Carreño y la gloria de un inconformista
Un año después de lograr el bronce olímpico, el asturiano reluce de nuevo en Montreal con su primer Masters 1000 tras siete meses de pico, pala y sinsabores
De alguna manera, Pablo Carreño (Gijón, 31 años) siempre ha jugado al despiste. Cuando era un crío y dejó Gijón para ingresar en el Centro de Alto Rendimiento de Barcelona, nunca imaginó que podría vivir realmente del tenis ni mucho menos alcanzar la cota que ha alcanzado ya, con siete trofeos de la élite en el expediente, un bronce olímpico, una Copa Davis y varios reconocimientos más; después, un operación de hernia discal en la zona lumbar lo apartó del circuito durante siete meses y envolvió de interrogantes su carrera cuando apenas había empezado a volar, recién convertido en un veinteañe...
De alguna manera, Pablo Carreño (Gijón, 31 años) siempre ha jugado al despiste. Cuando era un crío y dejó Gijón para ingresar en el Centro de Alto Rendimiento de Barcelona, nunca imaginó que podría vivir realmente del tenis ni mucho menos alcanzar la cota que ha alcanzado ya, con siete trofeos de la élite en el expediente, un bronce olímpico, una Copa Davis y varios reconocimientos más; después, un operación de hernia discal en la zona lumbar lo apartó del circuito durante siete meses y envolvió de interrogantes su carrera cuando apenas había empezado a volar, recién convertido en un veinteañero; y progresivamente han ido llegando los “subidones” y los éxitos, el último firmado sobre el cemento de Montreal y tras una semana prácticamente perfecta.
“Si no lo es, desde luego está muy cerca”, comenta desde Cincinnati su preparador principal, Samuel López, a la espera de reunirse con su jugador después de que el asturiano –tutelado en tierras canadienses por José Antonio Sánchez de Luna, relevo puntual– haya logrado su título más meritorio en el circuito. Contabilizaba seis, tres en tierra y otros tantos en dura. Y, por eso de seguir llevando la contraria y de prolongar ese despiste, se reafirma en el terreno sobre el que edificó su tenis en Gijón, donde la lluvia es compañera innegociable y donde empezó a moldearse (a cubierto) ese tenista que ha vuelto a pasar del segundo plano al primero como una exhalación.
“Cuando llegué a Barcelona empecé a jugar en tierra, pero crecí en cemento y por eso me siento tan cómodo”, precisaba Carreño después de batir a Hubert Hurkacz (3-6, 6-3 y 6-3) y de volver a dar otra dentellada, seguramente cuando menos se sospechaba. “Este año ha jugado bien, pero se le han escapado partidos que debería haber ganado y eso va haciéndote daño. Tuvo bolas de partido en Indian Wells, en Miami, en Madrid... Y eso al final hace mella. Pero aun así, nosotros siempre hemos tenido muy claro el objetivo. Cuando empezamos la pretemporada fijamos metas altas, y afortunadamente hay recompensa”, apunta López.
De repente, exactamente un año después de lograr un metal en Tokio, otro aguijonazo de Carreño. Su primer Masters 1000. “No es casual”, continúa su preparador, quien lejos de reconocer la teoría de que el bronce japonés podía haber mermado el apetito del tenista, habla de “máxima ambición” e incide en la hoja de ruta diseñada a finales del curso pasado, enfocada de nuevo en hacer historia: “Queríamos ganar algo grande, porque Pablo [top-10 en 2017] puede hacerlo y él quiere estar arriba. Nunca se conforma, es un inconformista. Se ha trabajado para ello, pero esto es tenis, y han ido pasando algunas cosas que hacen más difícil el camino. Yo siempre he creído en él, incluso más que él en sí mismo”.
Su técnico: “Debe repetirlo más veces”
Aferrado a esa filosofía cholista que esgrime López, el “partido a partido”, Carreño ha ido construyendo con su perfil jornalero un tenista de altos quilates, espinoso para los más fuertes y capaz de llegar lejos en un gran escenario. Es doble semifinalista en Nueva York, adonde apunta ahora previo paso por Cincinnati esta semana –debuta este martes con Miomir Kecmanovic, hueso duro de roer–, y sigue recolectando méritos para apuntalar una carrera importante. A excepción del recorrido en el Godó (final) y el buen paso interrumpido en Bastad (semifinales), la temporada había sido esquiva: primeras y segundas rondas, contratiempos físicos y más de medio año a la sombra. Sin embargo, Carreño reluce otra vez.
“He trabajado muy duro para llegar hasta aquí. No todo el mundo tiene un Masters 1.000 en su carrera; por ejemplo, David Ferrer fue tres del mundo y sólo tiene uno. Sé de la dificultad que tiene ganar algo así. Tengo 31 años y debo disfrutarlo”, subraya el gijonés, ascendido del 23º al 14 puesto del ranking. “Mi equipo ha hecho un increíble trabajo mental y físico conmigo últimamente. No sé cómo lo he hecho. Probablemente ellos creían más en mí que yo mismo y me dieron la energía y la fuerza para llegar hasta aquí”, prorroga, registrado ya entre los 14 españoles que han logrado hollar la cima de un mil.
“Ha sido una semana ideal, pero debe repetir esto más veces. Tiene el nivel y el hambre. Es muy completo y si coge confianza es muy difícil desbordarle; salvando las distancias, yo lo comparo con ese Djokovic infranqueable, casi imposible de rebasar. Lo único que debe hacer es lo que siempre le he dicho: jugar a lo grande”, sentencia su entrenador.
14 TROFEOS ESPAÑOLES ESTA TEMPORADA
Desde hace un lustro, Carreño se forma en la Juan Carlos Ferrero Equelite de Villena (Alicante). Allí comparte el día a día y una buena amistad con Carlos Alcaraz, que presenció la final junto a los responsables de la academia y celebró el título de su amigo. “¡Más que merecido, feliz por ti!”, le dedicó el joven murciano a través de las redes sociales.
Carreño se ha unido a otros jugadores nacionales que han ganado un Masters 1000 como Ferrer, Albert Costa, Félix Mantilla, Emilio Sánchez Vicario, Roberto Carretero, Albert Portas o Tommy Robredo; dos poseen Alcaraz, Alex Corretja y Sergi Bruguera; y se distancian Carlos Moyà (3), Ferrero (4) y Rafael Nadal (36).
Hacía 19 años (2003, con Ferrero y Mantilla) que dos españoles no se coronaban en un mil. Su título se une a los obtenidos en este prolífico 2022 por Nadal (4), Alcaraz (4), Roberto Bautista (2), Albert Ramos, Pedro Martínez y Paula Badosa. Es decir, 13 títulos masculinos repartidos entre seis representantes; en este sentido, España comanda el listado por delante de Rusia (5), Italia (4) y Estados Unidos (4).
Por otra parte, el asturiano forma parte de la nómina para el próximo compromiso de la Copa Davis, entre el 13 y el 18 de septiembre en Valencia. Allí, Carreño disputará la fase de grupos contra Serbia (miércoles 14), Canadá (viernes 16) y Corea del Sur (domingo 18). Según anunció este lunes la Real Federación Española de Tenis (RFET), junto a él formarán Alcaraz, Bautista y Alejandro Davidovich.
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