LeBron James contra el tiempo
La estrella de los Lakers, de 37 años, supera a Kareem Abdul-Jabbar como máximo anotador histórico de la NBA (44.157 puntos) mientras cincela su longevidad para cumplir el sueño de jugar junto a su hijo Bronny
La carrera de LeBron James en la NBA es ahora una batalla contra el tiempo y la leyenda. A los 37 años, con 19 temporadas de recorrido en la liga estadounidense, cuatro anillos de campeón (2012, 2013, 2016 y 2020), tres medallas olímpicas y una colección inagotable de récords, dos nombres jalonan la determinación de la estrella de los Lakers: ...
La carrera de LeBron James en la NBA es ahora una batalla contra el tiempo y la leyenda. A los 37 años, con 19 temporadas de recorrido en la liga estadounidense, cuatro anillos de campeón (2012, 2013, 2016 y 2020), tres medallas olímpicas y una colección inagotable de récords, dos nombres jalonan la determinación de la estrella de los Lakers: el de su hijo Bronny, de 17 años, con quien sueña compartir equipo en un horizonte próximo; y el del mítico Kareem Abdul-Jabbar, de 74, al que pretende desbancar de la cima indiscutible de máximo anotador de todos los tiempos.
Este segundo hito lo logró LeBron este domingo en el partido ante los Warriors de Stephen Curry, pero con un asterisco para la enciclopedia de la NBA. King James logró 26 puntos en los 38 minutos que disputó en la derrota de los Lakers ante Golden State (115-117) y alcanzó la cifra total de 44.157 puntos en su hoja de servicios, lo que le convierte de facto en el máximo anotador de la historia de la NBA superando los 44.149 de Abdul-Jabbar. Sin embargo, el registro oficial de la competición solo tiene en cuenta la suma de los partidos de temporada regular, sin contar los puntos anotados en los playoffs. En esa otra contabilidad, Abdul-Jabbar sigue siendo el número uno (38.387 puntos), por delante de Karl Malone (36.928) y del propio LeBron (36.526 tras el último partido).
Ese doble cómputo, unido a la escarpada temporada que atraviesan los Lakers —novenos en la Conferencia Oeste, con un balance de 26 victorias y 31 derrotas— hizo que se rebajaran las alharacas en torno a la histórica gesta de LeBron, incluso por parte del protagonista. “Me cuesta hablar de estas cosas cuando vienen acompañadas de una derrota. Pero supongo que es algo bastante importante”, señaló con sobriedad el propio James, tras la tercera derrota consecutiva de su equipo, la séptima en los últimos 10 partidos.
Fueron los rivales los que aprovecharon el acontecimiento para poner en valor la constancia y voracidad competitiva de LeBron. “No parece tener fin”, contó Stephen Curry. “Su longevidad es legendaria. Es salvaje pensar la cantidad de partidos que ha jugado y el tiempo que lleva al máximo nivel”, analizó el plusmarquista de los Warriors, que hace dos meses superó a Ray Allen como máximo triplista de la NBA. LeBron ha alcanzado el récord de 44.157 puntos disputando 182 partidos menos de los que jugó Abdul-Jabbar —que militó en los Milwaukee Bucks y en los Lakers entre 1969 y 1989—. La media de LeBron esta temporada es de 29 puntos por partido, la más alta en sus últimos 12 cursos, desde los 29,7 que promedió con Cleveland en la campaña 2009-2010. Es la mejor marca de siempre para un jugador de su edad. LeBron superó los 2.000 puntos en 10 de la 18 temporadas que ha completado hasta la fecha (con 31,4 de media en la 2005-2006 como su techo anotador). Unas estadísticas cuya proyección le permitiría alcanzar el récord oficial de Abdul-Jabbar el próximo curso.
“Se ha valorado poco la manera que ha tenido de cuidar su cuerpo para jugar al máximo nivel durante tantos años. No tiene precedentes. Puede que estemos ante el mejor jugador de todos los tiempos. Ahí sigue, en la cima”, le elogió hace unas semanas Steve Kerr, técnico de los Warriors. “Ha reescrito las normas de cómo los jugadores pueden evolucionar su físico y su juego para seguir al máximo nivel competitivo”, apuntaló el entrenador de los Lakers, Frank Vogel. “No sabemos los años que le quedan en activo, pero los aficionados deberían apreciarlo mientras puedan. Es un jugador increíble”, sumó Klay Thompson, que amargó la fiesta a Lebron con 33 puntos (su primer partido por encima de los 30 desde la grave lesión de rodilla que sufrió en el sexto partido de las finales de 2019).
Con un 9 de 27 en tiros de campo ante los Warriors (1 de 10 en el último cuarto), LeBron entonó el mea culpa tras la derrota, pero también se concedió un suspiro de romanticismo para hilvanar la estadística con la esencia. “Amo el baloncesto. Me encanta formar parte de la NBA y poder inspirar a tantas generaciones distintas”, confesó.
Un guiño de pasado, presente y futuro con su hijo Bronny júnior como referencia. King James y la NBA ya descuentan calendarios para abrazar a un adolescente convertido en celebridad desde sus primeros pasos en el equipo de su instituto, el Sierra Canyon de Chatsworth, un barrio de Los Ángeles. El niño juega de base o de escolta, ya mide 1,88 metros, lleva el número 0 en su camiseta y viste siempre ropa Nike, la misma marca con la que Lebron firmó en 2016 un contrato vitalicio por 1.000 millones de dólares. En diciembre, en un partido de exhibición en el Staples Center entre colegiales, la criatura anotó 19 puntos, con 7 de 11 en tiros de campo. Padre e hijo tienen marcada la hoja de ruta. Esperar a Bronny permitirá a LeBron rebasar sin discusión a Abdul-Jabbar.
“Sería un momento increíble, para toda la familia”, explicó LeBron cuando su primogénito comenzó a despuntar y le preguntaron por la posibilidad de compartir camiseta y pista con él algún día. “Ojalá. Evidentemente, la prioridad es cuidar mi cuerpo y seguiré haciéndolo. Pero aún más importante es cuidar la cabeza. Si la cabeza no está bien, el cuerpo se va a venir abajo por el camino”, dejó dicho King James, que en 2018 fichó por los Lakers, además de por el reto de revitalizar una franquicia histórica, para darle un entorno de mayor competitividad y proyección al mayor de sus tres hijos.
En su obsesión de longevidad, el mayor lujo personal de LeBron, como detalló en su día su socio y mánager, Maverick Carter, consiste en gastar 1,5 millones anuales en su preparación física. Una planificación que incluyó la construcción en su casa de una réplica del gimnasio que pueda tener cualquier equipo de la NBA, donde acuden dos entrenadores personales para trabajar con él diariamente. Todo para viajar en el tiempo rumbo a la leyenda absoluta.
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