Barcelona-Real Madrid: urgencia compartida
El proyecto azulgrana aún no ha conquistado la Euroliga y la sequía de los blancos de títulos importantes dura ya bastante
Pues aquí estamos de nuevo, ante una final entre los de casi siempre. Ya puede dar la noria las vueltas que sean durante los meses previos que la última etapa de la liga doméstica parece un club exclusivo donde sólo entran dos equipos. En los últimos 12 años, únicamente Valencia y Baskonia (dos veces) lograron hacerse un hueco en el último acto de esta obra. Parafraseando a un genio de las finanzas, “este es el mercado, amigos”.
Ahora bien, aunque se repitan los contendientes, cambian las circunstancias. Y en esta ocasión son algo especiales, pues nos encontramos con los dos equipos en ...
Pues aquí estamos de nuevo, ante una final entre los de casi siempre. Ya puede dar la noria las vueltas que sean durante los meses previos que la última etapa de la liga doméstica parece un club exclusivo donde sólo entran dos equipos. En los últimos 12 años, únicamente Valencia y Baskonia (dos veces) lograron hacerse un hueco en el último acto de esta obra. Parafraseando a un genio de las finanzas, “este es el mercado, amigos”.
Ahora bien, aunque se repitan los contendientes, cambian las circunstancias. Y en esta ocasión son algo especiales, pues nos encontramos con los dos equipos en estado de urgencia. La tiene el Barcelona, cuyo proyecto iniciado hace tres temporadas con la ruidosa contratación de Mirotic y la posterior llegada un año después del deseado Sarunas Jasikevicius no se ha traducido en la conquista del santo grial, la Euroliga. Es lo que tiene gastarse un buen dinero y conformar una lujosa plantilla como la que tienen los azulgrana. Cualquier resultado que no sea ganarlo todo parece poco. Otro desliz frente a su eterno rival sería difícilmente digerible.
Tampoco llega tranquilo a esta cita el Madrid, cuya temporada da para escribir un libro. Su inicio casi inmaculado, el descenso a los infiernos, problemas de disciplina, su sorprendente resurgir que le llevó a quedarse a un palmo de llevarse la Euroliga, lesiones varias y el problema cardíaco de Pablo Laso. El comportamiento del colectivo ha sido digno de reconocimiento, pero a efectos de vitrina, la sequía de logros de enjundia dura ya demasiado. Hay que remontarse al 18 para la última Euroliga y al 19 para ver la última liga. Demasiado tiempo para un equipo y un club donde su base filosófica consiste básicamente en conjugar el verbo ganar.
Si no queda del todo claro quién necesita más un final feliz de curso, también es factible de discusión el clásico asunto del favoritismo. Es opinión mayoritaria que el talento y recursos globales que atesora la plantilla culé supera al del Madrid. El histórico habla también de una superioridad en los duelos directos desde que Jasikevicius se hizo cargo del equipo, y por si no fuera suficiente, cuentan con ventaja de campo.
Pero lejos quedan ya aquellos tiempos donde el Barça asustaba y resultaba difícilmente accesible. Más o menos desde su eliminatoria de cuartos de Euroliga ante el Bayern. Allí sufrió lo indecible y comenzó a dar síntomas de equipo atormentado, dado a la desconexión, con algunos jugadores fuera de foco y con enormes dificultades para dominar los partidos. Por no hablar de las lindezas que les dirigió su entrenador en varios momentos críticos. La derrota en la semifinal ante el Madrid agudizó los síntomas. Sigue ganando, pero deja demasiadas dudas.
El Madrid ha atravesado una etapa de cierta placidez deportiva más alterada por acontecimientos extradeportivos que por problemas en la pista. Viniendo de donde venían, hasta la derrota ante el Efes tuvo algo de victoria. Habrá que ver la incidencia del factor Laso y si mantiene la competitividad que mostró ante los azulgranas en sus dos últimos enfrentamientos, pero en líneas generales, su preparación para la traca final ha parecido la adecuada dentro de las circunstancias. Barça poderoso, Madrid competitivo. Uno de los dos salvará los muebles. Se acabaron las suposiciones. Que comience la pelea.
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