¿A quién le importa ganar la Copa de Inglaterra?
La creciente e imparable mercantilización del fútbol hace que los propietarios de los clubes presionen para que los recursos se destinen ante todo a los objetivos prioritarios
Cuando este columnista era un chaval, la final de la Copa de Inglaterra era una de las citas más importantes del año frente al televisor, un partido que uno no podía perderse por nada del mundo. Hoy, ¿a quién le importa ganar la Copa de Inglaterra? Hay dos factores que vienen a explicar la devaluación de ese trofeo que en realidad se llama FA Cup (por Football Association Cup), que vendría a ser la Copa de la Federación de Fútbol de Inglaterra. Por u...
Cuando este columnista era un chaval, la final de la Copa de Inglaterra era una de las citas más importantes del año frente al televisor, un partido que uno no podía perderse por nada del mundo. Hoy, ¿a quién le importa ganar la Copa de Inglaterra? Hay dos factores que vienen a explicar la devaluación de ese trofeo que en realidad se llama FA Cup (por Football Association Cup), que vendría a ser la Copa de la Federación de Fútbol de Inglaterra. Por un lado, la saturación del calendario futbolístico global, con el doble efecto de que las competiciones coperas internacionales superan ampliamente en interés a las copas nacionales y de que el espectador está saturado de fútbol y sus ojos pueden elegir lo que quieran, desde la Premier a la Liga o la Bundesliga o lo que le dé la gana.
Hay un segundo factor que seguramente tiene aún más peso que eso: la creciente e imparable mercantilización del fútbol hace que los propietarios de los clubes tengan cada vez más poder y presionen para que los recursos del club (o sea, los jugadores) se destinen ante todo a los objetivos prioritarios en perjuicio de los secundarios. La prioridad de esos objetivos la marca el dinero y para unos clubes pueden ser distintos que para otros. Los equipos más potentes quieren ganar la liga y/o la Champions. Para ellos, la Copa nacional es más bien un estorbo que carga de partidos, viajes y potenciales lesiones a los jugadores. No digamos ya la Copa de la Liga, esa extraña competición inglesa a la que solo le da importancia el equipo que la gana, sobre todo si es lo único que gana. Para otros equipos, el objetivo esencial es la permanencia en la Premier. Para los equipos de la Championship, la segunda división inglesa, el objetivo o es evitar el descenso o es conseguir el ascenso, un sueño al que hasta el último momento aspiran hasta seis equipos (dos que ascienden directamente y otros cuatro que se juegan entre sí al final de temporada la tercera plaza de ascenso).
Las estadísticas muestran el creciente desinterés de los grandes por la Copa de Inglaterra. No es que no la ganen (Arsenal, Chelsea, United, Liverpool y City han ganado 22 de las últimas 25 finales), es que no van a por ella si están luchando por la liga. En ese mismo periodo solo ha habido cinco dobletes liga-copa de los que tres (dos del Arsenal y uno del United) fueron hace más de 20 años. El City, que ha ganado cuatro de las últimas cinco ligas, solo ganó el doblete en la temporada 2017-18. El Chelsea, que ha ganado cinco ligas y seis copas en 25 años, solo ha ganado un doblete (2009-10) en ese mismo periodo.
Todo eso no quiere decir que la Copa no siga teniendo interés y provocando sorpresas. Este fin de semana, el Aston Villa de Unai Emery cayó ante el Stevenage, que juega en el cuarto nivel del fútbol inglés y remontó en Villa Park con dos goles en los minutos 88 y 92. El Newcastle, el nuevo rico que brilla en la Premier y aspira a jugar la Champions el año que viene, fue eliminado (2-1) por el Sheffield Wednesday (tercer nivel). Y el Nottingham Forest, que el miércoles pasado ganó su primer partido fuera de casa en la Premier desde 1999, fue arrasado el sábado en la copa (4-1) por el Blackpool, de la segunda división.
La sorpresa más hermosa de los últimos años la protagonizó el Wigan Athletic, que ganó la Copa de 2013, el mayor galardón de la historia del club, con el español Roberto Martínez en el banquillo. Pero unos días después de ganar la final de Wembley al Manchester City (1-0), se fue a segunda división, donde aún sigue. Ese es precisamente el dilema de los equipos pequeños: ¿vale la pena la gloria de la Copa de Inglaterra si el coste es el descenso? Cada cual tiene su opinión.
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