El Real Madrid gana con remangue
Los goles de Lucas y Alaba permiten al campeón remontar el partido frente a un animoso y resistente Almería
El campeón también sabe sufrir. Lo hizo en Almería, con mucho remangue ante un recién ascendido que le tuvo en jaque durante una hora. Con la mandíbula a punto de estallar, el equipo de Rubi estuvo en ventaja hasta que Vinicius, el más expansivo de la noche, forjó el empate de Lucas, preludio de un golazo con escuadra y cartabón de Alaba en su primer flirteo con la pelota. El Real necesitó remangue, mucho remangue. Enfrente, un Almería encomiable remendad...
El campeón también sabe sufrir. Lo hizo en Almería, con mucho remangue ante un recién ascendido que le tuvo en jaque durante una hora. Con la mandíbula a punto de estallar, el equipo de Rubi estuvo en ventaja hasta que Vinicius, el más expansivo de la noche, forjó el empate de Lucas, preludio de un golazo con escuadra y cartabón de Alaba en su primer flirteo con la pelota. El Real necesitó remangue, mucho remangue. Enfrente, un Almería encomiable remendado a la espera de cuadrar de una vez la plantilla.
El fútbol lo contempla: un modesto puede improvisar la gloria. A ello puso el alma el Almería, de regreso a la gran pasarela tras siete años. Tiene una plantilla en obras, todavía pendiente de una colección de altas y bajas. Rubi, su técnico, envidó con lo que tiene a mano y tuvo tambaleante al campeón de Europa. A los seis minutos la hinchada local ya estaba en la Luna. Eguaras, futbolista-delineante, asistió con pie clínico a Ramazani. Rüdiger, desajustado con Nacho, fue espectador del duelo entre belgas. Lo ganó el joven de 21 años, que batió con tino al gigante Courtois.
Ancelotti lo había anunciado. Una enmienda respecto al célebre curso anterior. Habrá más rotaciones. Sin demora, ya en la primera jornada Lucas, Nacho, Rüdiger, Tchouameni y Camavinga al grito inicial de ¡presentes! Mudanzas en la zaga y en el gabinete de medio campo. No en ataque. Una circular para Asensio y Hazard, suplentes, muy suplentes, en la Supercopa de Helsinki. El gol de Ramazani evidenció que a Nacho y a Rüdiger les faltaba familiaridad. Ambos se corrigieron de inmediato, rebajaron a Ramazani e hicieron la pinza a la estrella local, Sadiq. El nigeriano, jugador de poderoso chasis y una zancada atómica, quedó reducido a un disparo con mala uva tras una pifia de Tchouameni. Tan intrascendente como Camavinga, relevado al descanso por Modric poco antes de que también fuera al cuarto oscuro Tchouameni. Las urgencias, cercana la hora de partido, obligaban a recurrir a un atacante como Hazard.
Más que futbolistas para la intendencia, el Madrid precisaba un ilustrado —Modric, claro— que diera con la contraseña para desbloquear la trinchera rojiblanca. El brasileño Ely, con pasado en el Alavés, era el único jugador de Rubi con carrete en Primera. Ely jaleó una zaga con tres centrales y un cuarto obligado a ser lateral, Chumi. El chico requirió auxilios constantes. Desde su ortopédica posición debía retarse con Vinicius. Y el brasileño le hizo sufrir de actualidad toda la jornada.
Vinicius fue la mejor veta del Real, de un Madrid tan persistente como falto de tino para el golpe terminal. ¡Cáspita, no afinaba Benzema! Los brigadas de Rubi, exprimidos como limones, pusieron mucho de su parte. Y no digamos el portero Fernando, con paradas tan frecuentes como eficaces, algunas estupendas, como ante un cabezazo de Rüdiger y en un duelo esgrimista con Vinicius. Hasta 15 córneres ejecutó el Madrid. A toque de corneta de Kroos desde las esquinas, el área del Almería era una selva vietnamita. Un guiño del alemán a Lucas Vázquez derivó en gol, pero el VAR midió al gallego algún centímetro en fuera de juego.
Tras el descanso, Modric dio otro aire al cuadro visitante. Al Almería, siempre acostado cerca de Fernando, ya todo le costaba cada vez más. No frenaba Vinicius y los avisos eran constantes. Sadiq y Ramazani no daban vuelo a los de Rubi, forzados a una resistencia al límite. En la cabeza local, el tiempo no menguaba. La enésima aventura de Vinicius provocó otra intervención de Fernando, suda que suda. El rechace originó un embrollo que finalmente resolvió Lucas, un tipo con mucha fe, optimista como pocos.
Con el empate, Ancelotti dio el mandato de Casemiro y Tchouameni a Kroos, con Valverde y Modric de escoltas y Hazard al frente con Vinicius y Benzema. El Real, sin ataduras. El fútbol tiene guiños mágicos. Una falta a Modric en el pico del área. Ideal para un zurdo con botas de seda. Alaba, por ejemplo. Ancelotti, más que doctorado en el fútbol, puso en línea al austriaco, que estaba en el banquillo. Casual o no el cambio, el exjugador del Bayern fue directo a por el balón. Una carantoña, la ancló en el césped y la clavó en la escuadra izquierda de Fernando. Ni Fernando fue capaz de llegar al palmeo. Primer toque de Alaba: 1-2. El Madrid, este Madrid, conjuga el verbo ganar de muchas maneras. Si es necesario, con el empate de un defensa suplente alistado como titular (Lucas) y un titular provisionalmente en el banquillo (Alaba). Courtois, que siempre tiene algún plano, evitó el empate de Curro y el campeón regresó como se fue.
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