Annemiek van Vleuten revienta el Tour de Francia femenino en la montaña
La neerlandesa del Movistar exhibe su superioridad en los puertos de los Vosgos y sentencia la ronda francesa en la penúltima etapa
Desmenuzadas las costuras del ciclismo moderno, la séptima etapa del Tour de Francia femenino, primera de alta montaña —127 kilómetros con tres puertos de primera categoría entre Sélestat y Le Markstein—, presentó la anarquía anunciada. “Espero el caos”, dijo Elisa Longo Borghini en el control de firmas, antes de partir. Así fue. Annemiek van Vleuten y Demi Vollering, las dos grandes favoritas al triunfo final, atacaron a las primeras de c...
Desmenuzadas las costuras del ciclismo moderno, la séptima etapa del Tour de Francia femenino, primera de alta montaña —127 kilómetros con tres puertos de primera categoría entre Sélestat y Le Markstein—, presentó la anarquía anunciada. “Espero el caos”, dijo Elisa Longo Borghini en el control de firmas, antes de partir. Así fue. Annemiek van Vleuten y Demi Vollering, las dos grandes favoritas al triunfo final, atacaron a las primeras de cambio, antes de la primera ascensión, resucitando un ciclismo de otra época, con duelos directos, sin equipos, rompiendo la carrera desde lejos.
Por detrás de las dos neerlandesas, en solitario, Longo Borghini perseguía la cabeza haciendo gala de su potencia contra el crono: seis veces campeona de Italia. Empeñada en cerrar un hueco imposible, y apremiada por la radio del equipo, la piamontesa, excelente rodadora, trató de emular lo conseguido en la París-Roubaix. Pero no es primavera en Francia. Tampoco se asemeja el pavés a los 3.000 metros de desnivel de la penúltima jornada del Tour.
Detrás de la transalpina, perdiendo tiempo con la cabeza en cada kilómetro, el resto de favoritas: Niewiadoma, Ludwig, Moolman-Pasio y Labous. Algo más rezagada, la española Mavi García, castigada por las heridas de un Tour que, caídas mediante, salió rana.
A cada pedalada, las diferencias con la cabeza de carrera aumentaban. Así lo quería van Vleuten, constante bailoteo sobre la bicicleta, empeñada en hacer sangre. Vollering, a su rueda, no colaboraba en los relevos; una táctica habitual del SD Worx cuando se juegan las castañas con la líder del Movistar.
Pero en la cordillera de los Vosgos no hay ruedas que valgan. van Vleuten, 39 años, centrada en su leitmotiv —”La mejor defensa siempre es un buen ataque”—, apretó los dientes en la subida al Platzerwasel y, a 62 kilómetros de meta, fuerza imperiosa, con la cabeza incrustada en el manillar, soltó a Vollering, 25 segundos detrás de ella en la cima.
En el macizo alsaciano, valles verdes, salpicados por nombres germánicos en cada villa, la estela entre ambas era cada vez más prolongada. 30 segundos. 40. 50. Un minuto. Uno y medio. Dos.
Antes de comenzar la ascensión al Grand Ballon, gran puerto del día —13,5 kilómetros al 6,7% de pendiente media—, van Vleuten, que comenzó el Tour con dudas, lastrada por un aparente virus estomacal que le impedía comer y beber con normalidad, ya volaba hacia el maillot amarillo, tres minutos de ventaja sobre Vollering.
Desde el coche del SD Worx, Anna Van der Breggen, gran rival de van Vleuten en las grandes citas de antaño —cuatro Giros de Italia, dos Mundiales y un oro olímpico—, retirada a los 30 años por “no estar a su mejor nivel”, jefa ahora del potente equipo neerlandés, trataba de levantar los ánimos de Vollering, ausente, mirada perdida.
Sin Marta Cavalli, segunda en el Giro de Italia, a 1m52s de van Vleuten; obligada a abandonar el Tour tras la violenta embestida de Nicole Frain en la segunda etapa, Vollering, 26 años, se presentaba como la gran alternativa en la ronda francesa. “Sé que no soy tan buena escaladora como Annemiek [Van Vleuten]”, dijo a EL PAÍS antes del pistoletazo de salida en los Campos Elíseos. No le faltaba razón. La talentosa corredora del SD Worx tiene mucho futuro por delante y gozará de más oportunidades, estén seguros.
Con el maillot amarillo visto para sentencia, por detrás, en la lucha por el podio, Katarzyna Niewiadoma (Sram), Juliette Labous (DSM) y Cecile Uttrup Ludwig (FDJ) cazaban a Elisa Longo Borghini, combativa como siempre. Poco después, el imponente ritmo del trío sobrepasaba a la italiana del Trek, exhausta tras un esfuerzo colosal.
En esas andaban las favoritas cuando, en meta, Annemiek van Vleuten, sonriente, negando con la cabeza, levantaba los brazos entre el fervor del público asistente. En el día más duro del Tour de Francia femenino, destinado a las grandes favoritas, la corredora del Movistar destrozó la igualdad establecida y volvió a recordar quién es la número uno del ciclismo mundial.
A 3m26s de la nueva líder entró a meta Demi Vollering, vacía, necesitada del cariño de sus padres, presentes en meta. Por detrás, Ludwig, explosiva, rascó cuatro segundos de bonificación por delante de Labous y Niewiadoma.
Perdida cualquier opción en la general, a 10m41s entró la mallorquina Mavi García, destinada ahora a buscar la sorpresa en la Super Planche des Belles Filles, broche del Tour. Marianne Vos, líder de la carrera durante cinco etapas, llegó a Le Markstein casi media hora detrás de van Vleuten, saboreando el maillot amarillo cada metro antes de entregárselo a su compatriota.
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