Marc Tur, marchador y cuarto en Tokio 2020: “Genero más expectación desde que reconocí que soy gay”
El ibicenco ha trabajado la parte mental para adaptarse en París 2024 a la nueva distancia olímpica de 35 kilómetros, en lugar de los históricos 50
El pasado 13 de agosto, una semana después de terminar cuarto en los Juegos Olímpicos de Tokio, el marchador Marc Tur (Santa Eulalia, Ibiza; 27 años) hizo pública su homosexualidad. Desde entonces, su vida ha cambiado. “Ahora estoy más expuesto. Sé que lo que diga o haga va a tener más repercusión en ciertos aspectos. Tampoco es algo exagerado, pero se nota. Ya no soy el Marc Tur desconocido de antes”, declara a este periódico antes de partir a Lisboa, donde ar...
El pasado 13 de agosto, una semana después de terminar cuarto en los Juegos Olímpicos de Tokio, el marchador Marc Tur (Santa Eulalia, Ibiza; 27 años) hizo pública su homosexualidad. Desde entonces, su vida ha cambiado. “Ahora estoy más expuesto. Sé que lo que diga o haga va a tener más repercusión en ciertos aspectos. Tampoco es algo exagerado, pero se nota. Ya no soy el Marc Tur desconocido de antes”, declara a este periódico antes de partir a Lisboa, donde arranca este fin de semana el camino hacia un verano repleto de pruebas. Primero, en Portugal. Luego, Madrid y A Coruña. Y después, el plato fuerte. En los Mundiales de Oregón (Estados Unidos) y en los Europeos de Múnich (Alemania), Tur, distinguido como el mejor atleta español de 2021, tratará de sellar el objetivo que le ronda la cabeza desde la carrera de Tokio: conseguir una medalla.
“Es realista”, dice, todavía con la risa nerviosa de quien no está acostumbrado a verse favorito. La expectación sobre su figura ha cambiado desde la cita olímpica, donde llegó sin presión, fuera de la terna de aspirantes. Ahora, candidato a todo, tiene que adaptarse a la vigilancia de los rivales, a los focos y, más importante, a las expectativas: “Es difícil, porque por mucho que te prepares, siempre puedes fallar”.
Para gestionar esa incertidumbre, Tur, graduado en Medicina —actualmente cursa un máster de medicina estética y nutrición—, pidió ayuda. En 2019, el ibicenco comenzó a trabajar cada semana con su psicóloga deportiva, Obdulia Tejón. “Es fundamental en mi preparación”, dice. “La parte mental es casi el 50% de lo que hacemos, incluso más. [...] En una prueba tan larga como la nuestra, es indispensable tener la mente fría, las ideas claras y mantener los pensamientos oscuros alejados”.
Tur se refiere a las dudas, presentes hasta en la mente más blindada. “Creemos que somos fuertes, que por ser deportistas de élite vamos a poder con todo, pero no. Somos vulnerables, como cualquier persona”. Durante una prueba tan larga, en la que los atletas aguantan más de tres horas y media sin levantar los pies del asfalto, la cabeza es traicionera. “Aunque dure un segundo, es inevitable que en algún momento pienses que no puedes, que no eres capaz. Pero no puedes venirte abajo por ese segundo”. Para evitarlo, el de Santa Eulalia proyecta varias carreras en una: “Si compito en un 50, imagino 50 carreras diferentes, cada una de un kilómetro, con su respectiva línea de meta. Es clave funcionar a corto plazo”. Así, dice, mantiene la mente limpia y los objetivos no se diluyen entre el agotamiento.
La disciplina para la que se preparó desde joven, los 50 kilómetros marcha, presente en los Juegos Olímpicos desde 1932, dijo adiós en Tokio. Ahora, Tur ha cambiado su entrenamiento para acostumbrarse a los 35 kilómetros, su nueva distancia. Al principio, dice, le costó: “El ritmo es mucho más rápido —corren el kilómetro en una media de 4m,15s— y los entrenamientos, más específicos. En el 50 tú salías, dejabas que pasaran los kilómetros y la competición de verdad comenzaba a las tres horas. Eso se ha acabado. Ahora vamos mucho más rápido y puede haber un cambio de ritmo desde la misma salida. Mantener la atención es importantísimo”.
Ligero y espigado —mide 1,90m—, a Tur siempre le han respetado las lesiones. La marcha, dañina especialmente para la rodilla y la cadera, no ha castigado su salud, algo que, reconoce, no es habitual: “En el deporte hipotecamos nuestro cuerpo. Objetivamente, lo que hacemos no es sano, perjudica a nuestra salud a largo plazo; pero es como una droga, no puedes dejarlo”.
Desde el diploma de Tokio, su vida ha cambiado. En la pista, el éxito olímpico le ha convertido en alguien más tranquilo. “Antes me enfrentaba a las competiciones… Y tenía miedo a competir. En los Juegos Olímpicos estaba muy nervioso”. Ahora, dice, es consciente de que se puede fallar, y convive con ello: “No se acaba el mundo por una carrera”.
Fuera de la competición, su vida también ha sufrido un vuelco. Tras hacer pública su homosexualidad, Tur recibe cada semana mensajes de agradecimiento en redes sociales. Testimonios de personas que, como él, han sufrido bullying por su orientación sexual: “Cuando leo esas historias, todavía me doy cuenta de lo que queda por hacer. En el día a día hay cosas que no se ven, o que son inocuas para ciertas personas fuera del colectivo, pero que afectan a mucha gente”.
El marchador, que sufrió el acoso y las burlas en sus propias carnes, siempre ha reconocido que vio el atletismo como un refugio. Y no quiere que alguien pase por lo que él pasó: “Me preocupa el adolescente de 15 años que sufre en el instituto o que no es aceptado por su familia”.
Acostumbrado a la vida en la gran ciudad, lejos de su isla, Tur asegura que, pese a los ataques homófobos que todavía recibe en redes sociales, en su entorno cercano no ha habido ningún cambio: “Es que lo de salir del armario... A mí me gustaría que esa expresión no existiera. Me gustaría que fuera algo normal, que no fuera noticia”.
En la lucha por conseguirlo, Tur tiene muy claros sus propósitos. Primero, los Mundiales de Oregón, en julio. Un mes después, acudirá a los Europeos de Múnich. Y más adelante, tiene marcado en rojo su cita favorita: París 2024. Allí, dice, solo cabe un objetivo: conseguir medalla. Después, ya se verá: “Por ahora cumpliré este ciclo olímpico. Luego, no sé cuándo, quiero dedicarme a la medicina, algo en lo que he invertido mucho tiempo”. Así, tras la exigente prueba olímpica de París, el ibicenco no descarta dejarlo y comenzar la preparación del MIR. “Lo tengo pendiente y me motiva mucho”, dice sin dejar de sonreír.
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