Nadie gana más partidos que Alcaraz este año

Carlos Alcaraz no escatima lo más mínimo en el deslizamiento, técnica que trabaja a conciencia y con la que disfruta. Cuando a Jenson Brooksby todavía le queda un hilo de crédito en el partido, el estadounidense le tira una dejada a la que él responde con la secuencia del guepardo: zancada larga, cabalgada y golpe de riñón final para alcanzar la bola y devolverla al otro lado. Eso sí, por el camino se ha dejado media suela de una zapatilla y ha roto la de la otra. Da igual. Sigue adelante; en realidad, suma y sigue más bien porque esta última victoria (triple 6-3, en 2h 11m) significa la 47ª d...

Carlos Alcaraz no escatima lo más mínimo en el deslizamiento, técnica que trabaja a conciencia y con la que disfruta. Cuando a Jenson Brooksby todavía le queda un hilo de crédito en el partido, el estadounidense le tira una dejada a la que él responde con la secuencia del guepardo: zancada larga, cabalgada y golpe de riñón final para alcanzar la bola y devolverla al otro lado. Eso sí, por el camino se ha dejado media suela de una zapatilla y ha roto la de la otra. Da igual. Sigue adelante; en realidad, suma y sigue más bien porque esta última victoria (triple 6-3, en 2h 11m) significa la 47ª de la temporada.

Es decir, nadie gana más que él en este 2022, en el que ha logrado los títulos de Río de Janeiro, Miami, Barcelona y Madrid. Ahora, un triunfo más al contador y el lunes un duelo con Marin Cilic (7-6(11), 6-7(3), 6-2 y 7-5 a Daniel Evans). Segundo en la carrera anual que determina los clasificados para la Copa de Maestros, solo por detrás de Rafael Nadal, ante Brooksby firma además un par de registros redondos: acumula 80 victorias en el circuito profesional, 20 de ellas en los grandes escenarios. Y sigue progresando y desprendiendo buenas sensaciones en Nueva York, donde el curso pasado soñó hasta los cuartos y donde ahora se revisa la historia.

¿Por qué? Porque Alcaraz es el jugador más joven en acceder dos veces a la segunda semana del torneo desde que lo hiciera el magnífico Pete Sampras. El norteamericano, hoy 51 años y alejado del foco mediático, marcó el mismo camino entre 1989 y 1990, y ya se sabe cómo terminó la cosa: el segundo año citado se coronó. Tenía 19 años, los mismos que Alcaraz. E iba como un tiro, como Alcaraz.

“Ojalá sea así”, dice para rebajar acto seguido, en la línea prudente de estos días: “Pero es algo que ahora mismo veo muy lejos. Sería un sueño, pero lo veo muy lejos”.

A su avance no se añade el de Garbiñe Muguruza, que cede contra la checa Petra Kvitova; bestia negra donde las haya, la checa. Una adversaria que le cogió la matrícula y no perdona. La española, de 28 años, está en varios momentos a falta del último empujón: 5-2 por delante en el parcial definitivo, luego servicio y 5-3, después se le esfuman dos bolas de partido… Pero no apuntilla y se marcha de Flushing Meadows mucho antes de lo que desearía: 5-7, 6-3 y 7-6(10).

“Quiero pensar que este partido va a darme un nivel de tenis y de lucha más altos. Es duro, la verdad, porque por un momento pensaba que iba a conseguirlo y era un día importante para mí, contra una jugadora que viene jugando muy bien. Quería dar ese pasito adelante, que aun así, de alguna forma, lo he dado”, indica Muguruza ante los periodistas.

Kvitova se ha convertido para ella en un azote sin remedio. La checa, de 32 años y bicampeona de Wimbledon, la ha vencido en seis de los siete duelos que han disputado hasta ahora. El único triunfo de Muguruza se remonta a 2015. “Creo que esto va a ayudarme, siento que no tengo cosas que reprocharme. En algunos partidos de este año no había logrado dar lo máximo, pero esta vez sí. No me siento triste; fastidiada sí, pero no triste”, concluye la española, que desaparecerá del top-10 el día 12 y esta temporada no terminan de salirle las cosas.

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