El profesor alemán no sienta cátedra en Old Trafford
Ralf Rangnick sufre para insuflar en el Manchester United sus ideales futbolísticos y las críticas externas se mezclan con problemas en el vestuario
Un erudito en apuros. El maestro de referencia de Jürgen Klopp (Liverpool), Thomas Tuchel (Chelsea), Julian Nagelsmann (Bayern) y otro buen puñado de técnicos alemanes de generaciones más jóvenes no ha logrado inculcar su cátedra en uno de los grandes templos de la historia del fútbol europeo, Old Trafford. Ralf Rangnick (Backnang, Alemania, 63 años), el revolucionario técnico alemán que con su metodología de trabajo consiguió ascensos inviables y sacar de la nada a los dos clube...
Un erudito en apuros. El maestro de referencia de Jürgen Klopp (Liverpool), Thomas Tuchel (Chelsea), Julian Nagelsmann (Bayern) y otro buen puñado de técnicos alemanes de generaciones más jóvenes no ha logrado inculcar su cátedra en uno de los grandes templos de la historia del fútbol europeo, Old Trafford. Ralf Rangnick (Backnang, Alemania, 63 años), el revolucionario técnico alemán que con su metodología de trabajo consiguió ascensos inviables y sacar de la nada a los dos clubes de la factoría Red Bull, Leipzig y Salzburgo, divisa el partido de la Champions contra el Atlético como un salvavidas al que agarrarse para no naufragar definitivamente.
Su primer contacto con el fútbol británico está resultando un verdadero suplicio para un hombre metódico y convencido de que sus teorías futbolísticas están de plena vigencia. Ha mejorado, en parte, los resultados de su antecesor, Solskjaer, menos derrotas, más empates, pero no ha sido capaz de esparcir su semilla para hacer de los red devils un equipo de autor. “El estilo de un equipo debe ser altamente reconocible, tanto, que, incluso en un mal día, puedas de todos modos distinguir el tipo de fútbol que quería jugar. Al hacerlo, creas una identidad en todo el club. No solo con los jugadores, sino que también en el cuerpo técnico e incluso los aficionados”, afirma como ley de vida.
Cuatro meses después de su llegada al Manchester United, su reconocida teoría no se ha llevado a la práctica. La revolución no ha llegado. El equipo comenzó los cinco primeros partidos bajo el patrón del 4-2-2-2, sistema de cabecera del técnico, y queriéndose acercar a sus principios fundamentales, pero los nueve últimos se han asentado sobre el clásico 4-2-3-1 que aporta poco desde el punto de vista táctico. Ni los más entendidos en la materia saben definir con exactitud cómo juega el equipo. La esperada presión alta en búsqueda de la recuperación inmediata y un ritmo de juego intenso solo aparecen a ráfagas y en los comienzos de los duelos. En el resto se comporta como un conjunto plano que no es capaz de sacar adelante ni los encuentros en los que se adelanta en el marcador.
Aun así, sus resultados suenan mejor que el juego. De sus 19 partidos en todas las competiciones, solo ha perdido dos, ambos en la Premier, donde ha ganado ocho y empatado cinco. Las dos citas de la Champions (Young Boys y Atlético) las saldó con sendos empates y en la FA Cup, tras eliminar al Aston Villa, cayó ante el Middlesbrough en Old Trafford (1-1 y 8-7 en la tanda de penaltis). Actualmente es quinto en el campeonato y su salto al cuarto puesto, que ahora ocupa el Arsenal, parece complicado. Los de Arteta tienen un punto más y tres partidos menos.
Fuera del terreno de juego, Rangnick, que firmó hasta final de temporada, choca con un muro casi más complicado. Las críticas en los medios de comunicación sobre la poca solvencia del equipo se mezclan con los problemas internos en el vestuario. Los jugadores no han ocultado su falta de identificación con el técnico y, en sus filtraciones, le acusan de no manejar entrenamientos actualizados. Los enfrentamientos directos se han ido numerando (Martial, Lingaard, Maguire…) hasta llegar al mismísimo Cristiano Ronaldo, que no jugó hace 10 días el derbi contra el City -4-1 para los de Pep- sin ninguna explicación oficial. El sábado, el portugués, después de sus tres goles al Tottenham, con las cámaras delante, abrazó efusivamente al entrenador del rival, Antonio Conte, y al suyo le dio simplemente la mano sin el más mínimo gesto de complicidad.
Los exjugadores de la casa que se ganan la vida como comentaristas televisivos se enfrentan en sus juicios. Mientras Ferdinand defiende, al menos, su buena racha de resultados, Paul Scholes, bastante más referente para la afición mancuniana, se explayó tras el partido contra el Southampton. “Es un director deportivo, no un entrenador. El Manchester United tiene que tener lo mejor de lo mejor, no un director deportivo que ha entrenado dos de los 10 últimos años. Es un equipo de individualidades, le falta un entrenador que haya entrenado los cinco o seis últimos años”.
Su futuro en el club no está claro. Parece seguro que como entrenador no continuará y los nombres de Pochettino (PSG) y Ten Hag (Ajax) suenan con fuerza para ocupar el banquillo. Mientras, la duda es saber si el técnico alemán podría seguir como director deportivo hasta 2024, como se había planeado en un principio. En tal caso, la responsabilidad de fichar al nuevo técnico debería ser suya, pero el desencanto actual es tal que ni el club ni él mismo quieren manifestarse al respecto. El Atlético puede ser su verdugo definitivo.
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