Garbajosa: “Cuando parecía que España desaparecía del mapa, rompemos con todo”
El presidente de la Federación Española de Baloncesto repasa este año histórico en el que la selección absoluta masculina conquistó el Eurobasket y superó a Estados Unidos como número uno del ránking mundial
Recién cumplidos los 45 años, Jorge Garbajosa ha vuelto a descubrir la Navidad gracias a su hija pequeña, Candela, de dos. El presidente de la Federación Española de Baloncesto une esa felicidad personal a la profesional. En este 2022 la selección masculina absoluta ganó un inolvidable Eurobasket y ...
Recién cumplidos los 45 años, Jorge Garbajosa ha vuelto a descubrir la Navidad gracias a su hija pequeña, Candela, de dos. El presidente de la Federación Española de Baloncesto une esa felicidad personal a la profesional. En este 2022 la selección masculina absoluta ganó un inolvidable Eurobasket y superó a Estados Unidos como número uno del ránking mundial, las categorías inferiores lograron medallas en cada torneo y la selección femenina resurgió clasificándose para el próximo Europeo. Garbajosa, 167 veces internacional y ganador de seis medallas de corto, reflexiona desde el despacho sobre tanto éxito.
Pregunta. ¿Por qué España gana tanto?
Respuesta. No hay secreto. Pasan jugadores, pasan generaciones, y estar tantos años a ese nivel en Mundiales, Juegos, Europeos... Si tuviera que decir algo, el compromiso. No es solo estar, que somos una de las selecciones con menos ausencias, sino cómo vienen. Rudy, Llull y los chavales jóvenes, que han tenido que escuchar cosas que no son agradables para un profesional, como que van a las ventanas y no en verano.
P. ¿Y el oro de Berlín?
R. Éramos optimistas, pero era un Eurobasket en que no estaban las leyendas y había que ver cómo respondía una generación nueva. Yo no lo escondía. Estábamos en una época de transición y el objetivo era ir a la fase final. Alguno se reía pero yo lo decía de verdad. Cuando nos metimos en la final me llegó un mensaje: “La misma historia de siempre”. Me dio mucho orgullo. España siempre está.
P. Ni siquiera los jugadores pensaban que ganarían el oro...
R. El discurso hacia fuera era que no podíamos exigirle a esta generación lo que a la anterior. Dentro del vestuario eso sirvió de gasolina. La FIBA nos puso en el séptimo puesto entre los favoritos y el equipo campeón sacó el orgullo. Disfruté enormemente viendo la final que disputó Juancho después de lo que ha sufrido.
P. Y la FIBA acabó diciendo: “El baloncesto es ese deporte que juegan cinco contra cinco y siempre gana España”. ¿Se nota ese respeto reverencial?
R. Sí. A la federación han venido China, Venezuela, Angola, Portugal, franquicias NBA... Quieren saber cómo lo hacemos. Es todo parte de un todo. No hay clubes, federaciones... Los clubes son importantes para que las selecciones tengan la capacidad de competir, y al revés. Son vasos comunicantes. Una buena selección hace mejores a los clubes y viceversa. El problema es cuando lo quieres disociar. Esa ha sido mi principal labor, explicar que una parte no vale sin la otra. La ACB es la mejor Liga de Europa y la selección es la mejor.
P. ¿Qué viene por detrás?
R. Viene todo. Una medalla sub-20 no importa por el metal, sino por la competitividad que se demuestra. Puede que no ganemos, pero vamos a ser competitivos en los próximos 15 años. Eso preocupa a las demás federaciones. Cuando parecía que España desaparecía del mapa, llega el verano de 2022 y rompemos con todo. Desde Italia, Lituania y Grecia me decían: “¿Cuándo va a parar esto?”. Ojalá nunca.
P. ¿Qué supone superar a EE.UU en el ránking mundial?
R. No te da una copa ni una prima, pero es de enorme valor simbólico. Propuse a mi equipo ser la mejor federación del mundo antes del año del centenario [2023]. Organizamos campeonatos internacionales todos los años, tenemos una estabilidad económica sostenida, la mejor Liga masculina y femenina, el número uno del ránking, un poderío sin parangón en las categorías inferiores...
P. ¿Scariolo tiene un crédito indefinido?
R. Sí, pero desde hace mucho tiempo. Es una figura trascendental en esta casa. Por los éxitos, que mantienen el prestigio, y por su implicación con una forma de trabajo. En el deporte, que cada día vives el subidón o el bajón según el resultado, hacer un plan a ocho años es lunático. Y en 2016 lo hicimos con Sergio. Las selecciones de formación trabajan igual desde la sub-12 a la absoluta. No se gana siempre y pueden surgir dudas. Mantenerte fiel cuando el resultado no llega es complicado, pero es lo correcto y lo hemos hecho. Cuando no ganas, lo único que te sostiene son los valores. Admiro a Pesic, Collet, Itoudis, pero Sergio es el mejor seleccionador del mundo. Habla siempre a la cara y a las claras, y cada verano tiene 12 soldados que le siguen con una fidelidad familiar. Crea un pequeño gran hermano.
P. ¿Cómo ve ahora la nacionalización de Lorenzo Brown?
R. Ha salido muy bien pero pudo no haber sido así. Este equipo es muy particular. En una época de transición muy dura, con dramáticas lesiones de Ricky y Alocén, y cuando Sergio Rodríguez decide que su momento ha acabado después de haber dado su vida a la selección, el baloncesto español necesita ser competitivo. Y aparece un tipo súper especial como persona y jugador como Lorenzo, que se ha dejado la piel igual que yo para jugar con la selección. Da parte de su vida familiar. Hacemos un análisis técnico y personal, porque ha de comulgar con una forma de trabajar y de vivir. Lorenzo cae de pie. Debemos darle las gracias por lo que ha dado al baloncesto español. Estaba loco por jugar con nosotros y lo necesitábamos. Fue uno de los motores de España.
P. ¿Rudy ha estado infravalorado en otras épocas?
R. Sí. Y no era fácil ponerse ahora al frente de una selección experimental. Es muy especial. Su evolución me emociona. De ser un niño a hombre, capitán, padre, con unos valores muy arraigados. Ha tenido problemas familiares y nunca ha fallado.
P. ¿El símbolo del oro fue Alberto Díaz?
R. Y Jaime, Darío, una generación que no ha tenido repercusión y el Eurobasket se la dio.
P. ¿Es más difícil hacer un equipo con grandes estrellas?
R. Puede ser. Los 12 éramos los que más jugábamos en nuestros equipos y teníamos que pasar de arquitecto a albañil. Eso no es fácil. El mejor ejemplo es Rudy, siempre ha hecho lo que le ha tocado. Esta vez había una comunión total, cada uno asumió su rol. Garuba ha tenido partidos de 25 minutos sin un tiro. Eso en un equipo más joven es más fácil.
P. ¿Hay jugadores que no han querido ir a la selección?
R. Si un jugador dice que no puede, no le podemos reprochar nada. Cada ausencia ha estado justificada y es entendible. Yo he sido jugador y sé lo que es estar fuera de casa dos meses.
P. ¿Ibaka y Mirotic?
R. Su postura es muy personal. Cada año hablamos. No se trata de que por no venir un año ya no van a venir más.
P. ¿El lío del calendario?
R. Cuando FIBA instaura las ventanas, la Euroliga eran 20 partidos. Y lo cambian a 34 y playoffs. Había sitio de sobra. Las ventanas llevan la selección a sitios no habituales de baloncesto para que crezca. Queremos convivir con la Euroliga y ellos, cuando quieren, demuestran que se puede. Pero hay cosas que no se pueden entender. Si quieres colaborar y el de enfrente no, es complicado. La Euroliga vive un momento de interrogantes, no sabe hacia dónde camina. Si no hay una mayoría definida en esa organización, es difícil tomar decisiones.
P. ¿Cómo está la selección femenina tras no ir al último Mundial y tras el caso Mondelo?
R. No ir al Mundial fue muy duro. Lo asumo yo. Rehicimos el proyecto. Necesitábamos un seleccionador de prestigio, ganador, que las jugadoras respetaran, y ese es Miguel Méndez. Y el compromiso de las veteranas y las jóvenes. También lo tenemos. Va a salir muy bien.
P. Usted acaba mandato en 2024 y puede optar a cuatro años más. ¿Dónde se ve en el futuro?
R. Me gusta asumir la parte mala. Seguir por seguir nunca me gustó. Ya me pasaba como jugador, ponerme retos. Es mi vida.
P. ¿Le ilusionaría el reto de FIBA Europa o la NBA?
R. Si el proyecto es bueno y hay cosas que puedo ayudar a mejorar, ¿por qué no? Si el reto es seguir aquí, encantado, pero necesitaré mirarme dentro.
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