Pistolero Lewandowski
El polaco firma un triplete en 11 minutos, el más tempranero de la historia de la Champions, en la bacanal del Bayern ante el Salzburgo
En el minuto 23, en mitad de la primera parte, ya había gritado tres goles, una nueva plusmarca de la Liga de Campeones. En realidad los anotó en once minutos Robert Lewandowski, que no tiene fin, que anota y anota, voraz, donde la mayoría anda canino, en el área. Ahí no hay secretos para un tipo que ya supera esta temporada los 40 goles, cota de la que no ha bajado en las siete últimas campañas. Su rendimiento no decrece, al contrario, parece más fino que nunca ante la meta rival y con más regist...
En el minuto 23, en mitad de la primera parte, ya había gritado tres goles, una nueva plusmarca de la Liga de Campeones. En realidad los anotó en once minutos Robert Lewandowski, que no tiene fin, que anota y anota, voraz, donde la mayoría anda canino, en el área. Ahí no hay secretos para un tipo que ya supera esta temporada los 40 goles, cota de la que no ha bajado en las siete últimas campañas. Su rendimiento no decrece, al contrario, parece más fino que nunca ante la meta rival y con más registros para relacionarse no solo con el gol. A su rebufo, el Bayern abrumó al Salzburgo (7-1) para entrar en los cuartos de final de la Liga de Campeones.
El cuadro bávaro se puso en modo martillo, con todo lo que eso representa en la mística que le envuelve y lo doloroso que puede ser para un oponente que congrega a un parvulario. En el once del Salzburgo apenas un jugador superaba los 24 años. Abrieron el partido con dos opciones claras de gol y las dejaron pasar, primero Capaldo, luego Seiwald.
No era el mejor día para perdones. Con apenas tres zagueros, dos de ellos como Pavard y Lucas con amplia experiencia como laterales, y plagado de velocistas, el Bayern fue una flecha. El Salzburgo también tiene ese ADN. Le quiso mirar a los ojos. Se llevó un soberano sopapo. Lewandowski golpeó dos veces desde el punto de penalti a través de dos castigos que forzó él mismo con dos soberanos controles tras sendos centros desde el flanco izquierda. El primero tuvo tanta clase que hasta pareció afortunado. Por las dudas casi lo repitió minutos después. El astro polaco tiene la capacidad para estar de espaldas a la portería, y en el mismo movimiento controlar y girarse para superar su marca y encarar al portero. El central Wöber se comió los dos engaños y lo envió al piso.
Dos minutos después de embocar su segundo penalti, llegó el triplete, afortunado tras un balón al espacio al que el polaco entró con más fe que el portero. Con los récords importa más el qué y ni tanto el cómo. Ahí se queda Lewandowski en las tablas como el autor del triplete más tempranero en la historia de la Champions. Superó por dos minutos al milanista Marco Simone, que lo firmó hace un cuarto de siglo en un duelo contra el Rosenborg.
Tan frenética exhibición liquidó una eliminatoria que amaneció igualada, amena porque el Salzburgo quería pelearla a pecho descubierto. Demasiado desabrigado para un mes de marzo en Múnich. Gnabry marcó el cuarto apenas pasada la media hora, convirtió la hora restante de partido en un trámite entretenido y aplacó las prevenciones del Bayern, que redondeó el marcador tres veces más por mediación de Müller, otro carpanta, y Sané.
Había llegado con alguna duda tras haber ganado dos de los cinco últimos partidos, pero el gran equipo alemán no falla a su cita con los mejores de la Champions, un clásico porque en las últimas 14 campañas, solo en dos se quedó a las puertas de situarse entre los ocho mejores equipos del continente.
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