Entusiasmo sin premio de España ante Portugal
La Roja empata en la primera cita de la Liga de Naciones tras un partido que manejó bien, pero que no cerró en las áreas y lo pagó en los minutos finales
El entusiasmo también marca diferencias en el fútbol. Y más en una cita de un partido de competición terciaria como la Liga de Naciones, plantada en este fin de curso para la que los jugadores han tenido que reconectarse después de una semana de vacaciones. Hubo más ardor que juego fino en el derbi ibérico, finiquitado en tablas porque España no cerró el partido en las áreas. Ni para aumentar la ventaja que le dio el gol de Morata, ni para evitar el de última hora de Portugal. Tuvo ocasiones para ganar, pero también las concedió para perder. Tuvo buenos tramos España, pero también lagunas que ...
El entusiasmo también marca diferencias en el fútbol. Y más en una cita de un partido de competición terciaria como la Liga de Naciones, plantada en este fin de curso para la que los jugadores han tenido que reconectarse después de una semana de vacaciones. Hubo más ardor que juego fino en el derbi ibérico, finiquitado en tablas porque España no cerró el partido en las áreas. Ni para aumentar la ventaja que le dio el gol de Morata, ni para evitar el de última hora de Portugal. Tuvo ocasiones para ganar, pero también las concedió para perder. Tuvo buenos tramos España, pero también lagunas que terminó por pagar.
No fue casualidad que los futbolistas de Luis Enrique más determinantes y agitadores durante la hora de juego que coincidieron en el campo fueran Gavi, Soler, Sarabia y Morata. Dos meritorios los primeros, en la rampa de salida hacia niveles más altos, que tenían un examen de traca como escoltas de Busquets. Enfrente tenían un trío de hueso, oficio y fútbol, como Moutinho, Bernardo Silva y Bruno Fernandes. Sarabia y Morata son dos jugadores de faena que encuentran en la selección el premio a su constancia. Un par de nómadas del fútbol de clubes que en la Roja encuentran fuertes lazos de identidad.
El duelo era una prueba demasiado distanciada de la cita mundialista de Qatar, pero con Luis Enrique no hay tregua. Tampoco el rival invitaba a ello. Aunque con Cristiano Ronaldo de subalterno en el banquillo, Portugal es una de esas selecciones plagada de buenos peloteros y un técnico de planes meridianos que está buscando cómo consolidar el paso adelante que ha dado con respecto a versiones más conservadoras.
Españoles y portugueses fueron a buscarse a las áreas y se anularon de arranque. España no encontraba un pase bueno y dormía el juego con una salida lenta. Portugal tampoco encontraba un camino aseado para aproximarse a Unai Simón. Por el parón vacacional, una y otra selección parecían acusar tanto la falta de gasolina como de pies precisos y afilados para romper el partido. En Portugal, el vigoréxico Leão le enseño su poderoso cambio de ritmo a Azpilicueta un par de veces. Y pudo marcar cuando Guerreiro tuneló al lateral navarro y le dejó para una ejecución franca en la que le sobró tanta fuerza como le faltó tacto. La imponente carrocería del extremo del Milan apunta a un futbolista despampanante si la sincroniza con más finura en los golpeos definitivos.
Perdonó Portugal, pero no España, que supo explotar los espacios en una transición de manual tras un robo de Gavi. Había mucho verde que recorrer y el chico, con la cabeza alta y la lengua presionando el moflete salió a la carrera. Le acompañaban Morata y Sarabia. El primero saltó para dejar pasar el pase corrido de Gavi y enfilarse al área, donde le esperaba el fino y preciso toque de Sarabia para empujar la pelota. Esa manufactura del contragolpe fue muchas veces interpretada por Neymar, Suárez y Messi en el Barça de Luis Enrique, que celebró el tanto tan henchido como admirado por la bella y meteórica secuencia.
El tanto dio paso a una España más precisa y entonada bajo el magisterio de Busquets y la soltura de Gavi y Soler. El volante azulgrana tiene algo que engancha a la hinchada. Su vigor juvenil para el choque enfervoriza al personal y la manera de girarse que muestra su dominio de los espacios lo levanta de las butacas. Los dos se asomaban al área y Soler tuvo el segundo gol en una doble ocasión solo ante Diogo Costa. No culminó, pero como Gavi, cumplió con esa misión de llegar desde atrás que tanto les demanda Luis Enrique a los interiores.
No remató España a Portugal y tuvo que lidiar con un segundo acto abierto. Mandó la selección de Luis Enrique, pero jugó con la amenaza de los boquetes que empezaron a descubrir André Silva, Otávio y Leão a la espalda de la adelantada defensa española. Leão tuvo el empate tras una de esas sangrías en que llevó la pelota de izquierda a derecha. Recortó a Azpilicueta y se le nubló la portería con el achique de Unai Simón. Se desató entonces el partido. Entronizado y con el periscopio agudizado, Gavi le puso otra pelota corrida a Morata, al que su toque suave para cruzarla se le fue por un par de palmos.
Otra bala definitiva malgastada que activó la supervivencia de Portugal. Con la ventaja del gol, España se ensimismó mientras Portugal se rearmaba con Guedes y Cristiano. Se contagió la Roja de los olés de la grada, como si el partido ya no tuviera más guion y volvió a descuidar su flanco izquierdo. Cancelo la reventó y su centro raso lo empujó a placer Horta con diez minutos por jugarse. Alba tuvo el triunfo en un rebote que cazó de cabeza con la portería de Diogo Costa descubierta para culminar ese entusiasmo de la Roja que no encontró premio.
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