Mané guía a Senegal hasta la final de la Copa de África
Una asistencia y un gol del delantero del Liverpool acaban con Burkina Faso
Senegal, la gran favorita, tendrá el domingo la oportunidad de romper un maleficio complicado de entender: jamás ha ganado una Copa de África. Dejó atrás en la semifinal a Burkina Faso (3-1) y se enfrentará al ganador de la semifinal entre Camerún y Egipto, que se cruzan este jueves (20.00).
Atrás quedó una primera parte que fue una opereta de encontronazos y trompadas, un no parar de interrupciones que impedían dar continuidad al juego y que llevaron el cronómetro hasta el sexto minuto de prolongación, que en realid...
Senegal, la gran favorita, tendrá el domingo la oportunidad de romper un maleficio complicado de entender: jamás ha ganado una Copa de África. Dejó atrás en la semifinal a Burkina Faso (3-1) y se enfrentará al ganador de la semifinal entre Camerún y Egipto, que se cruzan este jueves (20.00).
Atrás quedó una primera parte que fue una opereta de encontronazos y trompadas, un no parar de interrupciones que impedían dar continuidad al juego y que llevaron el cronómetro hasta el sexto minuto de prolongación, que en realidad fueron nueve, porque en la última acción antes del descanso el VAR entró para desmentir al árbitro, que se había ido al punto de penalti tras un remate de Gueye que se estrelló en la cadera de Tapsoba, el central burkinés del Bayer Leverkusen.
Con todo, entre tanto apagón algo de fútbol se alumbró. Más que nada porque hubo verticalidad y ambición, sobre todo por parte de Senegal. Bamba Dieng, el joven delantero del Marsella, pudo marcar con un testarazo que se fue cerca del palo, un fruto más del colmillo de los laterales. Sarr y Ciss no cesaron de descolgarse y Burkina Faso tuvo que contener, por más que siempre estuviese atenta a suministrar en ataque a Bertrand Traoré, su mejor talento.
En ese camino se quedó el meta Koffi, que se fue a la caseta lesionado tras un estrepitoso choque con Kouyaté, uno más de un duelo atropellado, complicado de gobernar. Saltó al campo el suplente Ouédraogo, sin experiencia en ligas europeas. Pero tras el descanso el partido se paró. Hubo más continuidad en el juego, pero menos fútbol que en los ratos en los que rodó la pelota antes del receso. Burkina Faso mantuvo la pelota lejos de su área y todo se aplatanó entre el festivo bullicio del graderío y el runrún de las vuvuzelas y los cornetines.
Senegal necesitaba pisar el acelerador para no comprometerse a un cara o cruz final que a su rival no le parecía mala idea. Y encontró el gol tras un saque de esquina ante el que no hubo una respuesta contundente de la zaga y sí una chilena pifiada de Koulibaly que dejó la pelota a los pies de Diallo, el defensor del PSG. Entre los dos centrales abrió Senegal la puerta de una final que creyó asegurar con una aparición estelar de Mané, sin mucho dictado en el partido hasta entonces, para fabricar de la nada el segundo tanto, firmado por Dieng.
Burkina Faso parecía superada, pero marcó en una llegada al área de Toure, que empleó una rodilla para rematar en un gesto que denota mucha calle. Con poco más de diez minutos por jugar, la selección más débil se destapó en busca de la igualada y Mané le dio, a la contra, un último bofetón para tumbarla.
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