Ferrari sale chamuscado de Bakú

Dos averías en los coches de Leclerc y Sainz despejan el camino del triunfo a Verstappen y al doblete de Red Bull en Azerbaiyán

Max Verstappen perseguido por el Ferrari de Carlos Sainz en Bakú.Sergei Grits (AP)

Ferrari empieza a oler a chamusquina. Como cada año desde que el Mundial de Fórmula 1 se puso a rodar en la década de los años 40, la Scuderia se presentó puntual a la cita y lo hizo con las pilas cargadas, esperanzada por el cambio en la normativa que siempre abre la puerta para que se cuelen sorpresas. Y el mayor de los asombros lo protagonizaron los bólidos rojos, al menos durante los ensayos se pretemporada y las primeras paradas del calendario. Sin embargo, ...

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Ferrari empieza a oler a chamusquina. Como cada año desde que el Mundial de Fórmula 1 se puso a rodar en la década de los años 40, la Scuderia se presentó puntual a la cita y lo hizo con las pilas cargadas, esperanzada por el cambio en la normativa que siempre abre la puerta para que se cuelen sorpresas. Y el mayor de los asombros lo protagonizaron los bólidos rojos, al menos durante los ensayos se pretemporada y las primeras paradas del calendario. Sin embargo, el avance del calendario parece indicar que toda esa fuerza fue básicamente un espejismo, una impresión avalada por la estadística. El caso más sangrante es el de Charles Leclerc. El monegasco se encuentra seguramente en el momento más dulce de su trayectoria como piloto y su endiablada velocidad queda reflejada en los números: el chico acumula seis pole position de ocho posibles, las últimas cuatro encadenadas de forma consecutiva. Lo que ocurre es que su coche ha dejado de acompañarle y eso puede costarle al equipo italiano la posibilidad de pelear por el Mundial hasta el final del curso, algo que no consigue desde hace diez años (2012).

En Bakú, Leclerc volvió a hacer magia el sábado por la tarde con una vuelta de fantasía que no sirvió para absolutamente nada, después de que el propulsor de su bólido se quedara completamente frito antes de llegar al ecuador de la prueba (vuelta 20 de 51), y cuando lo tenía todo de cara para llevarse su tercer triunfo de este 2022. Al igual que pasó hace tres semanas en Montmeló, el muchacho tuvo que retirarse como consecuencia de una avería cuando circulaba al frente del pelotón, cosa que aún añade un punto más de crueldad a la cosa. Por si eso no fuera suficientemente triste, al fabricante de Maranello se le están escabullendo de entre los dedos las opciones de volver a celebrar el título, algo que no logra desde 2007, con Kimi Raikkonen.

Las desgracias no vienen nunca juntas y eso es también aplicable a la Fórmula 1, de modo que al chasco que se llevó la tropa de ‘Il Cavallino’ en Azerbaiyán fue doble porque ninguno de sus dos F1-75 fue capaz de cruzar la meta: el coche de Carlos Sainz sufrió un problema en su sistema hidráulico que afectó directamente a los frenos y le llevó a volver andando al taller a las primeras de cambio (novena vuelta). En las últimas tres carreras, Leclerc ha pasado de liderar el campeonato con 19 puntos de ventaja sobre Max Verstappen, su más inmediato perseguidor, a la tercera plaza de la general, a 34 puntos de distancia del actual campeón y a 13 del segundo, que tras este fin de semana es Checo Pérez. El neerlandés y el mexicano merecen ser considerados como la pareja más potente de la parrilla. Si a eso le añadimos las últimas incomparecencias de quienes deberían plantarles batalla, mucho tiene que cambiar el panorama para que la marca del búfalo rojo no revalide el título celebrado en aquel apocalíptico último gran premio del pasado ejercicio, en Abu Dabi.

Con los dos Ferrari fuera de combate, Red Bull se dio un paseo por Bakú y la zona de su castillo; un circuito abrazado por muros y repleto de trampas cuando uno tiene que rodar al límite, algo que no fue necesario esta vez para la escudería de Milton Keynes (Gran Bretaña). En esta ocasión, ni siquiera fue necesario que los estrategas de la formación energética mediaran para invertir el orden de sus dos corredores, dado que las gomas del prototipo del piloto de Jalisco se vinieron abajo antes de la primera visita a los garajes, y eso facilitó que Mad Max adelantara a su compañero sin ni siquiera inmutarse. “No batalles”, se limitaron a advertirle a Pérez, en el momento en que su vecino se le echó encima (vuelta 15). Se trata de la quinta victoria del chaval de Hasselt de las ocho que se han puesto en juego, y del tercer doblete de Red Bull, el equipo más competitivo del momento. George Russell encontró el carril que le permitió volver a encaramarse al podio, mientras que Fernando Alonso finalizó el séptimo.


Leclerc: “Esto duele mucho”

Al menos de puertas hacia afuera, Charles Leclerc es un chaval afable y comprensivo, con un temperamento muy equilibrado y que difícilmente pierde los nervios. Habrá que creer que es así después del chasco que se llevó en Bakú, donde completó una racha nefasta que le ha acompañado en las últimas tres paradas del calendario. Como este domingo en Azerbaiyán, hace tres semanas, en Montmeló, su Ferrari se quedó seco cuando él dominaba la carrera. En la siguiente cita, 15 días atrás, la torpeza de los estrategas de Ferrari le apartó de ganar en Mónaco, probablemente, el triunfo que más ilusión le hace. Y como no hay dos sin tres, su monoplaza volvió a dejarle tirado cuando tenía a tiro de piedra la oportunidad de cambiar la tendencia en la que se ha instalado, y detener el derrame de puntos a favor de Max Verstappen, el líder del certamen.

“No sé qué pasó. Perdí potencia y vi humo, pero no sé mucho más que vosotros”, comentó el monegasco, poco después de bajarse de su bólido, con cara de no entender nada. “Antes de ese momento, había recuperado terreno y me puse líder. Esto duele, duele mucho”, convino Leclerc.


El domingo que viene, la caravana del Mundial se instalará en Montreal, en el que será un desplazamiento exprés y de los más complicados del calendario. Se supone que, para entonces, Ferrari ya habrá hecho un diagnóstico preciso de los fallos que impidieron cruzar la meta a sus dos prototipos. En el caso de Leclerc, el humo que desprendió su coche y el ruido que hizo el propulsor no dejó demasiadas dudas acerca del origen del problema. En el de Carlos Sainz, por el momento se conoce que la causa fue hidráulica, pero poco más. “Cada carrera es distinta, de modo que tenemos que analizar qué ha pasado aquí”, respondió Mattia Binotto, el director de la ‘Scuderia’, ante las preguntas de los periodistas. “Los motores volverán a Maranello y seguro que como equipo encontraremos una solución”, zanjó el ejecutivo.

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