El viento vence a Mallorca y Celta
Empate sin goles en un duelo condicionado por un fuerte vendaval
Las dinámicas suelen explicar el fútbol. El Mallorca no había ganado en ninguno de sus tres últimos partidos en su feudo; el Celta llevaba tres salidas consecutivas sin perder. Empataron sin goles porque tampoco era sencillo marcarlos en un duelo que el viento condicionó de tal manera que cabe preguntarse si lo coherente no hubiese sido aplazar el partido hasta que no existiese un factor tan rotundo que influyese en lo que allí sucedía. El vendaval perjudicaba, obviamente, al que lo sufría en co...
Las dinámicas suelen explicar el fútbol. El Mallorca no había ganado en ninguno de sus tres últimos partidos en su feudo; el Celta llevaba tres salidas consecutivas sin perder. Empataron sin goles porque tampoco era sencillo marcarlos en un duelo que el viento condicionó de tal manera que cabe preguntarse si lo coherente no hubiese sido aplazar el partido hasta que no existiese un factor tan rotundo que influyese en lo que allí sucedía. El vendaval perjudicaba, obviamente, al que lo sufría en contra, que apenas podía avanzar y se condenaba además a rasear la pelota si no quería tenerla de vuelta. Pero tampoco favorecía a quien sentía el viento en la espalda, que no tenía manera de controlar el esférico, muchas veces un pelele.
El Mallorca tampoco supo leer la situación en la primera parte, periodo en el que tuvo ese huracán tras sí. Apenas Dani Rodríguez, un coruñés de Betanzos acostumbrado a jugar en entornos similares, entendió lo que precisaba el partido para su equipo, que a lo mejor era algo tan básico como poner el balón en el aire en dirección a la portería y aguardar que el viento le infligiera veneno.
El partido tampoco despegó limpio. En su primer cuarto de hora se tuvo que parar porque al árbitro le falló el intercomunicador con sus asistentes y porque Santi Mina se llevó dos golpes en la cabeza. El segundo le obligó a salir del campo en camilla. Ocurre que con todo el lío de las manos a los jugadores se les incita a saltar a tapar los centros o remates con las manos en la espalda. El delantero del Celta no pudo cubrirse ante un balón que además el viento empujó con estrépito hacia su rostro y cayó como inerte al piso. Fue un susto que dejó al Celta sin uno de sus dos atacantes más incisivos. El otro, Iago Aspas, se quedó lesionado en Vigo. Entre Aspas y Mina han marcado 12 de los 17 tantos del equipo gallego en lo que va de campeonato.
El brasileño Galhardo lideró entonces el ataque celeste. Pudo marcar dos veces, las dos se las negó Reina, la primera poco antes del descanso, la segunda cuando quedaba un cuarto de hora para el final del partido. Más repercusión tuvo en el juego del Celta la aportación del mediocentro Renato Tapia, contundente y bien posicionado, por momentos una fortaleza que desafió incluso lo meteorológico.
El Mallorca salió mejor tras el descanso. Maffeo dejó pasar una buena ocasión tras un saque de esquina que Kang-in-Lee cerró para convertirlo en un problema para el Celta. El viento, por momento, se moderó y Luis García Plaza, el técnico local, llamó a Kubo, un talento al que trata de dosificar después de regresar de lesión. Al técnico le agrada mezclar al coreano y al japonés, unos Zipi y Zape. Por unas cosas o por otras, por todas al mismo tiempo, se empezó a atisbar fútbol. El Mallorca sintió que tenía más controlada la situación, el Celta se incomodó. Una chilena de Ángel la frustró, bien colocado, el meta Dituro, bajo la lupa tras algunos errores consecutivos.
El epílogo fue parejo y sobre todo fue ameno porque el viento cedió algo de protagonismo. Y pudo ganar el Celta en una prolongación en la que soltó una traca final en la que pudieron marcar en apenas un minuto Javi Galán, Nolito y Brais Méndez. Y restó la sensación de que si alguien pudo ganar fue el equipo que prepara Chacho Coudet, pero que quien gobernó lo que allí sucedió fue el viento.
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