Las inyecciones de moral de Luis Enrique
Ante la falta de juego exhibida en los partidos ante Suiza y Portugal, el seleccionador retoma con fuerza su papel de líder protector del grupo con vistas al Mundial de Qatar
Con apenas veinte minutos de juego potable en dos partidos, España certificó su clasificación para la final a cuatro de la Liga de las Naciones. Terminado el encuentro con Portugal, Luis Enrique encendió una jubilosa celebración en el centro del campo por el objetivo logrado. Clavado allí, desatado por la euforia del resultado, el seleccionador español reclamaba la presencia de todos sus jugadores para una fotografía grupal con él incluido. Sin embargo, nadie como Luis Enrique es consciente de ...
Con apenas veinte minutos de juego potable en dos partidos, España certificó su clasificación para la final a cuatro de la Liga de las Naciones. Terminado el encuentro con Portugal, Luis Enrique encendió una jubilosa celebración en el centro del campo por el objetivo logrado. Clavado allí, desatado por la euforia del resultado, el seleccionador español reclamaba la presencia de todos sus jugadores para una fotografía grupal con él incluido. Sin embargo, nadie como Luis Enrique es consciente de la falta de fútbol que ha mostrado el equipo, primero ante Suiza y después, durante una hora larga, en el exigente duelo con Portugal. Sus gestos de disconformidad en la banda en ambos encuentros delataron la ausencia de esa España dominadora y afilada que pretende. En Zaragoza y en Braga, afloraron con preocupante escasez las señas de identidad del atractivo y atrevido libreto que ha impuesto en estos cuatro años al frente de la Roja.
Ante esa falta de brillantez, a menos de dos meses para el Mundial y ante el bajón de juego mostrado, ha emergido el Luis Enrique más cabeza de clan y aglutinador de responsabilidades como escudo protector de sus futbolistas. “La alegría del final es maravillosa, además cuando nadie espera que puedas darle la vuelta, esto ha sido una constante en mi carrera porque nunca lo hemos tenido fácil, pero siempre le hemos dado un giro, el resultado es lo de menos”, proclamó el seleccionador antes de dirigir su perorata hacia el refuerzo de lo grupal. “Lo importante es ver la actitud de todo el equipo. Cómo celebran los jugadores y el staff”, recalcó antes exclamar: “¡Si quieres ver el estado de un equipo mira a su banquillo, a sus auxiliares, a los de seguridad, a la gente que está en torno a la selección! Es una maravilla, estoy muy contento”.
Visto lo visto con la pelota en 180 minutos, el preparador asturiano se ha confirmado con el manejo de la comunicación como el gran líder protector del grupo. Sus inyecciones de moral a los internacionales españoles han sido numerosas después de la derrota de Zaragoza. En la noche del martes se descolgó con un tuit inesperado en el que realza el papel de España bajo su dirección.
No es la primera vez que trata de limpiar de negatividad la cabeza de sus jugadores tras haber mandado algún mensaje que luego se vuelve contraproducente por la repercusión que tienen. En caliente, en La Romareda, ofreció uno de los análisis más crudos que se le recuerdan para explicar a la España chata del primer tiempo ante los suizos. Admitió el peor primer acto de su etapa y no haber visto nunca a tantos jugadores fallando pases fáciles. En la previa con Portugal, Luis Enrique aseguró, tras repasar el partido, que esos primeros 45 minutos ante la selección helvética no habían sido tan malos. Explicó su cambio de parecer en la dificultad de observar el fútbol al detalle desde banquillo y el área técnica. En esa zona, como desde casi todas las del campo, incluidas las gradas altas, el seguir el partido en directo genera sensaciones más que análisis sesudos a cámara lenta y las de Luis Enrique no fueron distintas a la de cualquiera que viera el encuentro. España jugó muy mal esa primera parte y un tramo largo de la segunda.
Este primer capotazo a los jugadores, tuvo continuidad en la sala de prensa del estadio Municipal de Braga cuando explicó la entrada de Busquets, Gavi y Nico Williams que resultaron definitivos para la victoria. “A pesar de que ahora podamos destacar todos que los jugadores que salieron del banquillo han sido determinantes, y lo son, pero para que puedan conseguir que el rival esté cansado necesitamos del trabajo de todos y todos los que han participado han estado a un altísimo nivel”, defendió. Luis Enrique tenía muy claro que debía reforzar a los cambiados. “No se trata de comparar a uno que ha salido de refresco [con los que sustituidos], esto es un grupo, un equipo y hay una estrategia general y eso es lo que tratamos de hacer”, recalcó antes de estirar su manta protectora hacia los extremos titulares. Sarabia y Ferran corrieron mucho, pero apenas han desequilibrado en los dos partidos. Los dos fueron reforzados por el técnico con su segunda titularidad y después, remarcando que habían desgastado a los laterales lusos: “Los extremos, los cuatro, Sarabia, Ferran, Nico y Yeremi han hecho su función, la de encarar, aunque la pierdan”.
También admitió Luis Enrique que la falta de profundidad en el primer tiempo, la misma que contra Suiza, esta vez había sido culpa suya por haber condicionado a los jugadores con un video para que no jugaran en largo en determinadas situaciones. A su juicio, esto hizo que los jugadores interpretaran con exceso de celo parte de su plan, la de defenderse con la pelota sin arriesgarla. Fallaron sus futbolistas en el intento de generar juego ofensivo dañino por esas últimas instrucciones.
En ese papel de patriarca defensor del plantel, Luis Enrique dejó entrever su satisfacción por la clasificación para la final a cuatro de la Liga de Naciones por encima del juego desplegado. El resultado, esta vez, ha sido la mayor dosis de moral que se ha inoculado en el grupo. “Era una final, fuera de casa… La victoria nos da la tranquilidad del entorno… Estos jugadores han demostrado que no es fácil jugar contra España y no lo será en el Mundial, para ganarnos los rivales van a tener que hacer las cosas bien”.
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