Caroline Garcia, o salir del nido para triunfar
La francesa, la mejor del verano y firme candidata al título, remonta el vuelo tras una reforma integral, cuatro años a la sombra y relevar a su padre en el banquillo
Año tras año, por la megafonía de la Arthur Ashe de Nueva York suena el Sweet Caroline de Neil Diamond y las 24.000 personas que ocupan la grada se ponen a canturrear y a bailar. A ese ritmo compite también Caroline Garcia, la francesa que ha ido abriéndose paso como un ciclón este verano y que ahora tampoco encuentra límites en Flushing Meadows, donde acelera hacia el título. Citada en las semifinales (1.00, Eurosport) con la tunecina Ons Jabeur, es la primera representante gala en con...
Año tras año, por la megafonía de la Arthur Ashe de Nueva York suena el Sweet Caroline de Neil Diamond y las 24.000 personas que ocupan la grada se ponen a canturrear y a bailar. A ese ritmo compite también Caroline Garcia, la francesa que ha ido abriéndose paso como un ciclón este verano y que ahora tampoco encuentra límites en Flushing Meadows, donde acelera hacia el título. Citada en las semifinales (1.00, Eurosport) con la tunecina Ons Jabeur, es la primera representante gala en conseguir llegar tan lejos en el torneo desde los casos de Mary Pierce (finalista en 2005) y Amèlie Mauresmo (2002 y 2006).
Es la historia de un retorno. Con 17 años, Garcia tuteó a toda una Maria Sharapova en la arena de Roland Garros; después logró ascender hasta el cuarto escalón del listado (2018) y en Francia, país deprimido porque produce e invierte como pocos en el tenis, pero no es capaz de generar ninguna figura, se la contemplaba como la nueva gran esperanza; sin embargo, hace cuatro años comenzó una dura travesía por el desierto en forma de dudas, lesiones y desapariciones, y la parisina desapareció del primer plano hasta caer al puesto 79º. Su peor clasificación en ocho años. Para muchos, un viaje hacia la nada sin billete de vuelta.
A su deseo por triunfar se unió el estrés generado por querer regresar demasiado rápido de las lesiones y, en consecuencia, una recaída tras otra. “No manejé bien la presión, la gente esperaba mucho de mí. Mentalmente no supe gestionarlo. Jugaba al 50% de mis posibilidades y di un paso hacia atrás”, contaba estos días en Nueva York.
Fuera del radar, se le perdió el rastro hasta que a finales de 2021 decidió dar un volantazo: cambio de entorno, cambio de hábitos, cambio de piezas. Tutelada toda la vida por su padre Louis-Paul, consensuaron de buen grado un relevo y se encomendaron a Bertrand Perret, que había asesorado a su compatriota Paul-Henri Mathieu y a la propia Jabeur, a la que ahora se enfrenta.
Tres títulos y 31 triunfos desde junio
“Me centré en descansar y volver solo cuando estuviera bien. Ahora tengo las cosas mucho más claras”, expone. Así que actúa en consecuencia. Este año, por ejemplo, sufrió un contratiempo en un pie y optó por parar entre marzo y mayo. “Estoy empezando a entender hacia dónde voy”, agregaba tras el paso por Roland Garros, donde no logró sortear la barrera de la segunda ronda. No importó. No se desenfocó ni varió un ápice la estrategia. Vuelta de tuerca.
También contrató a una nueva preparadora física (Laura Legoupil) y la modificación fue decisiva. Su padre se hizo a un lado –aunque frecuenta el box junto a la madre de la jugadora– y la nueva estructura la relanzó. En junio conquistó el dobles de París, de la mano de Kristina Mladenovic, y su tenis se disparó. Recuperada la confianza, ha firmado 31 victorias desde junio –más que ninguna otra jugadora; solo cuatro tropiezos– y ha levantado tres trofeos, los de Bad Homburg (hierba), Varsovia (tierra) y Cincinnati (cemento), el tercer WTA 1000 de su carrera.
“No podía vivir con el estrés de antes, necesitaba aceptar el camino. Cometí errores, pero he aprendido y ahora estoy divirtiéndome mucho”, comentaba la francesa tras eliminar a la local Coco Gauff (6-3 y 6-4) con otra exhibición de fuerza. Hoy día, no hay quien pueda con ella, la sacadora más incisiva de la temporada con 316 aces. Sobre este argumento se edifica su arrolladora propuesta actual, dinámica, física y muy sólida; al abordaje porque sabe de su momento dulce y lo exprime –en Nueva York también disputa el dobles–. Es, por derecho propio, una de las favoritas.
A partir del lunes lucirá de nuevo entre las diez mejores del circuito –virtualmente es la décima– y no pisa el freno. Por delante, un desafío mayúsculo: desde que naciera el US Open en 1887, solo una mujer francesa alcanzó la final. Fue Pierce, vencida entonces por la belga Kim Klijsters. Ahora, Garcia, cuyo límite en un gran escenario eran los cuartos de Roland Garros 2017, va con todo y a por todas: “El camino está muy claro”.
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