Carolina Marín regresa con una victoria en el Europeo 11 meses después de su grave lesión
La onubense derrota en 29 minutos a la checa Katerina Tomalova (21-10 y 21-6) en su primer partido del torneo continental: “Echaba de menos los nervios y la emoción”
“Mariposillas” fue la palabra más repetida en las entrañas del polideportivo Gallur de Madrid pocas horas antes del debut de Carolina Marín en el Europeo. Familiares, amigos, parte del equipo de la campeona olímpica española, definían así su estado de ánimo. Algunos confesaban que para conciliar el sueño en la víspera tuvieron que recurrir a una pastilla.
Marín apareció por las pistas del pabellón poco después de las 20.00, entre los infinitos aplausos de la grada. Su círculo más cercano –madre, primas, tías, tíos de Huelva- le organizaron una sorpresa y encargaron unas camisetas especi...
“Mariposillas” fue la palabra más repetida en las entrañas del polideportivo Gallur de Madrid pocas horas antes del debut de Carolina Marín en el Europeo. Familiares, amigos, parte del equipo de la campeona olímpica española, definían así su estado de ánimo. Algunos confesaban que para conciliar el sueño en la víspera tuvieron que recurrir a una pastilla.
Marín apareció por las pistas del pabellón poco después de las 20.00, entre los infinitos aplausos de la grada. Su círculo más cercano –madre, primas, tías, tíos de Huelva- le organizaron una sorpresa y encargaron unas camisetas especiales de color rojo con: “Vamos Carolina”. Mientras Carolina repasaba con Fernando Rivas, su entrenador, los últimos detalles en la charla técnica, su madre mandó a alguien del grupo a buscar una bocina.
Ganó Marín a la checa Katerina Tomalova por dos sets (21-10; 21-6 en 29 minutos y se medirá este miércoles en segunda ronda a la ucrania Maria Ulitina a las 16:30. Ganó el primer partido del Europeo en el que busca su sexto título. Ganó once meses después de la grave lesión que la apartó de los Juegos Olímpicos de Tokio, donde perseguía el segundo oro. Ganó y disfrutó. Y Rivas, su técnico, contó después del partido que lo único que le dijo fue que saliera como si fuera a un tablado flamenco como cuando era pequeña. “Le dije eso, y que no hiciera un problema de la expectación del público”. Si en su entorno se habló de mariposillas y cosquillos, Marín habló de nervios y de emoción: “Es que al final llevaba un año sin jugar. Los nervios, esa sensación de volver, la emoción de volver... lo he echado de menos”.
Disfrutar es precisamente lo que quiere hacer a partir de ahora. Porque, dice, se ha dado cuenta a sus 28 años y después del segundo largo proceso de recuperación, que no le quedan tantos años en la elite y que, los que le quedan, los quiere disfrutar. Y en ello anda, intentando que su competitividad y el disfrute vayan de la mano y no choquen.
Disfrute es una de las palabras recordatorio en su hoja de ruta. En la habitación del Centro de Alto Rendimiento de Sierra Nevada, donde estuvo concentrada tres semanas para terminar la preparación al Europeo, colgó en su habitación una hoja blanca en la que se podía leer: “Concentración. Dar siempre el cien por cien. Disfrutar. Ser mejor versión que ayer”.
Salvo en el primer intercambio de puntos, a Tomalova no le dio margen de maniobra. Ser mejor versión que ayer ha llevado a Marín a exprimirse siempre al máximo, a no parar, a no permitirse desconectar. A pensar que si no tenía dos sesiones fuertes de entrenamiento al día, no podía ser competitiva. Y durante el verano pasado, en los largos meses de recuperación tras la rotura del cruzado y el menisco interno y externo de la rodilla izquierda, sí paró. Porque no sólo el cuerpo, sino también la cabeza, se lo pedía a gritos. Así lo explicaba María Martínez, su psicóloga, a este periódico: “hubo que hacer un trabajo de convencimiento en todo el equipo y decir: ‘podemos hacerlo de otra manera, deberíamos poder llegar de otra manera, hay que creer en otra manera de hacer las cosas porque su cuerpo lo está pidiendo a gritos y tenemos que trabajar en otra dirección”.
En los últimos meses le han preguntado varias veces a Marín si la que se vería en la pista después de la segunda lesión, iba a ser una Carolina distinta. Y ella usó una palabra para responder: “determinación”. Rivas dijo que vio a una Carolina hacer golpeos que no entrenaban desde hace años. “Los ha sacado del baúl de los recuerdos. Estamos contentos porque la rodilla está bien y la he visto moverse muy cómoda por la pista”. La única incomodidad, confesó Marín, fue el volante. “El primer partido de un torneo siempre es un partido de adaptación, al pabellón, a las circunstancias, al volante [que nunca vuela igual]... iba muy rápido y no estaba cómoda al principio”.
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