El oxígeno extra del capitán Rudy
El alero, en un nuevo papel de líder a los 37 años, ha llevado al Eurobasket una cámara hiperbárica para recuperarse mejor
En una sala del hotel Sheraton de Berlín, Rudy Fernández guarda una parte del secreto de su eterna juventud. El capitán de la selección española ha viajado al Eurobasket con una cámara hiperbárica que ya utiliza en su casa en Madrid para recuperarse de los esfuerzos intensos y mejorar su puesta a punto física. El habitáculo reproduce un aumento de la presión atmosférica y en esas condiciones la sangre transporta más oxígeno puro a los músculos. Es una de las claves de Rudy para seguir en la élite a los 37 años, capitán y pieza capital en la selección que este viernes (20.30, Telecinco) ...
En una sala del hotel Sheraton de Berlín, Rudy Fernández guarda una parte del secreto de su eterna juventud. El capitán de la selección española ha viajado al Eurobasket con una cámara hiperbárica que ya utiliza en su casa en Madrid para recuperarse de los esfuerzos intensos y mejorar su puesta a punto física. El habitáculo reproduce un aumento de la presión atmosférica y en esas condiciones la sangre transporta más oxígeno puro a los músculos. Es una de las claves de Rudy para seguir en la élite a los 37 años, capitán y pieza capital en la selección que este viernes (20.30, Telecinco) disputará las semifinales europeas contra la anfitriona Alemania.
Con muchas teclas saltando en un cuerpo baqueteado por tantos cursos de competición al máximo, Rudy cuida cada detalle para estirar una carrera ya legendaria: 16 grandes citas disputadas con la selección entre Juegos, Mundiales y Europeos desde que debutó en 2004 (solo se perdió el Eurobasket de 2017) y 10 medallas; 245 partidos internacionales, a ocho del récord de Juan Carlos Navarro; y la opción de convertirse en París 2024 en el único baloncestista de la historia con seis Juegos Olímpicos. Un camino que continúa gracias a su pasión por el juego y a una firme dedicación. El alero cambió pautas en su alimentación con la ayuda de su mujer, viaja siempre con una almohada especial y usa en su domicilio una bañera de agua fría, además de la cámara hiperbárica. La receta le ayuda a conservar una chispa que ante Finlandia fue decisiva: cinco balones robados, tantos como todo el equipo nórdico junto, y una defensa de anticipación y de manos rapidísimas que cimentó la remontada.
Rudy comandó la recuperación de España en la pista después de coger por la pechera al grupo en el vestuario. Su bronca a los compañeros dejó helado incluso a Sergio Scariolo. “Yo me decía: ‘Se está pasando’. Ya no tuve que levantar la voz”, explicó el seleccionador. Surgió entonces ese líder en el que se ha convertido el alero tras las ausencias progresivas de Navarro y de los hermanos Gasol, un papel acentuado por la baja de Llull, con quien compartía habitación (ahora con Jaime Pradilla, de 21 años). “Le he visto ser un niño, convertirse en padre de familia, líder y capitán. Siempre ha sido un jugador importante, pero estaba a la sombra de Navarro y Pau, siendo importante pero no el líder principal en la cancha y fuera. Este año lo tenía fácil para no haber venido y ha querido estar. Se ha ganado el respeto de chicos con los que no había jugado. Es muy especial y con un cuerpo muy machacado está haciendo una labor impagable. Aprendió de unos y quiere que otros aprendan de él”, cuenta Jorge Garbajosa, presidente federativo y excompañero de Rudy en La Familia.
“Está jugando el mejor campeonato de su vida. Su rol es diferente del que ha tenido en ningún equipo. En los entrenamientos es un ejemplo de energía como casi nunca ha tenido. Le duele la espalda, el cuello, la rodilla, pero no está asustado. Se tira a por esos balones como si tuviera 18 años”, apunta Scariolo recordando un vuelo defensivo ante Finlandia que Rudy comparó luego con una parada de Courtois. “Gracias por enseñarme algunos trucos”, escribió en Twitter.
Rudy lloró en el banquillo tras la victoria que mandaba a España a su 11ª semifinal europea consecutiva. Recordaba a su padre, Rodolfo, fallecido en mayo. “Para mí este ha sido un año muy duro. No está mi padre y estaría disfrutando muchísimo. Sé que desde arriba me está ayudando”, expresó el capitán. En sus zapatillas luce los nombres de sus hijos, Alan y Aura. Solo dejó de vestirlas en el partido ante Turquía, que no disputó por un golpe en una rodilla, y juega con una protección en el codo derecho. Sobre la pista, los años han disminuido su explosividad, aquella sexta marcha con la que machacó el aro ante Dwight Howard en la final de Pekín 2008, pero han potenciado su inteligencia. En defensa, para salir al corte. En ataque, para refugiarse más en el tiro exterior que en las penetraciones. Rudy es el jugador español que menos canastas de dos ha anotado, tres en sólo cinco intentos en seis encuentros. Y en cambio, el que más triples ha encestado: 12 de 29 lanzados, por los 11 bingos de Juancho, los nueve de Brizuela y los ocho de Brown. El base nacionalizado, uno de los siete debutantes, ha contado desde el inicio con la complicidad del jefe.
Rudy es el tercer jugador más veterano en el Eurobasket, solo por detrás del finlandés Huff (38 años) y el israelí Pnini (39), ambos ya fuera. En la preparación coincidió con Juan Núñez, que nació en ese 2004 en el que el alero debutaba con la absoluta. Y el seleccionador de Finlandia, Lassi Tuovi, es más joven (35). “Yo tengo 37, he pasado por muchas lesiones y pensar más allá del día a día sería una tontería”, afirma el dorsal número 5 de la selección. “Es el capitán, el ejemplo a seguir. Solo con ver lo que hace nos motiva para luchar y creer. Habla en el vestuario y lidera con el ejemplo”, se rinde Juancho. Rudy ha interiorizado ese nuevo papel. Desde reunir al grupo con una barbacoa antes del torneo hasta volar en busca de un balón. Así lo asume: “Ser un líder no es tener un don, es saber ayudar”.
Cruces de la fase final del Eurobasket.
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