Erling Haaland, el goleador del siglo XXII

Los técnicos señalan que la puntería insólita del delantero del City se explica en todo lo que hace antes de tocar la pelota

De Bruyne observa a Haaland durante el partido contra el Southampton, este sábado en el Etihad.OLI SCARFF (AFP)

Kevin de Bruyne fue un individualista rematador antes que un altruista organizador. Sus soberbios disparos le valieron el reconocimiento económico que se asocia a los goleadores: su salario anual de 17 millones de euros netos es el más elevado de la plantilla del Manchester City. Sin embargo, esta temporada, a sus 31 años, se ha obrado el prodigio. Con cuatro pases de gol, el belga se ha convertido en un devoto actor secundario. Es el mayor asistente de ...

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Kevin de Bruyne fue un individualista rematador antes que un altruista organizador. Sus soberbios disparos le valieron el reconocimiento económico que se asocia a los goleadores: su salario anual de 17 millones de euros netos es el más elevado de la plantilla del Manchester City. Sin embargo, esta temporada, a sus 31 años, se ha obrado el prodigio. Con cuatro pases de gol, el belga se ha convertido en un devoto actor secundario. Es el mayor asistente de Erling Haaland, que en su primer año de contrato gana 15 millones netos.

“Yo sé que Kevin me pondrá el balón ahí”, dice Haaland, “y él sabe que yo estaré ahí, a la espalda de los centrales y delante del portero. El pase más difícil de defender del fútbol”.

El orden de las cosas se subvierte alrededor del goleador más resolutivo del fútbol mundial, el hombre que ha metido 15 goles con 36 remates en sus primeras nueve jornadas de Premier. Casi un gol cada dos tiros, muy por encima del estándar de eficacia de Lewandowski (un gol cada 3,5 tiros) o Mbappé (uno cada cinco).

Alessandro del Piero abrió sus ojos de águila al oír el nombre del noruego asociado a la pregunta que chisporrotea en todos los corrillos: ¿hay algún dato estadístico que explique cómo es posible ser tan eficaz? La leyenda de la Juventus, el hombre que eliminó a Alemania de su Mundial entes de levantar la Copa, hizo una pausa y evocó otro enigma. “Si fuera por el big data, Pippo Inzaghi no habría jugado nunca en Primera División”, dice. “Si le daban diez balones controlaba tres, pero con esos tres era letal. Sus movimientos siempre burlaban el fuera de juego”.

La magia de lo incuantificable también preside las actuaciones de Haaland, llamado a barrer todos los récords de anotación de la historia de la Premier. Solo Micky Quinn, con 10 goles en ocho jornadas para el Newcastle, hace cuatro décadas, se le aproxima. Nadie marcó 15 goles en sus primeros nueve partidos en el campeonato y nadie definió con más economía de gestos. De los 20 goles que suma entre Champions y liga este curso, Haaland hizo 18 a un toque, tres de ellos de cabeza y uno de penalti; y dos con dos toques.

Quienes han analizado su progresión en los últimos años indican que su eficacia delante del portero es consecuencia de tres virtudes que le ayudan a ganar tiempo para afinar el último golpe. La potencia física; el sentido del desmarque más agudo que existe; y un dominio del cuerpo y el espacio que le faculta para mirar al portero y a los defensas sin perder de vista la pelota.

“Aquello que determina su puntería no es el físico sino su modo de leer lo que pasa en el partido”, explica Rune Bratseth, exdirector deportivo del Rosenborg que fue internacional con Noruega junto a Alf-Inge, padre de Haaland. “Mide 1,94, su estatura, su velocidad y su poderío son excepcionales”, observa, “y sin embargo vemos muchos delanteros en el primer nivel que pueden ser tan veloces y fuertes como él”.

“Pero Erling”, advierte Bratseth, “lo ve todo tan rápido que no necesita empezar el desmarque muy pronto. Coge por sorpresa a los defensas y una vez que se mete en el área les gana la espalda y es casi imposible de frenar sin agarrarlo o empujarlo y hacerle penalti. Muchas veces arranca hacia un palo, frena y gira 45 grados a toda velocidad y se queda solo delante del portero. Para colmo, cuando contacta el balón siempre lo golpea limpiamente. Esto es dificilísimo. Nunca le pega mordido y lo hace tanto con la izquierda como con la derecha, que siempre fue su pierna mala, pero ahora la usa con total naturalidad. Esta coordinación en la colocación de su cuerpo lo hace más impredecible aun para el portero y los centrales”.

Normalmente, no necesita ni controlar antes de rematar. Cuando se produce el toque, el 90% del trabajo de Haaland ya está hecho. Michael Reschke, ex director deportivo del Bayern, apunta que el momento más significativo de las acciones de Haaland es el demarraje: “Físicamente es una bestia. Nadie es más rápido en su primera zancada: pasa de cero a 100 en una décima de segundo”.

“Actividad cognitiva”

Contra el Southampton, el sábado, dispuso de cuatro ocasiones a bocajarro y mandó un tiro al palo. Pudo meter su cuatro hat trick consecutivo en el Etihad. Parecía resuelto a batir su propio récord absoluto pero, algo insólito, hizo un solo gol y provocó el caos. Con cada movimiento desencadenó tal nerviosismo en los centrales que en los espacios que liberó se internaron Cancelo, Foden y Mahrez para meter el 1-0, el 2-0 y el 3-0.

“Un jugador como Haaland no tiene valor económico porque sus movimientos no se pueden parar”, explica un prospector que trabajó para un club de la Premier que negoció sin éxito el fichaje del noruego. “No puedes parar a un tío que se mueve así si no le haces penalti. Su actividad cognitiva es impresionante, y sus cambios de dirección, sus giros y sus trayectorias son relámpagos. Eso es talento puro. El futuro está en los desmarques: eso que hacían Pelé, Villa o Di Natale. Haaland es el fútbol del siglo XXII”.

En las raras ocasiones en que baja al mediocampo a armar las jugadas, Haaland demuestra tener un bisturí en el pie izquierdo y el criterio de un volante. Pero a diferencia de Mbappé, que se pasó años intentando reproducir lo que hacía Neymar, el noruego tiene claro que su prioridad es atacar la profundidad. Si Mbappé da 52 toques de balón por cada gol que mete, Haaland da 13. “Soy un rematador y quiero estar en el área el mayor tiempo posible”, dijo hace una semana; “no quiero salir a jugar mucho fuera de mi zona. Para eso hay otros que lo hacen mejor”.

Hay martillos que sueñan con ser violines. Haaland es un martillo empeñado con toda su alma en ser martillo. “¿Por qué la pelota siempre acaba donde está él? ¿Por qué si hay un rechace, la pelota le va a él?”, se preguntó Guardiola, después de ver a su delantero meterle dos goles al Copenhague en Champions, este miércoles. “Esto es un don. ¿Qué le puedo enseñar yo? ¿Cómo le puedo decir que se mueva un metro más allá o más acá? Él tiene el instinto de saber con un segundo de antelación adónde acabará la pelota. Lo hizo en el Salzburgo, en el Dortmund, y lo hace aquí. Eso es imposible de enseñar. Yo solo puedo agradecerle que haya elegido jugar en el City”.

El enigma De Bruyne

El más agradecido de sus compañeros es De Bruyne. Contra al Southampton, este sábado, el veterano dejó a Haaland solo frente al portero en una jugada fulgurante que no culminó en gol porque el meta, Gavin Bazuno, se apresuró a atrapar la pelota un palmo antes de la llegada del delantero. El 20º gol de Haaland con el City, sin embargo, llegó a pase de Cancelo, previa apertura de De Bruyne, que se muestra más generoso y administrador que nunca.

Perdida poco a poco la potencia que le permitía cambiar de ritmo y dirección en los metros finales, De Bruyne ya no se ve a sí mismo como un jugador autosuficiente. Ante la evidencia del declive físico, el belga ha advertido que su asociación con Haaland no solo le asegura el bienestar que deriva de los buenos resultados. Sobre todo, permite que sus carencias queden disimuladas. Donde ya no puede llegar él para ser protagonista de la culminación de la jugada, llega el noruego con toda la energía de sus 22 años.

Resignado al papel de actor secundario, De Bruyne juega cada día mejor porque donde antes arremetía ahora le da la pelota al especialista. Ha descubierto en Haaland la clase de compañero que, como se dice en el argot del fútbol, “le da de comer”. Así lo advierte un técnico que ha tenido acceso a los entrenamientos del City: “Haaland es un artista del desmarque; es él quien con su desmarque marca el pase al pasador, y no al revés. Haaland es un creador de asistentes de gol”.

Durante seis años, el Manchester City de Guardiola practicó un fútbol exquisito pero académico. Con Haaland ha incorporado el elemento salvaje. La pieza que necesita para traspasar el umbral de lo sublime.

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