Jordan Díaz, el atleta que cambió Cuba por España: “Mis padres me dijeron, ‘tienes que irte si quieres ser grande”
La promesa mundial de triple salto dejó La Habana a los 20 años, y pocos meses después, en febrero, pasado, y ya con pasaporte español, batió el récord nacional: “El sistema cubano parece que no quiere recoger el beneficio de su siembra”
Superpuntual, Jordan Díaz (La Habana, 23 de febrero de 2001), tan alto, flexible y esbelto (1,92 metros), un junco con pies, llega andando a la pista de Guadalajara. Plumas y chándal del Barça. Un escudo en el pecho que le hace sonreír, aunque sonríe siempre, por todo. Una vida exprés, de Cuba a España. A los 16 años salta 17 metros en triple, y pocos miembros de la aristocracia del triple salto podrían asegurar, como él, que saltó alguna vez má...
Superpuntual, Jordan Díaz (La Habana, 23 de febrero de 2001), tan alto, flexible y esbelto (1,92 metros), un junco con pies, llega andando a la pista de Guadalajara. Plumas y chándal del Barça. Un escudo en el pecho que le hace sonreír, aunque sonríe siempre, por todo. Una vida exprés, de Cuba a España. A los 16 años salta 17 metros en triple, y pocos miembros de la aristocracia del triple salto podrían asegurar, como él, que saltó alguna vez más metros de los años que tenía. A los 20, en julio pasado, abandona al equipo cubano que se prepara en Europa para los Juegos de Tokio y se queda a vivir en Guadalajara, donde recibe la nacionalidad española. Tres días antes de cumplir los 21, el 20 de febrero, en su segunda competición, el campeonato de España sub 23, en su segundo, y último hasta el momento, salto válido en competición como español, bate en Salamanca el récord nacional de triple, 17,27 metros. Tres meses y medio después, el sábado 4 de junio, vuelve a saltar. Lo hará en el mitin de Andújar, Jaén, en el que también estarán el campeón español, Pablo Torrijos, y el atleta de Burkina Faso Fabrice Zango, plusmarquista mundial en pista cubierta (18,07m). “Seguimos trabajando en perfeccionar detalles técnicos, así que vamos tranquilos”, anuncia su entrenador, Iván Pedroso. “Pero ha entrenado bien y sin apuro”.
Pregunta. ¿Qué empuja a salir de Cuba a un chaval de 20 años, uno de los mejores atletas del mundo?
Respuesta. La cosa, el sistema deportivo, está muy complicada allí. Casi obligan a los atletas de valor a salir en estampida. Veía que mis resultados no valían para nada. Hay un momento en el que el deportista necesita un estímulo, que era algo que una persona como yo, con el nivel que tengo, no recibía. Y ya me sentía decaído, sin pensar nada, como que la cuarentena, el confinamiento por la covid, me tenía ya un poco como que estresado. Y ya con todas las cosas que habían pasado, ya tomé la decisión en la cuarentena, ya tuve un año para pensar las cosas, porque no es una decisión que se tome a la ligera...
P. Una decisión que cambia la vida…
R. No es una cosa de un día decir me voy a ir y no pasa nada. Hay que pensarlo bien, ver las consecuencias que te pueda traer, pensar en las amistades, toda la vida que llevaste aquí, la familia... Tomé la decisión y supe que era la mejor. Mis padres estuvieron de acuerdo, me apoyaron en todo momento... Y ya cuando mis padres me dieron la bendición, me dijeron, ‘tú tienes que irte, tienes que irte si quieres ser grande’, sabes?, si quieres coger los beneficios que te corresponden...
P. ¿Entiende que en el atletismo español haya gente que le mira mal por su nacionalización tan rápida?
R. Entiendo la desconfianza de la gente, que no saben las cosas que hay atrás, las cosas que pasan. Ni lo ocurrido. Dicen, un cubano que viene a nacionalizarse, a quitarle las medallas aquí a la gente. Es entendible. Pero hay que saber la historia que hay atrás, todo lo que ha pasado, para que yo tomase esa decisión. Si yo estuviese bien, si no hubiese problemas, me habría quedado con mis padres. He madurado, ya he visto cómo es el mundo, Europa, es más profesional... A los 17 años no tomo esa decisión ni jugando.
P. En Cuba le pueden acusar de desagradecido… Invirtieron en usted, en su preparación, y luego emigra a otro país con su talento…
R. Yo lo veo al revés. Es el sistema el que parece que no quiere recoger el beneficio de su siembra. Por fuera se entiende que somos el país del triple, pero hay que estar dentro del lugar y saber las cosas que están pasando... Me metería tres horas hablando de las cosas que hacen... Las cosas están mal, y la tranquilidad que merece un atleta para que todo esté bien no se tiene allí...
P. ¿Desprecian el talento?
R. Pero bueno, es como se hacen... Y nosotros no podemos decir nada porque estamos como amarrados de brazos y pies... No podemos hacer absolutamente nada, por eso es que mucha gente se van del país. Las decisiones son muy raras, malas.
P. Saltó más metros que los años que tenía y se dispararon las expectativas del mundo del atletismo, y no progresó como anhelaban. ¿Le pesó esa precocidad?
R. En mi vida pensé saltarlo. Me pesó y no pesó. No haber dado el avance que debería haber dado se debe a la presión que me ponían ya a partir de eso. Ya se imaginaban... Incluso me exigían en entrenamientos. Metí dos saltos en entrenamiento de 17,80, 17,60... En las competiciones tenía mucha presión, tienes que saltar esto porque si saltas 17,30 ahora en tres años tienes que saltar 18, sin darse cuenta de que yo tenía 18 años. Que es lo bueno con Iván, que no tiene ningún apuro. Me dice, tú, tranquilo; tú, haz tus cosas. Te voy a tratar como a un niño.
P. En la lista de los mejores sub 20 de la historia usted es el segundo, y hay siete cubanos más entre los 11 primeros… Pichardo no superó los 17 metros hasta los 20 años, pero es el único campeón olímpico de triple nacido en Cuba, y lo hizo en Tokio como portugués… ¿Este dato no ha hecho reflexionar al sistema cubano?
R. No voy a entrar a hablar del sistema cubano porque yo ya no pertenezco. He pasado página. No pertenezco a esas personas, esas gentes tienen su línea y yo ahora tengo otra línea. Pichardo se fue a Portugal y, boom, campeón olímpico... Es el chip de Europa, que te cambia las ideas como tal. Cada cual tiene su mentalidad y sus cosas.
P. ¿Y su mentalidad, cuál es?
R. Quiero ser una persona grande, que las personas me reconozcan en el mundo, y más en el país donde vivo. Que me reconozcan y que me apoyen. Es lo que más quiero. No pido más nada.
P. Y, para conseguirlo, cruza el Atlántico para entrenarse en España con un mito del atletismo cubano…
R. Iván Pedroso es un superatleta y una superpersona. Era mi plan que ya tenía trazado, venir a entrenar con él. Tenemos un superequipo. Como dice Ana [Peleteiro] cada año se incrementa el equipo y tenemos un ambiente más bonito en Guadalajara. Me siento muy contento, y le doy las gracias a Iván por haberme acogido aquí como su atleta.
P. ¿Cómo ha cambiado su entrenamiento con él?
R. He cambiado absolutamente todo. Estamos en una etapa de adaptación. Nueve meses llevo entrenando con Iván y las cosas son muy diferentes. Nos vamos adaptando poco a poco, mejorando la velocidad... cosas así.
P. ¿En qué sentido?
R. Aquí lo que menos hago es saltos. Antes en Cuba siempre se trabaja la fuerza. Aquí hago más carrera, que es el déficit que tenía. Lo que me está tratando son los déficits que tenía en Cuba. En Cuba no corría como tal. Me ha ido mejorando la velocidad, la técnica de carrera, para que el salto salga bien.
P. ¿Paciencia?
R. Exacto. Es una persona que me tiene la mentalidad cambiada a la de Cuba, muy cambiada. En Cuba como que te apuran a saltar, tienes que saltar tanto, tienes que saltar tanto... Y aquí es como que estamos Iván y yo en un debate. Como que yo quiero, porque ya es la mentalidad, el chip que tengo ya de Cuba, y él está de lo más tranquilo, de lo más calmado, y yo, ¿qué está pasando aquí? Estoy como apurado, que quiero esto, quiero lo otro... E Iván, tranquilo, tranquilo, que todo va paso a paso, y todo tiene que salir bien...
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.