Ancelotti: “Es la magia de este estadio”
El italiano destaca el empuje del Bernabéu en el volteo de la eliminatoria y la energía de su equipo en la última media hora tras una primera parte de gran sufrimiento
Con el chupinazo final del árbitro, como si aquello formara parte de una coreografía ensayada, los jugadores del Madrid hincaron al unísono las rodillas en el suelo, levantaron los brazos al aire y levitaron sobre el césped. Acababan de ponerle el lazo a otra noche europea para los cromos de un Bernabéu al que las mil vigas que lo atraviesan en plena transformación no le han hecho perder el embrujo. Cuando la caja futurista se cierre y se presente al mundo, en el álbum del recinto blanco figurará también la noche ...
Con el chupinazo final del árbitro, como si aquello formara parte de una coreografía ensayada, los jugadores del Madrid hincaron al unísono las rodillas en el suelo, levantaron los brazos al aire y levitaron sobre el césped. Acababan de ponerle el lazo a otra noche europea para los cromos de un Bernabéu al que las mil vigas que lo atraviesan en plena transformación no le han hecho perder el embrujo. Cuando la caja futurista se cierre y se presente al mundo, en el álbum del recinto blanco figurará también la noche de este 9 de marzo. El club que hizo leyenda de sus remontadas continentales solo una vez bajo el nuevo formato de la Champions había superado una eliminatoria tras perder el partido de ida (el 3-0 con el que volteó el 2-0 al Wolfsburgo en la 2015-16). La del PSG fue la segunda y, sin duda, mucho más épica.
Pero ni siquiera el subidón del momento alteró el pulso de Carlo Ancelotti, que compareció con gesto sereno ante los medios. ¿Cómo se explica esto?, le preguntaron para empezar. Era la cuestión a la que todo el mundo le llevaba dando vueltas un buen rato, desde que todos sus muchachos estiraron los brazos al aire. “El Bernabéu nos ha dado energía y ha matado al rival. Es la magia de este estadio, que tiene una historia fantástica”, comentó el técnico italiano. “He jugado y entrenado muchos partidos en esta competición. No es fácil vivir una noche como esta. Ojalá que no sea la última. Sería una buena noticia para nosotros este año”, deseó Carletto.
La emotividad le pudo al razonamiento a la hora de explicar el vuelco total que se había producido en el partido a partir del minuto 60. Ancelotti había sustituido a Kroos, cuyo físico hacía muchos minutos que había encendido el piloto rojo, y el PSG se sentía a placer en la pradera de Chamartín. No había ningún indicio de lo que estaba por venir. “La suerte también ayuda por el primer gol. Hemos merecido esa suerte”, subrayó el entrenador blanco. Benzema encimó a Donnarumma, este se quebró ante el francés y abrió la puerta a la igualada. El inicio de un tornado, con el delantero francés de ejecutor y Modric otra vez revitalizado. “Cada día son mejores. Tengo el gusto de entrenarlos. Luka siempre juega a tope, sea donde sea. A veces lo pongo en la izquierda, otras en la derecha, y siempre da una aportación importante”.
La frescura de Camavinga y Rodrygo
En su análisis, Ancelotti puso el acento en la mayor energía de su equipo desde la hora de juego, momento que coincidió con el empate y la entrada en el campo de Camavinga y Rodrygo. Energía es la palabra clave que define estos días la vida madridista. La que no tuvieron en París ni durante un largo trecho en el Bernabéu. “La frescura de Camavinga y Rodrygo nos ha ayudado. Teníamos más energía en el medio y ellos ya no la tenían más. Ahí se cambió la dinámica. Los últimos 30 minutos solo había un equipo sobre el césped”, enfatizó el italiano.
Hasta que todo se puso del revés, los padecimientos fueron muchos para el Madrid, atemorizado por un Mbappé que volvió a anotar contra los blancos. “Hemos sufrido mucho en la primera parte, pero hemos aguantado. Era difícil recuperar el balón. Desde la presión de Karim [previa al empate], hemos empatado y todo ha cambiado. Parecía que después del partido de ida no teníamos oportunidades de pasar. Hoy hemos jugado con mucho carácter”. ¿Y ahora qué?, le cuestionaron al italiano. ¿El Madrid es candidato al título? Y él, perro viejo, no se dejó llevar por los corazones ardientes y resolvió el asunto con un despeje. “Siempre se puede competir contra cualquiera”, señaló.
Así se clausuró una noche que Sergio Ramos siguió de negro perfecto desde la grada de su viejo estadio (con mascarilla y bufanda del mismo color) y con la grada ya vacía pasándole de nuevo el brazo por el hombro a Kylian Mbappé, aplaudido cuando su nombre sonó por megafonía y vitoreado por la grada de animación, dirigida por el club, cuando sus cánticos ya hacían eco en la Castellana tras el incendio provocado por Benzema. El francés celebró su partido 500 en todas las competiciones con el Madrid, el segundo extranjero tras los 524 de Roberto Carlos, y lo hizo con su gran gesta. Entre el nueve y Chamartín habían acabado con el PSG, protagonista de su peor pesadilla.
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