Nico González, un superdotado al cuadrado
El centrocampista del Barça se saltó un curso académico por sus capacidades, como también hizo en La Masia
A Nico González (A Coruña, 19 años) le sentó fatal que lo sentaran durante una semifinal de cadetes en el MIC [torneo internacional en la Costa Brava] frente al Shakhtar Donetsk. El técnico, entonces, lo llamó al orden y se reunieron esa misma noche en una de las habitaciones del hotel y, con dureza pero mano derecha, le vino a decir que se había descoordinado y que su cabeza no iba a la misma velocidad que sus piernas, sobre todo porque en ese curso había crecido 18 centímetros (ahora mide 1,89 metros) y aumenta...
A Nico González (A Coruña, 19 años) le sentó fatal que lo sentaran durante una semifinal de cadetes en el MIC [torneo internacional en la Costa Brava] frente al Shakhtar Donetsk. El técnico, entonces, lo llamó al orden y se reunieron esa misma noche en una de las habitaciones del hotel y, con dureza pero mano derecha, le vino a decir que se había descoordinado y que su cabeza no iba a la misma velocidad que sus piernas, sobre todo porque en ese curso había crecido 18 centímetros (ahora mide 1,89 metros) y aumentado 20 kilos. Pero que no le podía poder la presión y que con tenacidad y paciencia harían de él un futbolista. “Es un chico supercompetitivo al que no le gusta perder ni a las cartas, pero ese año fue duro. Superado el mal trago, sin embargo, siempre ha demostrado lidiar con la presión porque lo que hace ahora en el primer equipo es lo que hacía de niño”, expone un trabajador del club; “tiene una sangre fría brutal, nunca le quemó el balón y desparrama una personalidad en el campo sorprendente porque fuera del césped le gusta pasar desapercibido”. No lo hizo, sin embargo, para el área deportiva ni para Koeman, tampoco ahora para Barjuan.
Durante el curso anterior, la secretaría técnica le pasó varios informes al cuerpo técnico de Koeman sobre las virtudes de Nico, que sobresalió en el filial con la mayoría de edad recién cumplida. Alfred Schreuder, segundo del holandés, dio su aprobación y entre todos decidieron que haría la pretemporada con el primer equipo como se incluyó en una de las cláusulas de renovación del contrato —hasta 2024—, primera operación de Joan Laporta como presidente. “Se queda con nosotros y si no juega en un mes, puede bajar a competir con el B”, resolvió Koeman. Pero no volverá al filial. “Rompe líneas, siempre está en el sitio porque lee como pocos el fútbol y toca bien de primeras en espacios reducidos… tiene todo”, expone una fuente del club. Le viene de cuna.
Resulta que su padre es Fran González, el capitán del Súper Dépor y ahora coordinador de la cantera del club gallego. Pero Nico siempre escogió el Barcelona, más que nada porque cuando era todavía benjamín, el club azulgrana llegó a un acuerdo con el Montañeros para que le prestara al chaval una semana antes de los torneos que no fueran la Liga. “Se entrenaba y en dos días ya había entendido todo”, recuerda un entrenador que lo dirigió una temporada. Por lo que en alevines, unas semanas después de haber eliminado al Barça en el torneo de Arousa con dos goles, se mudó con su familia —tiene dos hermanas, Carlota y Macarena— a Barcelona. Y todo fue rodado.
“Desde el principio mostró una inteligencia táctica inusual”, reconoce un técnico que lo llevo cuatro años. Una inteligencia que el colegio bilingüe en el que se formó detectó rápido porque no entendían que sin apenas tiempo ni esfuerzo sacara unas notas excelentes. “Le hicieron un test de coeficiente intelectual y salió que tenía altas capacidades, así que lo adelantaron un curso”, explican desde su entorno, por más que lamentan que tuviera que dejar a medias la carrera de Administración y Dirección de Empresas. “Pero era tan listo”, cuenta otro entrenador del fútbol base; “que si te veía dudar con alguna decisión, te pedía argumentos. Él y Eric García son jugadores que nos hacían mejorar”.
Las dudas, sobre todo, llegaron con su demarcación. De niño jugaba de central, medio y enganche, pero en el Barcelona, sabiendo que daría el estirón, le forzaron a actuar de mediocentro por más que su padre le veía de interior. Pero cuando creció, en el club entendieron que debían adelantarle la posición para que se acostumbrara a jugar rápido en espacios más reducidos, toda vez que el 6 suele tener poca presión porque los rivales, casi siempre inferiores, juegan replegados. “Siempre tuvimos la duda eterna de si era un seis o un ocho”, revela un técnico de La Masia; “pero ahora todos lo vemos como el relevo de Busi, lo que no quiere decir que pueda jugar magníficamente unos metros más adelante porque también tiene visión y regate”.
Los datos así lo explican porque ha dado bien el 90,3% de los pases en campo contrario en la Champions y suma 10 quiebros en la Liga, solo por detrás de Dest (29), Memphis (27) y Frenkie de Jong (19), que acumulan muchos más minutos sobre el tapete. “En pocos partidos ha demostrado que tiene sitio en el equipo”, señalan desde el área deportiva del Barcelona. Así lo pensó Koeman y así lo cree Barjuan, también la secretaría técnica y todos cuantos han trabajado con él. “En un escenario como Kiev, con el equipo jugándose el patrimonio económico porque son 20 millones de euros que se dejarían de ingresar por no superar la fase de grupos de la Champions, fue el mejor del equipo junto con Ansu”, señalan los técnicos que lo han dirigido; “pero es que es tan inteligente como bueno”.
Rechazó al Real Madrid y al Manchester City
De niño, Fran aconsejó a su hijo que fichara por el Real Madrid antes que escuchar la oferta del Barcelona por sus predilecciones futbolísticas. Pero Nico, que ya conocía a un par de generaciones de futbolistas —la de Ansu, Eric García y Kubo; además de la de Robert Navarro, Pablo Moreno e Ilaix Moriba—, decidió que quería hacer carrera en las inferiores de La Masia para llegar algún día al Camp Nou. Su madre, Gema, se posicionó con el niño y entre todos decidieron mudarse a Sant Cugat cuando se oficializó la oferta del Barça, también suculenta en lo económico. Por eso, cuando el club despidió a Koeman, Nico escribió en las redes sociales: “Gracias, míster, por hacer realidad mi sueño de jugar con el primer equipo”.
También lo quiso el Manchester City cuando cumplió 16 años, momento en el que su padre fichó dentro del organigrama de técnicos del Manchester City de Pep Guardiola. Tampoco quiso Nico, que siempre ha antepuesto al Barcelona. El chico, que mantiene una relación excelente con su padre, sin embargo, le negó la camiseta del debut con el primer equipo. “Me la ha pedido, pero la enmarcaré. No se la voy a dar a nadie porque esto no pasa todos los días”, resolvió.
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