La madurez de Iker Muniain
El futbolista del Athletic, que debutó hace 12 años y no llega todavía a la treintena, está en la plenitud de su carrera
Cuenta el periodista Patxi Xabier Fernández en su biografía autorizada de Iker Muniain (Pamplona, 29 años), que el capitán del Athletic se pasó muchas noches llorando de nostalgia en la residencia de jugadores del club, en las antiguas instalaciones del seminario diocesano de Derio, a unos kilómetros de Lezama. Fue muy valiente, echado para delante, como es en el campo, cuando a los 12 años tomó la decisión de abandonar el hogar familiar y afincarse en Bilbao, pero luego las noches en soledad pesaron para un chaval tan joven, alejado de s...
Cuenta el periodista Patxi Xabier Fernández en su biografía autorizada de Iker Muniain (Pamplona, 29 años), que el capitán del Athletic se pasó muchas noches llorando de nostalgia en la residencia de jugadores del club, en las antiguas instalaciones del seminario diocesano de Derio, a unos kilómetros de Lezama. Fue muy valiente, echado para delante, como es en el campo, cuando a los 12 años tomó la decisión de abandonar el hogar familiar y afincarse en Bilbao, pero luego las noches en soledad pesaron para un chaval tan joven, alejado de sus padres. Allí le salvó Koldo Asua, que dirigía el departamento de atención al jugador. Llamaba a la residencia, hablaba con Iñigo Pérez, actualmente jugador de Osasuna, y le preguntaba por “el niño”. “Está llorando”, solía contestar.
El trabajador del club cogía el coche de madrugada y se acercaba a la residencia para consolar a Iker. Cuando Asua falleció, hace poco más de un mes, Muniain y Williams, otro de sus pupilos, exhibieron una camiseta, tras anotar frente al Betis en San Mamés: “Nunca te olvidaremos”, decía, en agradecimiento a la persona que les había conducido de niños a jóvenes responsables. El salto a la madurez deportiva lo ha ido dando Iker paso a paso. Ahora, padre de dos hijos, rozando ya la treintena y con dos graves lesiones de ligamento cruzado en su hoja de servicios, parece alcanzar un estado de serenidad que le convierte en imprescindible para Marcelino García, aunque ya lo fue, con las intermitencias de sus lesiones, cuando estuvo en condiciones de jugar, con todos los entrenadores que le dirigieron. Marcelo Bielsa le trataba como a un hijo.
Frente al Barcelona, este jueves, actuando con libertad de medio campo hacia delante, dio una lección maestra de juego. Posiblemente, uno de sus mejores recitales como solista ante la cátedra rojiblanca. Marcó dos goles, sirvió el saque de falta que acabó en el segundo del Athletic y cuando lo necesitó el equipo, sobre todo en los minutos finales, cogió la pelota, la atornilló y no la soltó. En el minuto 116, en la esquina de un córner, salió de entre tres rivales con tres regates consecutivos; es uno de los futbolistas que juega en España que más utiliza esa modalidad cada vez menos en boga, pero su juego de calle, de dos mochilas como portería y el asfalto como césped, siempre ha sido así.
Precocidad
Hace una semana, Iker Muniain fue elegido por el seleccionador, Luis Enrique, como el hombre del partido, en la semifinal de la Supercopa contra el Atlético de Madrid, y el jueves siguió creciendo en San Mamés. Ya no es Bart Simpson, como le apodaban sus compañeros cuando llegó como un huracán al equipo con solo 16 años, convirtiéndose en el futbolista más joven en debutar y marcar con la camiseta rojiblanca, a las órdenes de Joaquín Caparrós, que ya le había visto las maneras y le convocó a una pretemporada con 14 años. Esta campaña le ha pesado bastante una pretemporada escasa. Jugó lesionado la final de Copa frente al Barcelona y no regresó a las alineaciones. “Puse en riesgo mi integridad física por estar”, confesaría meses después. Se rompió un tendón del isquio. Pasó varias semanas en la enfermería, y dedicó sus vacaciones veraniegas a recuperarse. Se incorporó tarde a los entrenamientos grupales y eso influyó en un rendimiento irregular en el comienzo de la temporada, pero ya está en plenitud.
El problema que le acompaña desde siempre es la tendencia de los entrenadores a situarlo en la banda izquierda, en un equipo plagado de futbolistas que pueden jugar en la mediapunta. Muniain acepta ese puesto, aunque se ha acostumbrado, y los técnicos también, a centrar su posición cada vez que puede. “Iker quizá pueda preferir jugar de segundo delantero o mediapunta”, reconoce Marcelino, “pero a nosotros nos viene bien en la izquierda para realizar más juego combinativo en campo contrario, aumentando sus zonas de participación e influencia”, apunta el técnico.
Ahora, con el Real Madrid en perspectiva en los cuartos de la Copa, Muniain, maduro y centrado, espera que se repita lo del Barça: “Hay que saborear noches mágicas como esta. San Mamés es magia, ver a la gente cómo nos apoya en noches así es maravilloso y tener la suerte de jugar aquí cada partido es maravilloso”, decía tras el partido frente al Barça el capitán del Athletic: “Volvemos a demostrar que competimos con cualquiera”.
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