Sofia Kenin, que llegó a ser número cuatro y hoy es la 203ª. Sí, tenis.

Pocas horas en pista

“La competición no está acabando de encajar, me han faltado partidos, pero me veo bien. Por experiencia puede pasar que haga un buen torneo”, insiste la española, que pudo completar una pretemporada productiva en el Club Puente Romano de Marbella y luego, en la toma de contacto con la competición, cedió en los dos compromisos y por eso llega al estreno con “sensaciones agridulces”. Buena base, pero falta el chispazo competitivo. “Es cierto que he tenido un montón de tiempo para prepararme y entrenar, pero no he acumulado horas en pista, aunque aquí he jugado muchos años [11 participaciones] y sé que todo puede pasar”, agrega.

El mapa teórico del cuadro indica que en el caso de progresar, Muguruza (29 años) tendría que sortear un verdadero campo de minas: Sabalenka, Bencic, Ons Jabeur, Caroline Garcia, Iga Swiatek… Pero ahora mismo, la realidad la obliga a competir desde un perfil bajo y a pensar exclusivamente en lo inmediato, nada más allá. Es la 73ª del mundo –el puesto más bajo desde mayo de 2013–, enlaza cuatro tropiezos en la transición de un curso a otro, su balance desde el éxito de Guadalajara es negativo –12 triunfos, 19 derrotas– y no gana un partido desde que superara la primera ronda de Tokio en septiembre.

”Será una temporada dura porque parto de más abajo, así que debo jugar partidos y coger confianza. A veces, ir desde esa posición puede favorecerte porque vas más en la sombra. Vamos a ver, quién sabe…”, resuelve Garbiñe, frotando una y otra vez la lámpara para que regrese esa magia que se resiste.

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