Muguruza, en busca de la liberación
La española logra vencer en un grande 225 días después (6-3 y 7-6(5) a Clara Tauson) y pretende maquillar en Nueva York una temporada muy esquiva
Se golpea Garbiñe Muguruza el pecho con el puño, hasta tres toquecitos. Aprieta los dientes con rabia la número nueve del mundo y profiere un grito desgarrador que resuena en la Pista 5 del complejo de Flushing Meadows, expuesto otra vez a una combinación de calor y humedad abrasadora. Es un triunfo en la primera ronda, algo que en otros tiempos y bajo ciertas circunstancias no hubiera dejado de ser ordinario, rutina, otro paso más. Hoy, sin embargo, el botín (6-3 y 7-6(5) a Clara Tauson, tras 2h 02m) tiene un significado muy superior para la española, que no resolvía un partido en un Grand Sl...
Se golpea Garbiñe Muguruza el pecho con el puño, hasta tres toquecitos. Aprieta los dientes con rabia la número nueve del mundo y profiere un grito desgarrador que resuena en la Pista 5 del complejo de Flushing Meadows, expuesto otra vez a una combinación de calor y humedad abrasadora. Es un triunfo en la primera ronda, algo que en otros tiempos y bajo ciertas circunstancias no hubiera dejado de ser ordinario, rutina, otro paso más. Hoy, sin embargo, el botín (6-3 y 7-6(5) a Clara Tauson, tras 2h 02m) tiene un significado muy superior para la española, que no resolvía un partido en un Grand Slam desde que batiera a Clara Burel en Melbourne el pasado 17 de enero. Es decir, 225 días después, la tenista encontró la luz.
“Esto me aporta alegría y energía”, responde a este periódico después de haber sorteado una jornada más que peliaguda y de haberse ganado la cita con la joven Linda Fruhvirtova (17 años, 167ª del mundo). “Estoy satisfecha con lo que he hecho. Obviamente, no doy por sentada ninguna victoria, especialmente este año. Y aquí he perdido más de una vez al principio [tres en el arranque], así que era muy importante para mí superar este primer desafío”, agrega la ex número uno, enjaulada tenística y anímicamente desde que firmase su última gran dentellada, el título maestro de noviembre en Guadalajara. Después de ese hito mexicano –es la única jugadora española que lo ha conseguido–, dudas, baches y demasiadas derrotas, aunque también la voluntad firme de darle la vuelta a la historia.
Se abrió de par en par cuando cayó en Wimbledon: “Es una cuestión de confianza. Veo la luz, tengo magia. Solo hay que seguir, seguir y seguir”. Y trata de levantar la cabeza en esta franja veraniega en la que el empeño tampoco ha sido correspondido con buenos resultados. Cedió en la segunda ronda de Montreal y en la primera de Cincinnati, pero no desiste, no se rinde e intenta brindarse la oportunidad de cerrar el recorrido anual por los grandes escenarios con un buen sabor de boca. Sin alicientes en el calendario restante, todo pasa por Nueva York, el único major en el que no ha conseguido elevarse.
Conquistó París (2016) y Londres (2017), y en Australia solo le privó de la gloria la estadounidense Sofia Kenin, superior en la final de 2020. En Flushing Meadows, sin embargo, su límite lo fijan los octavos de final alcanzados en 2017 y el curso pasado.
“Estoy contenta de haber obtenido una victoria. Me da alegría y energía para seguir entrenando y compitiendo. Una victoria siempre te aporta motivación, sobre todo porque cuando no juegas muchos partidos entrenas mucho y estás esperando a que llegue el partido, y cuando llega y consigues ganar, te dices: ‘venga, va, que se puede’. Y como no la he tenido últimamente, esto me da alegría. Me dice que sigo en el torneo y que estoy en la segunda ronda. Y nunca se sabe…”, concedía tras deshacerse de la danesa Tauson (19 años y 57ª en el listado), consciente de que la recuperación de su mejor tenis pasa sencillamente por un proceso de aceptación.
Sobre esa idea inciden desde su equipo y se aplica ella, un torbellino cuando encuentra el punto y el viento sopla a favor, pero frágil cuando se tuercen las cosas y el engranaje no termina de carburar. Nunca fue una tenista de medias tintas, sino de apuestas radicales; es su naturaleza, por más que se la exija una linealidad. En cualquier caso, la temporada ha resultado de lo más esquiva, de negación en negación –balance de 10 victorias y 14 derrotas–, así que ha interiorizado el mensaje: para romper los grilletes, solo cabe el pico y pala, y confiar en que pueda subirse otra vez a la ola buena.
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