La sala de espera permanente de Valverde
El uruguayo, de nuevo protagonista en una Supercopa, cumple su cuarto curso a la sombra de un trío de medios que sigue a pleno rendimiento
Pese a su gol definitivo en la prórroga y el subidón de la victoria ante el Barcelona, el discurso de Fede Valverde tuvo el mismo tono de recluta de siempre: “Contento por la oportunidad que me dio el míster en un partido importante”, afirmó todavía sobre el césped. El uruguayo de 22 años había sustituido en el minuto 83 a un desfondado Modric. Es la vida que, de momento, tiene este centrocampista de pierna larga: meter vatios de energía cuando las fuerzas de sus ilustrados compañeros de l...
Pese a su gol definitivo en la prórroga y el subidón de la victoria ante el Barcelona, el discurso de Fede Valverde tuvo el mismo tono de recluta de siempre: “Contento por la oportunidad que me dio el míster en un partido importante”, afirmó todavía sobre el césped. El uruguayo de 22 años había sustituido en el minuto 83 a un desfondado Modric. Es la vida que, de momento, tiene este centrocampista de pierna larga: meter vatios de energía cuando las fuerzas de sus ilustrados compañeros de la medular decaen, especialmente las del croata, ya con 36.
La fórmula mágica del Casemiro-Kroos-Modric sigue resultando clave para que el Madrid gobierne los partidos y el día a día del Pajarito, que cumple su cuarta temporada en el primer equipo blanco, continúa transcurriendo en una sala de espera permanente de la que no hay indicios de que pueda salir a corto plazo salvo accidentes físicos de los innegociables.
No se sabe si agotado por esta vigilia sin fin en la que anda metido, su fútbol tampoco ha dejado grandes huellas en los últimos tiempos y le ha costado hacerse presente en los partidos. Hace una semana, titular en las estrecheces de Alcoy por descanso intersemanal de los primeros de la fila, resultó evidente su incomodidad ante el empuje local. En Riad, sin embargo, agradeció el plan de Ancelotti y la posibilidad de correr para reivindicarse con el tanto decisivo, el primero que marcaba desde octubre de 2020 (en el 4-1 al Huesca).
De nuevo la Supercopa de España como punto de enganche para Valverde o, al menos, una oportunidad para reclamar la atención. Hace dos ediciones, fue elegido el mejor jugador del torneo y dejó la imagen de la final con su cazada por detrás al entonces atlético Álvaro Morata cuando este ya enfilaba a Courtois en el minuto 115 y con empate a cero. Expulsión inapelable que permitió a los suyos mantenerse vivos para ganar luego en los penaltis. “Fue algo que no se debe hacer con compañeros, pero solo podía hacer eso”, se justificó. “Es una falta grosera, pero lo ha hecho bien”, le felicitó Zidane. Hasta Simeone se mostró comprensivo al darle una cariñosa colleja cuando se retiraba a los vestuarios.
En aquella ocasión fue titular en los dos choques en una novedosa línea de medios de cinco elementos, junto a Casemiro, Kroos, Modric e Isco. El experimento no se repitió muchas más veces, pero con Zizou al frente sí compartió en no pocas ocasiones once con el trío clásico. De hecho, esa fue la estrategia para derrotar a los azulgrana la temporada pasada en Liga en Valdebebas (2-1). El técnico francés buscó su zancada y de una arrancada del uruguayo partió la diana del taconazo de Benzema que abrió el marcador. Y en la primera vuelta en el Camp Nou fue, incluso, titular por delante de Modric y anotó el 0-1 en una tarde que lo mandó a la caseta antes de tiempo mareado por la fatiga.
“No espero nada más de él”
Ancelotti, sin embargo, no ha contemplado hasta la fecha su cohabitación con la terna inamovible. Le mostró su aprecio en el arranque, fue titular en los diez primeros duelos (el único futbolista de campo junto a Militão y Benzema), lo probó incluso de lateral derecho (ZZ ya lo puso ahí en Anfield); sin embargo, en cuanto el entrenador italiano recuperó todas las piezas y llegó a la conclusión de que el 4-3-3 es el mejor sistema para la plantilla, Valverde regresó a la sala de espera junto a Camavinga, Isco, Blanco y ahora también Ceballos.
“Él siempre tiene su parte en este equipo. Es verdad que últimamente no ha jugado como al principio, pero eso es la competencia. Es bastante normal. Casemiro, Kroos y Modric han tenido más tiempo. No espero nada más de él. Lo está haciendo bien”, comentó Carletto hace una semana cuando le preguntaron por el momento bajo del charrúa.
Sus pulmones, apuntó Ancelotti antes de Navidades, podrían servirle si quisiera buscar al rival más arriba, pero el entrenador ha cuadrado el círculo de otra manera, echándose un poco atrás para salir a la contra. Este miércoles, en ese escenario y con el Barça partido, Valverde remachó en el minuto 98 la enésima acción a campo abierto de los blancos. Piernas para atacar el espacio más que para presionar al contrario.
Hace dos años y medio, el Madrid de ZZ inició una suerte de transición tranquila entre Modric y Valverde. Aunque de características distintas, el uruguayo fue señalado como el heredero del puesto del croata, que entonces ya tenía 34 años y se pensó que había que dosificar su motor. Ambos empezaron a repartirse los minutos, hasta que llegó el confinamiento y uno, el balcánico, se cuidó con celo, y el otro admitió después que no hizo “las cosas como debe un profesional del Madrid”.
A la siguiente temporada, la pasada, Valverde volvió a tomarle la delantera al croata al inicio, con titularidades en el Camp Nou, Gladbach o ante el Inter. Pero de nuevo el carácter indomable del veterano no tardó en revertir la situación. Este curso, con Ancelotti, ni siquiera ha habido debate. A Valverde le pertenece el futuro, ha asegurado el italiano, pero el presente solo es de Modric, que aspira a otro año más de renovación con el Mundial a la vista. Con todos sanos, el uruguayo tiene claro que su lugar sigue siendo la sala de espera.
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