Nibali anuncia en el Giro de Italia su retirada del ciclismo en octubre

El Tiburón del Estrecho, uno de los siete corredores de la historia en haber ganado Tour, Vuelta y Giro, colgará la bicicleta el mismo día que Alejandro Valverde, su rival en tantas carreras

El ciclista italiano Vincenzo Nibali, tras terminar la etapa en Mesina, este miércoles.MICHAEL STEELE (Getty)

Juanpe López vive el Giro de Italia de rosa y aún en una nube. Habla en inglés cuando le preguntan en italiano y también cuando le preguntan en español, y en español cuando le preguntan en inglés. “No pienso en el futuro, en qué será de mí en el futuro. Solo pienso en el momento, en gozar cada minuto, día a día”. En su burbuja, un lugar ideal, mental, en el que no influye la geografía la temperatura, el reloj, y ajeno al mundo, el chaval de Lebrija se prese...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Juanpe López vive el Giro de Italia de rosa y aún en una nube. Habla en inglés cuando le preguntan en italiano y también cuando le preguntan en español, y en español cuando le preguntan en inglés. “No pienso en el futuro, en qué será de mí en el futuro. Solo pienso en el momento, en gozar cada minuto, día a día”. En su burbuja, un lugar ideal, mental, en el que no influye la geografía la temperatura, el reloj, y ajeno al mundo, el chaval de Lebrija se presenta el primero de su equipo al podio, y mucho antes de la hora fijada. Se sienta en una silla mientras otros equipos suben saludan, firman, y espera, impaciente. Enloquece de emoción, dice. “Es increíble, todo el mundo te llama por tu nombre, te pide fotos… no me lo creo todavía”.

Juanpe, impaciente en el podio de salida, no lo sabe, pero tiene una cita en Messina con la historia de Nibali, que llega a su pueblo, casi a las puertas de la papelería de su familia, y el quiosco de alquiler de películas de vídeo en el que pasaba las horas muertas de niño, las horas en las que no cogía la Benotto con los amigos para hacer la cabra por la calles y los caminos que llevan al mar, y hasta el cabo Peloro, donde el pilón de 211 metros, una modesta torre Eiffel por la que llegaba en gigantes cables colgados la electricidad a su isla, la vida, desde Calabria. Y a veces subía hasta la nieve del Etna, las cuestas en las que el martes encontró sus límites. Eso fue antes de decidir tomar el ferry, chaval, juvenil escuálido, viajar noches y días enteros de tren hasta Toscana, ida y vuelta cada dos por tres, y hacerse ciclista, y campeón, y convertirse en el Squalo dello Stretto, el tiburón que lleva tatuado en su piel.

La vida de Juanpe, 24 años, nombre para el futuro del ciclismo, y la de Nibali se cruzan en Messina, donde el Tiburón, en su casa, 37 años, anuncia que deja el ciclismo, que cuelga la bicicleta antes de cumplir los 38, en octubre, disputado el Lombardía, el monumento más cercano a su corazón, y un poco también la San Remo. En la RAI le llevan al estudio volante y allí le esperan sus padres, Giovanna y Salvatore, y a él, tan siciliano, más italiano que ninguno, se emociona y le lloran los ojos, y con ellos húmedos lo dice, con la voz muy baja, como para no oírse. “Este es mi último Giro. Esta es mi última temporada en el ciclismo”.

El 8 de octubre, en Como, dirá adiós al ciclismo junto a Alejandro Valverde, cuatro años y medio más viejo. Se van dos de los que más han marcado, junto a Alberto Contador y Froome, las dos primeras décadas del siglo XXI. Nibali es para los italianos el nuevo Felice Gimondi, el dios de los años 60, el rival siempre derrotado por Merckx, muerto hace nada justamente a pocos kilómetros de Messina, mientras nadaba en la playa de Giardino Naxos, a la sombra de la elevada Taormina. Como Gimondi, y como solo en la historia Anquetil, Merckx, Hinault, Contador y Froome, Nibali ha ganado las tres grandes, un Tour, una Vuelta, dos Giros. Y es solo el sexto italiano, a la altura de Bartali, Coppi, Nencini, Gimondi siempre, y Pantani, que ha ganado el Tour de Francia en la posguerra. Simbólicamente, como si se tratara de un diseño estudiado cuidadosamente, la última victoria de Nibali en competición, hasta ahora, se produjo el 1 de octubre pasado. Fue una etapa en la vecina Mascali que le supuso el triunfo en la general del Giro de Sicilia. Segundo fue, of course, Alejandro Valverde.

Démare levanta los brazos tras imponerse en el sprint de Mesina.Europa press

El ocho de octubre habrá cumplido ya 18 años con los mejores del mundo, en algunos de los mejores equipos, Fassa Bortolo, Liquigas, Astana, Bahrein y Trek, el grupo en el que cuando llegó en 2020, a los 35 años, ya crecía un chavalillo de Lebrija, Juanpe López, que vio de rosa en su Messina el anuncio de su adiós, y sigue en su nube.

Y cuando habla, y se siente tan satisfecho por haber conservado la maglia rosa de líder, pasan delante de él como una flecha todos los demás ciclistas, con prisa por llegar al barco que les cruce el estrecho de Messina, 20 minutos, hasta Calabria, para iniciar el ascenso de la península el jueves por la costa del Tirreno tempestuoso. Solo un par de minutos antes, en la última recta, vía Garibaldi junto al puerto, un Groupama, el gigantesco neerlandés Ramon Sinkeldam, ha puesto al pelotón en fila detrás de él a más de 70 por hora, y ha regalado su rebufo a su jefe, el sprinter francés Arnaud Démare, que, a 200 metros de la última pancarta, toma la cabeza y gana por delante del enfadado Fernando Gaviria, quien se siente traicionado por su bici, un sprint al que no llegaron ni Cavendish ni Ewan, anclados en un puerto largo, interminable, de segunda, por su poca disposición para el esfuerzo largo y la escalada, por la aceleración en cabeza de los equipos con sprinters rivales. Démare se queda también cortado pero logra enlazar gracias al esfuerzo de su Jacopo Guarnieri, quien por un día no es su último hombre en la llegada en la que, varios meses después de octubre pasado y su París-Tours, vuelve a levantar los brazos. Es la sexta etapa que gana en tres Giros el mejor de los sprinters franceses, y su quinto triunfo lo consiguió hace año y medio en Cesenatico, el pueblo de Pantani, y también ha ganado una San Remo, como Vincenzo Nibali, que se hace dueño y gran protagonista de la última jornada siciliana del que él anuncia es su último Giro. Y antes de ello se acerca a Juanpe y le da la enhorabuena, y al lebrijano se le ponen los pelos de punta, emocionado siempre, orgulloso de que “una leyenda como Nibali” le dé la enhorabuena a él, Juanpe.

Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.

Sobre la firma

Más información

Archivado En