Verstappen juega con Hamilton en Austin
El holandés, más rápido que el británico en Austin, suma su octava victoria y coge aire al frente del Mundial. Sainz termina séptimo y Alonso abandona
Max Verstappen le dio un buen meneo a Lewis Hamilton en Austin, donde el holandés llevó a cabo una tremenda exhibición de todas sus cualidades y dejó mudo al británico. Muchas de esas habilidades, como la velocidad y la agresividad, ya las había puesto a ojos de todo el mundo en los siete años que lleva en la Fórmula uno. Otras, como el sentido de la estrategia y la paciencia, las ha desarrollado últimamente y ya empieza a dominarlas....
Max Verstappen le dio un buen meneo a Lewis Hamilton en Austin, donde el holandés llevó a cabo una tremenda exhibición de todas sus cualidades y dejó mudo al británico. Muchas de esas habilidades, como la velocidad y la agresividad, ya las había puesto a ojos de todo el mundo en los siete años que lleva en la Fórmula uno. Otras, como el sentido de la estrategia y la paciencia, las ha desarrollado últimamente y ya empieza a dominarlas. Este triunfo es el octavo en la cuenta de resultados de esta temporada del chico de Hasselt, que, a sus 24 años, coge algo de aire como líder de la tabla general, en la que ya dispone de 12 puntos de margen sobre el actual campeón, Hamilton, finalmente segundo. Checo Pérez terminó el tercero y certificó el podio número 200 para Red Bull, mientras que Carlos Sainz concluyó el séptimo y Fernando Alonso abandonó al romper el alerón trasero de su Alpine en las últimas vueltas.
Cuando dos monoplazas rivales exhiben un potencial tan similar como el Mercedes y el Red Bull de esta temporada, las carreras se convierten en una especie de partidas de ajedrez, en las que ahora mueve el uno y acto seguido el otro, y el ganador termina por ser el que toma las decisiones más acertadas en los momentos más indicados. En Austin fue Verstappen quien descorchó el champán desde el escalón más alto del podio, por más que perfectamente podría haber sido Hamilton, finalmente segundo, quien saliera vencedor del Gran Premio de Estados Unidos, el más festivo del calendario si se atiende al aspecto de las tribunas, completamente abarrotadas de aficionados, la mayoría de ellos sin mascarilla, en Texas, el estado más escéptico de todos con el poder dañino de la covid.
La previa vaticinaba una gresca de las de época entre los dos corredores que se juegan el título, y lo cierto es que apenas coincidieron en dos momentos puntuales: en la primera curva y en la última vuelta, momento en el que Hamilton dio caza a su oponente, pero sin tiempo ni gomas para superarle en esas últimas curvas y rectas.
La pole de Mad Max y el bajón que le pilló al británico el sábado le otorgó al joven de Red Bull el papel de principal favorito para esta cita de un Mundial apasionante, mucho más vivo que en las últimas campañas. No obstante, esa condición de privilegio se la fueron pasando el uno al otro. Hamilton arrancó como un tiro —su velocidad de reacción al apagarse los semáforos fue tres centésimas más rápida que la de su contrincante— y eso le colocó al frente del pelotón, para que Verstappen se revolviera después lanzándole dos undercut. Esta maniobra permite al perseguidor adelantar al coche que circula inmediatamente delante al anticipar la parada.
La estrategia de las gomas
Nada más salir del taller, el piloto que lo lleva a cabo saca partido de sus neumáticos, completamente nuevos, mientras que el corredor que lo sufre ve cómo sus tiempos se despeñan por la tralla que acumulan los suyos. Este efecto cobra mucha relevancia en trazados como el de Austin, en el que el asfalto es bestialmente abrasivo, de modo que penaliza aún más al corredor que se queda en pista con los compuestos más viejos.
Situado detrás del bólido del búfalo rojo, a Mercedes y a su punta de lanza no les quedó más remedio que jugar a la contra. Hamilton retrasó sus dos visitas a los garajes con la esperanza de jugarse la victoria al final, con las ruedas mucho más enteras. Todo parecía encarrilado para la marca de la estrella y su buque insignia, que afrontó el último tramo de la carrera con ocho vueltas menos en las gomas de su prototipo.
Los 8,7 segundos de desventaja que tenía Hamilton respecto de Verstappen a falta de 18 giros fueron cayendo como la fruta madura hasta quedar la diferencia clavada en menos de uno (vuelta 54 de 56). Sin embargo, la piedra angular de Red Bull ya empieza a ser gato viejo, hasta el extremo de ser capaz de correr con una calculadora en la cabeza, preservando algo de caucho para el final, un último golpe de riñón que le llevó a firmar una de sus mejores obras, tanto por rapidez como por control de la escena. Hamilton apretó todas las tuercas en esos metros finales, pero resistió Verstappen y avanza en el liderato del Mundial.
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