Militão da vuelo al Real Madrid
Un cabezazo madrugador del central brasileño le basta al equipo de Ancelotti para controlar sin excesos el choque ante un Getafe sin hueso en ataque
En un partido al que le sobraron las áreas, nadie tuvo el vuelo de Militão. En el madrugar del encuentro, el central brasileño puso a rebufo al Getafe con un poderoso cabezazo. Suficiente para el Real Madrid, muy calculador toda la jornada. Con todo el tiempo del mundo por delante no tuvo respuesta el equipo de Quique Sánchez Flores, sin volumen ofensivo pese a su amplia nómina de atacantes. Frente al campeón, todos secos. Al Getafe le va abrigarse. El Mad...
En un partido al que le sobraron las áreas, nadie tuvo el vuelo de Militão. En el madrugar del encuentro, el central brasileño puso a rebufo al Getafe con un poderoso cabezazo. Suficiente para el Real Madrid, muy calculador toda la jornada. Con todo el tiempo del mundo por delante no tuvo respuesta el equipo de Quique Sánchez Flores, sin volumen ofensivo pese a su amplia nómina de atacantes. Frente al campeón, todos secos. Al Getafe le va abrigarse. El Madrid, poco exigido en el perímetro de Lunin, se ocupó de tramitar el duelo con freno. Hasta Vinicius, de naturaleza revoltosa, acabó por contenerse. En una temporada sin tregua habrá muchos encuentros para arrancar la hoja del calendario, sin más. Nadie rebobinará el partido, salvo para repasar algunas maniobras de Vinicius, siempre con la chistera a punto.
El fútbol no atiende a ecuaciones lógicas. Cabe suponer que cuando se alistan tres centrales, caso del Getafe con Djené, Mitrovic y Duarte, el juego aéreo está abrochado. Para nada. Tres centuriones para nada. Modric lanzó un córner, a Mitrovic le cortaron el paso con un bloqueo, Duarte no tuvo pértiga y Militão clavó un cabezazo. Tres minutos para mostrar a un Getafe quebradizo donde más se quiso fortalecer, donde el Madrid debía encontrar cocodrilos. Porque el medio campo solo fue un apeadero y Mayoral y Unal apenas dejaron pisadas. Son jugadores para anidar en el área, pero no tuvieron mensajeros y se vieron obligados a un fregado constante con los centrales madridistas, asalto tras asalto y la mayoría de espaldas a la portería de Lunin.
Al cuadro de Quique Sánchez Flores no le va el fútbol tertulia. Sin monsergas, lo suyo es el juego directo, pero el goleador Militão también gobernó el rancho de Lunin con el eficaz auxilio de Rüdiger.
El Real Madrid a su aire, sin apretones, aunque en alerta por un marcador corto y los inopinados guiños que suele dejar el fútbol. Lanzado de entrada, controlador después con algunas ráfagas. Rodrygo hizo de Benzema, tiene temple, astucia y toque para ello, y Vinicius tuvo en jaque a Damián. Al mando, Modric, un reloj con botas para este Madrid con Kroos a la sombra, lo mismo que Benzema, Mendy y Courtois, con problemas de ciática. El calendario es asfixiante y en una semana hay clásico en Chamartín (próximo domingo, 16.15). Ancelotti tiene plantilla que barajar y en Getafe, sin excesos, todos tuvieron poso.
En el primer acto, solo un disparo cruzado de Angileri que no rebañó Mayoral supuso un aviso para Lunin. El partido era del Madrid, que casi lo cierra con un cabezazo de Rodrygo y un par de aventuras de Vinicius. En un encuentro poco cosmético, Vinicius fue el más exquisito de la noche con sus moñas con la cintura, sus caños, arranques y frenadas. Un suplicio para Damián y el resto de centinelas azulones. Milla se libró de una condena con un penalti de libro porque el VAR chivó que al extremo brasileño se le había ido la pelota por un flequillo por la línea de banda. Y una nueva tecla en el repertorio de Vinicius. Alumno aplicado de Benzema, también de Modric: dejó un par de asistencias con el empeine exterior, el toque de autor del croata.
Espejismo
El segundo periodo espabiló el partido de inicio. Soria frustró un remate de Tchouameni, tras la enésima diablura de Vinicius, y Lunin rechazó con aplomo un disparo de Aleñá. De nuevo el VAR se interpuso al Madrid. Rodrygo, puesto en órbita por Valverde, superó a Soria pero había despegado en fuera de juego.
Salvo cuando Vinicius pedía pista, al duelo le faltaban sonajeros. Tchouameni, firme como ancla, tiraba de escoba y cortocircuitaba al Getafe lejos de Lunin.
El Real tenía el partido en calma, a la espera de algún instante terminal, como si gestionara el partido con la cabeza en el calendario. Poco a poco, cada posesión era más para abanicar el juego y que menguara el tiempo que para mandar al garete al rival.
El conjunto azulón nunca fue expansivo. Tampoco cuando Quique echó el lazo a Portu, un consumado agitador, un polvorilla, y a Munir, que sabe flirtear con el gol. En nada mejoraron el ataque local, sometido una y otra vez por Militão, un jabato en Getafe durante 80 minutos, cuando, con molestias, dio relevo a Nacho como pareja de Rüdiger mientras Alaba se mantuvo como lateral zurdo.
El equipo local solo estuvo cerca del Madrid en el resultado. Sin gancho, un espejismo, lo mismo dio. Hasta el final, nadie inquietó a Lunin y el Real cantó tres puntos tras el derrape con Osasuna. De eso se trataba. Y más en Getafe, por lo general una plaza engorrosa. Lo sabía el Real Madrid, y en un partido de entreguerras europeas y con el Barcelona a la vista nadie quiso sobresaltos. Por si acaso, nadie se expuso más de la cuenta.
Lo dijo Ancelotti, siempre sincero y natural: “El equipo ha cumplido”. Dicho queda.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.