La maldita Europa (Real Madrid aparte)
Xavi tendría que atender más al mal juego que a los árbitros; Simeone se debe una charla íntima con el Cholo; y al Sevilla le azota una enmienda a la totalidad
El reforzado Barça de Lewandowski solo lleva tres puntos más que el apalizado Viktoria Plzen (12 goles en contra en tres citas). El Sevilla que llora a Diego Carlos y Koundé mientras Monchi abraza y abraza al condenado Lopetegui circula con un punto, como el telonero Copenhague. El Atlético en el que disparan al aire delanteros mundialistas de ...
El reforzado Barça de Lewandowski solo lleva tres puntos más que el apalizado Viktoria Plzen (12 goles en contra en tres citas). El Sevilla que llora a Diego Carlos y Koundé mientras Monchi abraza y abraza al condenado Lopetegui circula con un punto, como el telonero Copenhague. El Atlético en el que disparan al aire delanteros mundialistas de Francia (Griezmann), Portugal (João Félix), Brasil (Cunha), Argentina (Correa) y España (Morata) es colista con tantos goles a favor como el Maccabi Haifa y el Dinamo de Zagreb.
Es la Copa de Europa, patio particular del Madrid, que juegue como juegue —asunto secundario entre el madridismo— gana como nadie. Con épica, porque sí, con un remate o con 36. Sin CR, Ramos, Casemiro... Pero con Ancelotti, el técnico con más victorias en Champions junto a Ferguson (102). Nadie como él para madurar a Vinicius, Rodrygo, Valverde, Tchouameni, Camavinga... El Real está a un paso de octavos, los otros clubes españoles huelen el precipicio. Cada caso es un mundo.
No caben conclusiones genéricas deprimentes sobre el fútbol español, el mismo que abandera el actual campeón de Europa, el mismo que el curso anterior tuvo un semifinalista a un pulgar de París (Villarreal). Chelsea, City, United, Liverpool, PSG, Juventus, Bayern, Milan, Inter y Oporto, realeza del fútbol, sucumbieron ante rivales españoles. En el fútbol hoy es pasado mañana, por lo que todo puede dar un vuelco en un parpadeo. De momento, a salvo el Real, el resto debe rectificar con urgencia.
En el viejo San Siro, el Barça estuvo mal y el árbitro, peor. Ocurre que el juez no es asunto que pueda prever el equipo. El juego sí es asunto suyo y ante el Inter fue un fiasco. Sobre ello debería deliberar Xavi, al que siempre le fueron más las mesas redondas acerca del toque y los rondos que los simples lectores de resultados y aquellos con vulgares coartadas arbitrales. Es Xavi quien debería cavilar cómo es posible que la única vía azulgrana fuera Dembélé, del que abusaron de tal modo que tuvo cien participaciones, tiró 24 centros (cada cual peor) y perdió 38 pelotas. ¿Por qué un solo pase entre Pedri y Gavi? ¿Es preocupante o solo circunstancial que Lewandowski machaque al Cádiz y al Elche y se espante en Múnich y Milán?
Tampoco debe eludir el espartaco Simeone una charla con el Cholo en la intimidad. El Atlético ya no es un sacamuelas y da la sensación de que cede sin ceder del todo ante aquellos —público y mediosfera— que le mendigan un poquito de fútbol. El Simeone menos genuino de bronca con el más auténtico. El resultado: un Atlético de manta raquítica para pies y cabeza. Encaja como casi nunca y con 20 remates en Brujas, récord de la temporada, se quedó a cero.
En Nervión hay enmiendas a la totalidad. Ha caído Lopetegui, pero Monchi, el houidini del sevillismo, está más cuestionado que nunca tras decisiones muy discutibles. En el escalón institucional vuelan los cuchillos con uno de los de la Liga de los hombres extraordinarios, el mismo que anidó años como mandamás en el Pizjuán. Para colmo, el Betis descorcha copas.
La maldita Europa, Real Madrid aparte.
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