El Madrid se pone serio con el Sheriff
El equipo de Ancelotti, firme y decidido, golea al conjunto moldavo, se garantiza el pase a octavos y se jugará con el Inter el primer puesto del grupo
El Madrid se puso serio y acabó con la fábula del Sheriff, un novicio de la Copa de Europa que se dio de bruces con la cruda realidad. A la que le condujeron Alaba, Kroos y Benzema, autores del 0-3 con el que el Real se garantizó una plaza en octavos. En la última jornada solo le quedará un duelo esgrimista con el Inter para dirimir en Chamartín el primer puesto del grupo, con la ventaja de que a los de Ancelotti les valdrá un empate.
El Real no hizo concesiones y pasó por Tiraspol como un cohete, demasiado para este singular club de Transnistria fundado hace 25 años. Para entonces, el ...
El Madrid se puso serio y acabó con la fábula del Sheriff, un novicio de la Copa de Europa que se dio de bruces con la cruda realidad. A la que le condujeron Alaba, Kroos y Benzema, autores del 0-3 con el que el Real se garantizó una plaza en octavos. En la última jornada solo le quedará un duelo esgrimista con el Inter para dirimir en Chamartín el primer puesto del grupo, con la ventaja de que a los de Ancelotti les valdrá un empate.
El Real no hizo concesiones y pasó por Tiraspol como un cohete, demasiado para este singular club de Transnistria fundado hace 25 años. Para entonces, el Madrid ya tenía seis orejonas en el cesto. El sorprendente Sheriff se ganó el derecho a soñar tras superar cuatro eliminatorias previas y todavía tendrá cobijo en la Liga Europa por delante de su vecino Shakhtar.
Advertido por el trastazo del Bernabéu, el día que el gigante de la Copa de Europa puso al Sheriff en el mapamundi futbolístico, en Tiraspol no apareció un Real Madrid cachazudo. Desde el principio fue un equipo aplicado. Suficiente para rebajar el denuedo del rival. Kroos y Modric descorcharon el encuentro sin demora y el Sheriff quedó reducido a su papel de resistente. Un equipo primario forzado a encapotarse y salpicar una batería de pelotazos hacia Traoré, su único fugitivo en ataque. Poca baliza. Máxime porque el chico es extremo, no tiene forro de ariete con pértiga.
Todo era muy simple por parte local. Al Madrid le convenía un partido a fuego lento. El que poco a poco fueron cociendo sus ilustrados volantes. Un toque de Modric, una descarga de Kroos, una tecla de Benzema... Y esta vez, con Rodrygo como protagonista por encima de Vinicius. El primero, titular por delante de Asensio, no solo hizo de ventilador por su costado. Enchufado Rodrygo, Cristiano, de apellido Silva, se vio rebajado. Nada que ver con el lateral que dejó huella en Chamartín. Athanasiadis, héroe del Sheriff tras el ametrallamiento madridista en aquel partido, le privó a Rodrygo del primer gol tras una estupenda trenza entre Modric y Casemiro.
Fluía el Madrid, de costado a costado, también por el embudo. El Sheriff, el equipo con menos posesión de los militantes en la Champions, solo tenía focos en su madriguera. Cada empeño visitante en la presión derivaba en un extravío de los muchachos de Yuri Vernydub. Alaba y Militão se bastaban como pinza de Traoré. El Sheriff no tenía un pase. El Madrid, todo lo contrario fruto de la mesa redonda que comparten Kroos y Modric, Modric y Kroos.
Una falta de Fernando Costanza de Casemiro en el balcón del área anticipó el 0-1. Alaba y Kroos sortearon quién sería el ejecutor. Turno para el austriaco, cuyo disparo, con una barrera deshilachada, rebotó en Cristiano y pilló a traspié al griego Athanasiadis. Desde 2015 no marcaba Alaba en la Copa de Europa.
Bombazo de Kroos
No aflojó la patrulla de Ancelotti. Nada de esos apagones que a veces le sofocan. Quizá por el frío moldavo. Quizá porque la noche estaba para el gozo. Y para gozada futbolística el 0-2. Modric, Rodrygo y Vinicius jugaron al billar en la frontal del área. Mal asunto para el Sheriff, porque la pelota surcó hasta los pies de Kroos. El alemán impactó el cuero con el interior de la bota derecha y el balón salió como un tiro hacia la escuadra izquierda del meta local. Tras el estallido en el larguero el balón cruzó la raya de gol. No fue un disparo. Fue una bomba de racimo. El golpeo de un elegido con pies de escuadra y cartabón para mandar al garete al rival moldavo.
Una noche a la carta del Madrid, disfrutón en Tiraspol. Salvo Courtois, quizá, porque en la glacial noche moldava apenas pudo calentar. El Sheriff le quedó en Marte durante una hora. Cuando algún forastero le hizo frente, ya con 0-3, el guardameta belga estuvo firme. Lo mismo da que el rival le dé o no la matraca. Courtois no bosteza, siempre avizor. Como en un remate puñetero de Yansane que le obligó a una estirada muy exigente.
Por si aún desconfiaba Ancelotti —el fútbol tiene guiños pasmosos—, Benzema se encargó de dar carta blanca a su técnico para que administrara tiempos y jugadores. El capitán selló el 0-3 con un estupendo remate y el preparador italiano tuvo pista para dar carrete a Marcelo, regular a Carvajal, no correr riesgos con Alaba —con molestias—, poner en el escaparate europeo a Blanco... Ya solo era cuestión de evitar accidentes. La faena estaba más que resuelta y el curso es atómico.
Al Madrid le toca ahora gestionar el primer puesto, que no es cualquier cosa. No solo por aquellos que prefieren una eliminatoria de vuelta en casa. También porque los segundos que se avecinan parecen más manejables que los líderes de grupo.
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