La Europa League se juega en Sevilla, donde los fans del fútbol son del Eintracht
El club alemán moviliza a más de decenas de miles de seguidores en su viaje por la Liga Europa
El Eintracht de Fráncfort tenía 5.800 socios en 2001; hoy cuenta con 100.000 y son miles los aficionados que se han movilizado con su equipo durante su viaje por la Liga Europa. El crecimiento se explica, sobre todo, a partir de la figura que dirige a la entidad desde hace precisamente 22 años y que responde al nombre de Peter Fischer, el mismo que en su día proclamó: “Mientras yo sea el presidente, no habrá ningún nazi en el Eintracht de Fráncfort”.
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El Eintracht de Fráncfort tenía 5.800 socios en 2001; hoy cuenta con 100.000 y son miles los aficionados que se han movilizado con su equipo durante su viaje por la Liga Europa. El crecimiento se explica, sobre todo, a partir de la figura que dirige a la entidad desde hace precisamente 22 años y que responde al nombre de Peter Fischer, el mismo que en su día proclamó: “Mientras yo sea el presidente, no habrá ningún nazi en el Eintracht de Fráncfort”.
“También somos más que un club”, concedió Fischer en una entrevista a Isaac Lluch en el diario Ara antes del cruce del Eintracht con el Barça. “Nos hemos posicionado contra el racismo, contra el fascismo, contra el antisemitismo, contra la homofobia (…) y por tal declaración hemos sido distinguidos en actos políticos. Utilizamos la popularidad de fútbol para luchar contra el antisemitismo”, aseguró Fischer.
El presidente compareció en la plaza de Cataluña y encabezó el día del partido la marcha de los seguidores del Eintracht hacia el Camp Nou. Unos 35.000 hinchas alemanes tomaron el estadio ante la sorpresa de la directiva y aficionados del Barça. Aunque hubo algunas quejas sobre su comportamiento, aquellos seguidores habían comprado su entrada y no invadieron el campo para festejar el triunfo y clasificación de su equipo por 2-3 (1-1 en Alemania).
A la directiva azulgrana le pudo el afán recaudador ante la quiebra económica que presenta la institución mientras que algunos barcelonistas comercializaron en la reventa con sus carnets de socio y de abonados: la cifra estimada por el club ascendía a 15.000. La imagen del Camp Nou ocupado por los aficionados alemanes provocó una crisis social, económica y deportiva en el Barça. Hay un antes y después del Eintracht.
La bandera del club alemán es la cultura del fan, muy aplaudida en la Bundesliga frente al fútbol negocio que representa el Leipzig, de la misma manera que el motor social del Barcelona del presidente Joan Laporta siempre ha sido el socio, ya desde 2003, cuando promocionó la campaña El Gran Repte y también en la actualidad desde que eliminó las restricciones para que cualquier persona del mundo pueda afiliarse al club por 195 euros.
El Eintracht recibió más de 250.000 peticiones para el partido que jugó en su estadio contra el Barcelona y para el de vuelta en el Camp Nou registró incluso solicitudes de aficionados residentes en las Islas Mauricio. No hay dudas sobre la potencia social del club, ni sobre su carácter polideportivo —tiene 19 secciones— y menos respecto al compromiso político defendido por Fischer, invitado asiduamente a actos mediáticos en Alemania.
El Eintracht siempre juega arropado, en su casa del Deutsche Bank Park, y en campo contrario, como se advierte en su trayectoria: ha ganado cinco partidos en cancha rival y solo empató el último de la fase de clasificación en Turquía contra el Fenerbahçe. Al Betis le eliminó también en el Villamarín y, aparentemente, no dejó un mal recuerdo en la hinchada verdiblanca (1-2).
120 nacionalidades
El club de Fráncfort, la capital financiera de Alemania, prefiere ganar complicidades como bien saben en el Barça y también en Glasgow. La sala de trofeos de Eintracht exhibe la copa de subcampeón del Gamper 1976, cuando salió derrotado por el Barça en un partido recordado por el marcaje implacable de Macizo al mítico Grabowski, y dos de las salas del club llevan el nombre de Glasgow I y Glasgow II.
Los escoceses y los alemanes protagonizaron la semifinal de la Copa de Europa de 1960 que fue ganada por el Real Madrid en Hampden Park con unos 130.000 espectadores por 7-3. El Eintracht eliminó al Glasgow Rangers para después caer derrotado en la final por cuatro goles de Puskas y tres de Di Stéfano.
Hoy vuelve a una final europea, 42 años después de conquistar la Copa de la UEFA en 1980 contra el Borussia Moenchengladbach y la Intertoto en 1967 —solo el Manchester City tardó más tiempo: 51 años—, dos títulos que se suman a las cinco copas conquistadas en su país y a una Bundesliga (1959). Un palmarés discreto para un club histórico, fundado en 1899, y que ahora es también pionero en el trato a los fans: “Somos una sociedad multicolor y en nuestro club tenemos hasta 120 nacionalidades”, argumenta Fischer.
El Eintracht decididamente presume de ser más que un club después de haber dejado en fuera de juego al Barcelona.
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