El Espanyol supera al Levante en un partido maravilloso con siete goles

El fútbol en ocasiones alberga tesoros escondidos. Espanyol y Levante depararon un duelo emotivo, pleno de alternativas y goles, de tensión, buen fútbol y excelentes futbolistas, trepidante cuando el paso de los minutos lo teñía de agonía. Ocurrió a mediodía, en uno de esos partidos que ya por horario se sobreentienden como teloneros. Fue una función estelar. Se llevó los puntos el Espanyol, que transitó de menos a más y remontó dos veces a un Levante desdichado que llega a una plusmarca indeseada, la de firmar la peor racha sin victorias en la historia de la Primera División. 25 jornadas llev...

El fútbol en ocasiones alberga tesoros escondidos. Espanyol y Levante depararon un duelo emotivo, pleno de alternativas y goles, de tensión, buen fútbol y excelentes futbolistas, trepidante cuando el paso de los minutos lo teñía de agonía. Ocurrió a mediodía, en uno de esos partidos que ya por horario se sobreentienden como teloneros. Fue una función estelar. Se llevó los puntos el Espanyol, que transitó de menos a más y remontó dos veces a un Levante desdichado que llega a una plusmarca indeseada, la de firmar la peor racha sin victorias en la historia de la Primera División. 25 jornadas lleva sin ganar el equipo granota, que ni marcando tres goles fuera de casa tuvo suficiente para puntuar.

El Levante quiso vencer. Tuvo ambición y orgullo, el que le hizo levantarse tras encajar un gol a los cinco minutos de partido, un zapatazo de Darder desde la frontal que generó una catarsis en el banquillo levantinista, alzado para levantar a voz en grito el ánimo de sus compañeros. Ese aire de conjura elevó al equipo, que veinte minutos después había marcado dos goles para darle la vuelta al marcador. Lo hizo al galope, al paso que marcó De Frutos, al que su técnico puso en la parrilla de salida de la banda izquierda y se convirtió en indetectable para Aleix Vidal, al que tampoco le sobraron ayudas.

De Frutos marcó el tanto del empate cinco minutos después de que se abriese el marcador, fabricó los otros dos goles que anotó su equipo y se manejó a una velocidad muy superior a la de tirios y troyanos. Con él se activó Morales, que pudo marcar en dos ocasiones consecutivas al final de la primera parte. Diego López se lo negó, pero como para imaginar que aquello podría haber sido la sentencia. Porque todo estaba por escribirse y reescribirse en un partido insondable, en el que el Espanyol pareció caído y viró a exuberante y el Levante fue menos cuanto más cerca de su portería se jugó.

Raúl de Tomás empató al poco de regresar del descanso, Morales replicó casi de inmediato y Puado selló la paridad incluso con más urgencia. Todo sucedía en un parpadeo, pero faltaba la traca final. La tenía Vicente Moreno en el banquillo, llamó a Melendo y a Nico Melamed, los juntó con Puado y RDT y acabó de desbarajar al Levante, al que le faltó poso y solidez, nada que no se identifique con las carencias de un colista por más buenas intenciones que tengan.

El Espanyol aceleró con los pequeños y mostró los recursos ofensivos que explican su fortaleza como local, donde suma 19 de los 21 últimos puntos que ha disputado. Puado marcó el 4-3 tras un disparo lejano de Raúl de Tomás que no encontró una respuesta adecuada del meta Cárdenas, que envió el rechace a los pies del extremo perico. El Levante se aprestó a darle otro revolcón al partido, pero se encontró con la expulsión de su excelente lateral Son, que perdió los nervios en una refriega con Melamed. Con diez o con menos se hubiera ido el Levante hacia el empate. Lo buscó en una eterna prolongación de nueve minutos, vibrante, en la que pudo sentenciar el Espanyol y empatar un experico, Carlos Clerc, en la última jugada.

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