El Madrid siempre marca el gol que le falta
“Lo del madridismo es felicidad, sensación efectiva de pueblo elegido. Lo del resto del mundo es estupefacción”, dice Alfredo Relaño
La relación del Real Madrid con los últimos minutos de los partidos es singular. A la épica de las grandes remontadas en el Santiago Bernabéu en la segunda mitad del siglo pasado, cuando solía compensar las derrotas sufridas en los partidos de ida de eliminatorias de competiciones europeas, el club blanco le ha añadido en la etapa contemporánea una especie de más difícil todavía: conseguir el triunfo cuando parece...
La relación del Real Madrid con los últimos minutos de los partidos es singular. A la épica de las grandes remontadas en el Santiago Bernabéu en la segunda mitad del siglo pasado, cuando solía compensar las derrotas sufridas en los partidos de ida de eliminatorias de competiciones europeas, el club blanco le ha añadido en la etapa contemporánea una especie de más difícil todavía: conseguir el triunfo cuando parece que, por cuestiones de tiempo, dinámica del juego y rival, roza lo imposible. Lo sucedido la temporada pasada en las eliminatorias de Champions League frente al Paris Saint Germain, Chelsea y Manchester City sublimaron hasta el límite la capacidad de los de Chamartín para ir un paso más allá en materia de remontadas. O no. Porque la historia refleja que dan igual las circunstancias, que siempre falta un gol del Real Madrid. Y llegará.
El último minuto (Base), es el libro en el que el periodista Alfredo Relaño concentra la historia de tantas y tantas ocasiones en las que el Real Madrid parecía estar eliminado y logró sobrevivir. Como la de aquel 30 de marzo de 1907 en el Hipódromo de la Castellana, cuando Prast anotó en el minuto 87 el único gol del encuentro; el que le daba al club blanco la victoria en el partido de desempate por la Copa del Rey ante el Vizcaya. O la del 21 de julio de 1936, cuando fue una parada la que le permitió alzarse con la Copa del Presidente de la República frente al Fútbol Club Barcelona. Aquel día, Ricardo Zamora se remontó a sí mismo —estaba ya en el final de su carrera— y dejó una estirada para la historia. Fue su última gran parada y dejó un nuevo título en la vitrina. Eran los inicios del relato principal del club blanco, ligado siempre a la victoria, a la épica y a una mística colectiva que ha instalado un aura especial en las grandes noches del Bernabéu. Como resume Relaño tras la victoria ante el Manchester City: “Lo del madridismo es felicidad, sensación efectiva de pueblo elegido. Lo del resto del mundo es estupefacción”.
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